Destruyendo tu Imperio: Herederos (1)

Capítulo 5

—Shhh, no se asuste princesa. Nada malo le pasará. Solo no grite y escuche con atención.

Weilar traga saliva y asiente.

—Somos del imperio Ohr, mi nombre es Haidar y soy el joven lord del gran ducado del norte, mi padre es el gran duque Ossian. Te contaremos brevemente toda la historia y el por que estamos aquí, pero necesitamos su cooperación.

Asiente nuevamente.

—Bien.

Mientras la va soltando, un chico de unos 18 años aparece frente a sus ojos, de cabello oscuro como la noche al igual que sus ojos, muy alto y guapo.

El mayor, parecido al chico, pero de unos 39 o 40 años, saca una placa de identificación para mayor credibilidad. Ella reconoce el escudo y asiente.

—Tómelo con calma, pero lo diremos de forma directa.

—Está bien. ¿Qué es? ¿Por qué están aquí?

—Usted es la nueva emperatriz de Ohr, claro, si acepta, su abuela y su madre abdicaron y por lo tanto, la siguiente en la línea es usted princesa.

—¿Cómo puede ser?—preguntó la joven en shock.

—Su bisabuela era la princesa Clarissa, la hermana de la emperatriz Sophia de Ohr, casada con el gran duque Arthur en ese momento.

—No estoy muy relacionada con la historia de Ohr, solo que era uno de los imperios más prósperos hasta que vino la guerra y los creyeron un Imperio caído.

—Eso es correcto, la guerra acabó con nuestra emperatriz y esta no tenía descendencia, por lo que el trono pasó a su hermana, emperatriz Clarissa, que murió defendiendo al imperio junto a su marido. Su majestad le dio el título de gran duque a mi abuelo, y nos dio la tarea de proteger al nuevo emperador o emperatriz y al imperio, por eso formamos el ejército de caballeros imperiales nuevamente, para protegerla. También cuenta con los caballeros de las sombras, una orden secreta de protección e información. Por suerte la emperatriz Clarissa tuvo a su abuela la emperatriz Sarah y está tuvo descendencia.

—Vaya... y quien es el líder de dicho ejército de caballeros imperiales.

—Mi hijo Haidar, su majestad.

—Aún no he aceptado.

—Contamos con usted y venimos siguiendo sus pasos, creemos en su fuerte sentido de la responsabilidad y como fue criada.

—Pues tienen razón en eso, pero aun no estoy preparada para gobernar su imperio, no se mucho de ustedes.

—Contamos con poder hablar con el emperador y poder arreglar eso.

—Es una gran responsabilidad la que me están dando, aun soy muy joven.

—No es ningún problema, el pueblo la necesita, hace tiempo que no tenemos un monarca y estamos dispuestos a darle toda la educación necesaria.

Después de meditarlo por un momento, suspiró y dijo—Está bien, acepto, pero ¿Cómo haremos para prepararme?

—Si lo permite, su majestad. Haidar puede quedarse con usted y enséñale todo lo que sabe, luego puede viajar al imperio para completar su entrenamiento. Además, podemos mandar un maestro para ayudarle.

—Me parece bien, pero no es un tema para hablar aquí.

—Tiene usted toda la razón.

—Vayamos ahora a hablar con el emperador, no hay que dilatar más el asunto.

Y así es como tomaron rumbo a la fiesta, ambos estaban vestidos para la ocasión más las capas negras que llevaban, pasaban desapercibidos.

En lo que entraban, Dídac y Oriol se les acercaron.

—Alteza imperial, disculpe la intromisión, pero ¿Quiénes son? —preguntó Dídac tomando la empuñadura de su espada por cualquier movimiento raro.

—No te preocupes, son mis invitados.

—Muy bien, ¿necesita algo Alteza imperial?

—De hecho, sí. Necesito que vayas con el emperador y le digas que lo estaré esperando en su despacho y luego vayas con Farah y le digas que lo siento, me surgió un imprevisto y lo veré luego o que venga al palacio cuando guste. Cuando termines ven conmigo.

—Entendido, mi señora.

—Oriol, tu sígueme.

—Sí, Alteza Imperial.

En el trayecto Haidar y Ossian pasaron a contarle como fue y como era en el presente el imperio Ohr, que a pesar de la guerra y sin un monarca pudo resurgir.

La familia de Haidar había hecho mucho por su pueblo y eran muy respetados.

—Es un imperio que no pierde su poder a pesar de todo y se que con el tiempo ganaremos más.

—Que así sea Haidar, que así sea.

Al llegar los guardias los miraron, pero los dejaron pasar cuando la princesa dijo.

—Estoy esperando a su majestad, está en camino.

—Adelante, alteza imperial.

Se apoyó en el escritorio y no tuvieron que esperar mucho tiempo, Dídac y el emperador entraron por la puerta juntos.

Su escolta la miró y asintió, su tarea estaba hecha.

—Creo que hay cosas que aún no me cuentas, ¿no abuelo?

—Gente de Ohr...

—En efecto.

—Supongo que ya lo sabes, pero ¿hasta dónde?

—Sé que me hiciste tu sucesora al trono.

—Vaya, las noticias vuelan.

—Y que soy la nueva emperatriz del imperio Ohr.

—En hora buena, pero debemos hablar de ello.

—Por eso estamos aquí.

—Majestad, soy el gran duque Ossian, con todo el respeto del mundo, queremos que su majestad adquiera conocimiento sobre nuestro imperio para que pueda gobernar cuanto antes—dijo serio.

—Mmm—dudó—Ella también es la heredera de esta nación, por lo tanto, sus estudios deben acomodarse con los nuestros.

—Entendemos, no pretendemos interferir, solo que pueda integrar sus otros estudios.

—Pues bien—suspiró sin más aceptando los hechos—arreglaremos su agenda, sé que es una chica muy capaz, podrá con ello. Dicho esto, debo volver y ustedes pueden integrarse a la fiesta o se les otorgará una habitación.

—Por mí parte acepto ir a la habitación—respondió Ossian—Haidar, tu puedes ir a disfrutar un poco.

—Está bien, padre.

En eso Weilar recuerda—Ah, por cierto, Haidar se quedará a ayudarme en lo que llega el maestro, luego voy a tener que ir a Ohr, después de todo hay que hacer una ceremonia de coronación. ¿Verdad?

—Sí, apenas llegue, su majestad.




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