Daphne tuvo que soportar la curiosidad hasta la mañana siguiente, mientras desayunaban en la habitación de Weilar, esta le contó detalladamente lo sucedido, por lo que quedó más que sorprendida.
—No puedo creerlo.
—Pues créelo.
—Ya eres emperatriz...
—Sí...
—¡Y tan solo tienes trece años! —Exclamó como loca.
—También.
—¡Es increíble! ¿Cuándo iremos al imperio Ohr?
—Pues, aún no lo sé, primero avanzaré con mis estudios aquí y luego iremos allí.
—Me llevarás ¿Verdad? —preguntó emocionada.
—Claro, también eres su princesa. —dijo Weilar con una sonrisa.
—Eso es aún mejor, podré ser una de tus damas de compañía.
—Si lo deseas, así será prima.
—Estoy tan feliz por ti. —Y ella le creía, la joven no paraba de sonreír.
—Cambiando de tema, ¿Cuándo vuelven la tía Enora y Daniel de su viaje? —Daniel, el hermano de Daphne y de la edad de Weilar, a diferencia de su hermana, él es colorado como su padre y tía y tiene ojos azules rasgo que lo diferencia de su hermana, quien es castaña, prácticamente rubia, con ojos color marrón, igual que Enora.
—En esta semana tendrían que estar por aquí o quizás en un par de semanas, sabes que cuando mi madre se va de los abuelos no la dejan volver fácilmente.
—Aún no entiendo por que no fuiste.
—Es que quería recibirte—dijo con una gran sonrisa—por lo que mi hermano me cubrió y fue en mi lugar.
En ese momento golpean la puerta.
—Pase. —dijo la mayor en tono fuerte y neutro.
—Con permiso—entró una doncella de la emperatriz haciendo una reverencia—. Princesas, disculpen la interrupción. Los emperadores buscan a la princesa Weilar, usted también puede ir alteza imperial. Están en la sala de tronos.
—Enseguida vamos.
Se pararon y siguieron a la doncella de su abuela hasta la sala de trono, donde se encontraban sentados el emperador y la emperatriz. Hicieron una reverencia y saludaron:
—Saludos a los soles del imperio.
—¡Mis bellas nietas! —Dijo su abuelo con una sonrisa en su rostro y los brazos abiertos, mientras bajaba de su trono para darles un abrazo.-Weilar querida, te tengo una sorpresa.
—¿Qué es? —preguntó Weilar curiosa.
—Pues... veras, detuvimos a unos contrabandistas que estaban llevando un cargamento muy particular y ahora se nos haría muy difícil devolverlo, así que pensamos que podrías hacerte cargo de su crianza.
—Espera, ¿Qué? dijiste ¿Crianza? —respondió aturdida, Daphne a su lado estaba igual o peor.
—Sí, crianza, déjame presentártelos, aún no tienen nombres, pero imagino que les darás unos muy bonitos y adecuados. Tráiganlos.
Lo que menos se esperaba fue lo siguiente que pasó. Aparecieron cuatro guardias con cuatro cachorros, pero no cualquiera, eran dos tigres blancos y dos panteras negras. Vale decir que quedó en shock.
—¿Este es mi regalo?
—Por supuesto linda. —dijo sonriendo, y su abuela ocultando una sonrisa.
—Wow. ¿No es ilegal?
—Soy el emperador. Aparte, ya no tienen a sus respectivas madres, así que... serías una buena sustituta.
—Eso... eso es... grandioso... quien soy yo para cuestionar al abuelo emperador. —dijo la joven con una sonrisa y a su lado Daphne soltó una pequeña risa.
—¿Verdad que si prima? A mi me dan vestidos nuevos y ti unas bestias de mascotas—ahora su risa era un poco más fuerte—, te ayudaré a críalos, aunque me den algo de miedo.
—Está bien. ¡DÍDAC, ORIOL! —Llamó a sus fieles escoltas.
—¿Nos llamó, princesa? —preguntaron haciendo una reverencia.
—Sí, Oriol, ve por Haidar.
—Entendido. —El joven se va a paso apresurado, mientras el emperador no paraba de sonreír.
—¿Y bueno? ¿Cómo les pondrás?
—Pues... primero quiero saber que son.
—Un macho y una hembra respectivamente.
—Bien... Entonces... Al macho tigre le pondré Gisgar y ella se llamará Grim, la hembra pantera se llamará Praym y él... su nombre será Prax.
—Vaya... lindos y peculiares nombres, fuertes, justo para ellos.—dijo orgulloso.
—Lo sé.
—Princesa—dijo entrando Oriol, con Haidar a un lado—, el joven lord Haidar está aquí, mi señora.
—Vengan los dos, Dídac, Oriol, Haidar y tú también Daphne, me ayudarán a criar a los tigres y panteras.
—¡¿QUÉ?! —dijeron los otros tres.
—En efecto, voy necesitar mucha ayuda para criar a mis nuevos cachorros. Y cuando llegue mi primo Daniel también estoy segura que querrá ayudar.
Se escuchó el ruido de la gran puerta al abrirse.
—¿En que se supone que me metieron ahora mis dos bellas damas?—Se escuchó una voz varonil detrás de ellas.
—¡DANIEL! —Gritaron Daphne y Weilar a la vez, en lo que se daban la vuelta para darle un abrazo, la duquesa Enora de Prya venía detrás con una sonrisa.
—Sorpresa princesa—dijo riendo y haciendo una reverencia a los emperadores—Majestades.
—Sus Majestades— Dan hizo lo mismo cuando lo soltaron. —¿me dirán en que me metieron?
—Me ayudaras a criar a Gisgar, Grim, Praym y Prax.
—Y... ¿Esos quiénes son?
—Mis tigres y panteras. —dijo la princesa Weilar mostrándole sus nuevos cachorros.
—¡¿Tus qué?!
—Regalo del abuelo emperador.
—Abuelo emperador, no es por desmerecer tu regalo, pero ¿no puede hacer regalos normales? No sé, como un caballo, un pony, tal vez un perro o un gato, esto ya es otro nivel hasta para usted.
—Lo sé, soy el mejor abuelo del mundo.
—Ahora sé de donde viene tu ego prima.—dijo Daphne dándole un codazo a la susodicha, a lo que esta rodo los ojos.
—En mi opinión, pienso que no es una de las mejores ideas, pero la apoyo porque es mi prima.
Sonrió por eso—Gracias primo.
Las cosas siguieron normales, Enora contó sobre su viaje y los regalos que trajeron.
—Para ti hermanita y para mi prima unos hermosos caballos pura sangre que más tarde hay que ir a montar, yo también tengo uno.
—¿Yo también recibo uno? —preguntó confundida.