Destruyendo tu Imperio: Herederos (1)

Capítulo 14

Estupefacto con la noticia Haidar abrió la boca y la cerró varias veces hasta que pudo hablar.

—¿Yo? ¿Su majestad?

Weilar se rió de él.

—Sí tú. Si aceptas, claro. No me imagino a alguien mejor en el puesto.

Haidar y sus hermanos sonrieron. A lo que sus caballeros y Alíc aún estaban en shock, pero eso no les impidió sonreír felices ante la noticia.

—Es un gran honor y un placer, su majestad.

—Bien, si esa es tu respuesta definitiva... quiero hacer la ceremonia cuanto antes. Si es posible antes de la competencia de caza, y de paso celebrar y unirlo al festival. Me llegó la noticia de que el emperador Kaiser quiere venir a la competencia, de hecho, mi padre solo me avisó de que estaba a punto de salir, así que ya debe estar en camino.

Quien tomó la palabra fue el conde de Kinnos, ministro de educación.

—Entonces estará en la ceremonia. ¿Ya tiene una fecha para la boda, majestad?

—Aún no. Pero será después de la guerra. Y de unificar Escoldar a Ohr. Mi abuelo, el actual emperador me envió una carta donde dice que me cede el puesto una vez terminada la guerra, en vez de ser princesa regente, y por lo tanto puedo unificar el imperio.

Todos empezaron a hablar entre ellos hasta que Darek habló.

—Eso es magnífico, su majestad, que gran noticia.

Ella sonrió.

—Luego de eso haremos el cambio de título junto con la boda y la coronación de Kaiser. Lo que nos lleva a la guerra, si no termina no podemos empezar con ningún plan.

Todos asintieron, a lo que ella bajó del trono y se acercó al mapa disponible en la mesa ubicada en medio de la sala, a la que todos rodearon.

—Debemos ser audaces, ¿están de acuerdo? La guerra no se gana solo en tierra, sino también en el mar. Propongo un golpe marítimo directo: que nuestra flota avance desde el océano, bajo el manto de la oscuridad, y se acerque sigilosamente a las costas. Con ello, tomaremos por sorpresa al enemigo, desbordando sus defensas costeras. Desde allí, avanzaremos por la orilla, hasta que nuestras fuerzas lleguen a las capitales del Imperio Zhalter y el Reino Qiz. Será un golpe fulminante, imposible de detener una vez lanzado. Este será el principio de nuestra victoria. Luego, avanzaremos por tierra, debilitando y sometiendo al enemigo hasta llegar a ambas capitales y acabar con sus monarcas. ¿Qué opinan?

Todos estaban impactados ante la increible estrategia de su joven emperatriz. Pero rápidamente se centraron antes de ser reprendidos por su monarca. Y así pasó la junta, mientras se ideó un plan estratégico de ataque y defensa, entre otros asuntos. Lo que los tomó por sorpresa fue que...

—Su majestad...—Alíc muy nervioso se acercó a su emperatriz.

—Dime.

—Parece que el emperador de Ardasia llegó antes de lo previsto.

La joven frunció el ceño.

—Sé supone que llegaría en unos días.

—Parece que salió poco después que enviaran la carta, se encontraba en Prestia, con su padre.

—Ya veo.

Alíc parecía aún más nervioso. Y la joven pareció leer su mente.

—Está detrás de esas puertas ¿verdad?

—En efecto. La emperatriz de Prestia, su madre y el duque de Prya lo acompañan.

—Hazlos pasar.

Suspiró mientras iba a tomar asiento en su trono y le hacía una señal a Haidar para que se parase a su izquierda. Aún no podía sentarse en el trono, pero si tomar su posición a su lado. Y así lo hizo. Sus hermanos se ubicaron a su derecha, en lo que el emperador aún no asumía el rol.

Hizo que corrieran la mesa a un lado para que sea más cómodo y una vez ubicados y todos en sus posiciones, las puertas se abrieron. Dejando ver a tres personas, dos ya muy conocidas para todos y a Kaiser, muy alto, de cabello rubio y ojos azules, tez levemente dorada, como si apenas lo tocara el sol, un gran sonrisa, en sui hermoso rostro.

Avanzaron por la sala hasta llegar frente a la joven. El duque hizo su habitual reverencia. La emperatriz de Prestia, junto al duque, una vez que miraron se sorprendieron, pero no dijeron nada.

—Su majestad, la hermosa emperatriz, el sol más brillante que ilumina el imperio.

La joven soltó una carcajada, a lo que todos sonrieron al ver feliz a su gobernante.

—Tiempo sin verte Kaiser.

—Lo mismo digo Weilar.

Ambos sonrieron. Hasta que Weilar los presentó.

—Kaiser, te presento Haidar, gran duque del norte y futuro Rey de Ohr. Haidar, él es Kaiser, el futuro emperador de Ohr—los observó en silencio mientras ambos se medían con la mirada, ninguno dispuesto a apartarla primero.

El aire entre ellos pareció volverse más denso. Haidar mantuvo la espalda recta, con la expresión serena de quien está acostumbrado al poder, pero sus ojos estudiaban cada movimiento de Kaiser con frialdad. Kaiser, por su parte, esbozó una sonrisa apenas perceptible, como si ya hubiera tomado una decisión sobre Haidar.

—No espero, ni les voy a pedir, que se lleven bien —la voz de la emperatriz cortó la tensión—. Solo quiero que puedan mantener una relación llevadera. Después de todo, serán mi primer y segundo consorte. Y, en la medida de lo posible, quiero que haya paz en el harem.

—No se preocupe majestad. No tendrá de que preocuparse—respondió Haidar reverenciando, lo que hizo sonreír a Weilar y poner los ojos en blanco a Kaiser.

—Bien. Alíc, que preparen los aposentos de Kaiser y el té en el jardín, llama a mi familia a los chicos. Vamos a presentar a Kaiser a la familia.

—Entendido.

Haidar apretó la mandíbula y Kaiser lo miró con una sonrisa burlona, después de todo, quien acapararia la atención de la joven con su llegada sería él.

Darek y Tarek se miraron tensos viendo como se desarrollaba la situación, al igual que Dídac que tenia el ceño fruncido y Reagan que estaba nervioso a su lado, Alíc por su parte, no sabía que hacer ante tal situación, si todo seguía así no quería saber como sería más adelante.

—Sí nos disculpan, la junta terminó.




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