Capítulo 15

Weilar evaluó la situación por un momento antes de hablar.

—¿Cómo se llaman?

El joven miró a la niña que estaba escondida detrás de la emperatriz.

—Su majestad... soy Elaner y ella es mi hermanita Erila.

La joven emperatriz asintió.

—Bien. Elaner, Erila... serán llevados bajo mi protección al palacio imperial. Ustedes... necesito su testimonio y ver las pruebas que incriminan a la familia Patmar. Investigaremos el caso. Dídac, manda a alguien de confianza al gremio a buscar pruebas y que tomen el testimonio de los mercenarios, estarán bajo protección mientras se investiga el caso. Levántense.

Los mercenarios una vez de pie hicieron una reverencia y siguieron a Alec y Dídac asintió.

—Ahora vamonos, tenemos mucho que hacer. Siganme Elaner y Erila.

La pequeña tomó la mano de la joven y Elaner la siguió de cerca hasta llegar a donde estaban los caballeros, Reese, Alíc y sus primos.

—Su majestad. Estuvimos evaluando el lugar y preguntando a los residentes los problemas a los que se enfrentan habitualmente...—dijo Daniel a su prima.

—Haz un informe ni bien lleguemos. Mandaremos suministros desde ahora hasta el final de las obras. Ya detallaremos el procedimiento, se mandaran de todas formas como refuerzo al final de estas. Debemos averiguar que lugares se encuentran en condiciones similares o peores.

—Entendido su majestad.

Todos revenciaron.

—Ahora volvamos. Erila, vienes conmigo. Elaner, ve con Reagan.

De esa forma todos montaron sus caballos y partieron hacia el palacio imperial. De camino, realizaron una parada en una boutique famosa que confecciona prendas tanto para mujeres como para hombres y esa era la boutique de Leyla y Oscar, quienes eran los modistas imperiales, atendiendo exclusivamente a la familia imperial y a unos pocos nobles de alto rango. Sin embargo, tenían una sucursal discreta en la ciudad, donde sus diseños —algunos exclusivos, otros más accesibles— eran vendidos por sus empleados a nobles de menor rango o clientes con buenos contactos.

Weilar bajó de su caballo y ayudó a Erila a bajar, Elaner en cuanto colocó sus pies en tierra, fue directamente a donde se encontraba la emperatriz y su hermana.

—Daphne. ¿Quieres venir?

—Sí, por supuesto. De paso arreglaré mi vestido del día de la competencia.

—Que te hagan uno adicional para una ceremonia de coronación. Los demás también se estarán preparando a partir de hoy.

—Bien. Andando.

Rápidamente se dirigieron hacia la boutique con sus escoltas siguiendo sus pasos. Y una vez que entraron fueron recibidos por una formación de empleados con Leyla y Oscar al final de esta, todos reverenciaron en cuanto cruzaron la entrada. También los pocos clientes nobles que se encontraban allí, quienes estaban ansiosos por ver a su monarca.

—Saludamos al sol eterno del imperio.

Leyla, con una fue la primera en hablar.

—Bienvenida, su majestad, su alteza. Que placer contar con su presencia ¿En que podemos servirles?

—Leyla, Oscar. Siempre es un placer verlos. Hoy estamos aquí para que tomes las medidas de estos dos jóvenes. Elaner y Erila, están bajo mi protección y necesito que confeccionen sus atuendos, ya sean prendas diarias, equitación, ocasiones especiales, ya saben. Y de paso, si pueden darse un baño y llevar algo puesto sería lo mejor. Lo demás quiero que lo envíen al palacio imperial.

—Entendido majestad. Encantado de conocerlos jóvenes. Si me acompañan iremos a una sala privada, tomaremos sus medidas y les prepararemos el baño y sus atuendos—dijo Oscar de la manera más amable posible, ya que vio la duda en los rostros de ambos jóvenes.

—Hermana mayor...

Weilar sonrió ante la pequeña, que tenía una mirada de súplica.

—Vamos, los acompaño.

Una vez en la sala privada, los empleados se pusieron en marcha tomando las medidas de los dos jóvenes.

—También queremos probar el traje de caza de su majestad y el vestido de su alteza.

—Está bien. Si pudieran ir al palacio a tomar el pedido de mi familia para una ceremonia seria lo mejor.

Todos estaban confundidos y se notaba en sus rostros, pero aún así continuaron con su trabajo.

—¿Ceremonia, majestad?—preguntó Leyla, quien ya estaba ayudando con el vestido de Daphne.

Y mientras Oscar empezó con el traje de Weilar, ella respondió:

—Será un día antes de la competencia de caza, así que todos serán avisados el día de mañana, pasado mañana a más tardar. Se realizará la coronación del nuevo rey y la proclamación del regente consorte y futuro emperador.

Los allí presentes se asombraron y sonrieron felices.

—Oh su majestad. ¡Qué increíble noticia!

—¡El Emperador y el Rey!

—También prepararán sus trajes. Kaiser, el futuro emperador, ya se encuentra en el palacio, por lo que no hay problema y Haidar, futuro Rey también.

Leyla preguntó por el emperador.

—¿Él es...?

—Emperador Kaiser de Ardasia.

Oscar y Leyla reverenciaron.

—Será un placer poder confeccionar el atuendo de nuestro próximo monarca y nuestro rey.

—Cuento con ello.

Una vez sus vestimentas estuvieron con sus debidas correcciones y Elanery Erila fueron a tomar un baño, Weilar les dijo a los dueños de la boutique:

—Les diré a los mellizos, Daniel y Reese que vengan a probar y medirse si no es molestia, ya están aquí.

—Eso sería genial, majestad. Podremos adelantar un poco de trabajo.

—Esta bien. También veremos las prendas en exhibición.

—Sí hay algo de su gusto, no dude en decirnos y lo prepararemos para usted.

Asintió y junto a Daphne bajaron a la sala de exhibición.

—Reagan.

—Sí, su majestad.

—Llama a los príncipes y a Reese, que suban a tomarse las medidas. Y también a Alíc, debo hablar con él.

—Enseguida.

Las damas nobles no podían creer la suerte que tenían de presenciar a parte de la familia imperial. Dudaban sobre acercarse o no. Debido a la escolta y que era su monarca la que estaba presente.
El esposo de una de las damas presentes, quien la había acompañado debido a la insistencia de esta, tomó coraje y le preguntó a Dídac si podía acercarse. Este con una mirada consultó a la emperatriz, quien asintió y una vez pasada la inspección pudo acercarse.