Esa tarde, al salir del trabajo, Valbert se dirigió una vez más a casa de su amigo Bernard, tenía muchas cosas que hablar con él y sinceramente no podía espera más.
Al llegar a la casa tocó la puerta y tras unos breves instantes, Bernard apareció al otro lado de la puerta con una amplia sonrisa.
-Que gusto verte Valbert, adelante, pasa y toma asiento.
-Muchas gracias, viejo amigo. ¿Estás solo hoy?
-Así es, Angélica me ha pedido el día libre.
-Me da gusto oír eso ya que hoy quiero hablar de algo importante.
-¿De qué se trata Valbert? –La cara de Bernard se llenó de curiosidad y un leve dejo de preocupación ante aquel comentario de Valbert. Siempre hablaban de asuntos delicados, después de todo, el trabajo del Banisher era un asunto que debía tratarse con cuidado, mas sin embargo, nunca antes Valbert se había preocupado de que la joven que ayudaba a Bernard en su casa pudiera escuchar sus conversaciones.
-Verás Bernard, he hecho algo que no sé cómo afrontar, ni estoy seguro de que haya sido una buena idea.
-¿Qué ocurre? –Preguntó el anciano hombre con mucho interés.
-He invitado a la joven periodista que no logré eliminar de mi mente a vivir en mi casa.
La expresión del rostro de Bernard se volvió seria, él sabía que las consecuencias de eso eran sumamente arriesgadas y conocía perfectamente qué podría ocurrir si esa joven lograba volver a hacerse presente ante las personas.
-Valbert, te arriesgas demasiado, creo que no necesito recordarte que puede pasar si ella recupera su existencia ¿o sí?
-Claro que no, sé perfectamente qué es lo que ocurrirá, pero aún así creo que no es un gran peligro, después de todo si ella está cerca de mí podré controlarla más y podré evitar que tenga contacto con otras personas y así no podrá volver a ser recordada.
-Valbert, eso no es así y lo sabes. Tú como desvanecedor debes mantenerte con un perfil bajo y casi tan inexistente como tus víctimas, ella no entenderá eso y querrá volver a recuperar su vida. Mientras ella esté cerca de ti, ambos existen más de lo que deberían, ella te usará como referencia y así tú te volverás más público y, además, mientras tú la mantengas presente, ella seguirá creyendo que puede volver a hacerse notar por otros.
-Pero entonces dime Bernard ¿qué debo hacer? No puedo sacarla de mi mente y aún cuando intenté no hacerlo, me angustia la idea de que ella muera.
-Aún cuando la mantengas con vida viviendo bajo tu techo sabemos que no podrás evitar su destino. Su pasión es escribir, su trabajo, sus sueños e ideales, mientras ella esté desvanecida aún cuando esté contigo se verá frustrada y su espíritu irá marchitándose lentamente tarde o temprano, con o sin ti, ella se volverá un cascarón vacío y de esa joven de quien te enamoraste y por quien ahora te arriesgas, ya no quedará nada más que el recuerdo triste de lo que algún día fue pero que ya nunca volverá.
Valbert sintió esas palabras como un duro golpe en el estómago, sabía que su amigo estaba en lo cierto. Klaudia Comanely era un peligro para él como desvanecedor y al mismo tiempo era una causa perdida, fuera como fuera Valbert terminaría perdiendo.
-Bernard no sé qué puedo hacer. Te juro que he llegado a pensar incluso en matarla, nadie lo sabría, está desvanecida y a nadie le importaría un cuerpo más en las calles, pero sé que no podría vivir conmigo mismo si hago eso, su fantasma me perseguiría eternamente.
-Cálmate Valbert Vidal. Escúchate a ti mismo. Ese no es el joven que yo conozco desde hace tanto tiempo. Contrólate y controla tus ideas.
-No sé qué hacer, no tengo idea de cómo solucionar esto.
Valbert estaba alterado, parecía como si acabara de ocurrir una tragedia, sus ojos contenían apenas las lágrimas y sus manos hechas puños temblaban a causa de la fuerza con que se hallaban cerradas. Bernard se sentía terrible al ver a su amigo en esas circunstancias. No tenía idea de qué podría hacer para evitar que él se sintiera así y en su interior sentía mucha culpa y tristeza por la pesada carga de ser el Banisher, esa carga que día a día se arrepentía de que fuera Valbert quien la cargara.
-Ni yo tampoco. Me imagino que nunca antes esto le ocurrió a otro desvanecedor, pero eso es la vida, enfrentarse a cosas nuevas y salir adelante. Joven amigo, tú ya has tomado la decisión de darle asilo a esa niña en tu casa, así que ahora es tu responsabilidad, no debes dejarte vencer, dejarte derribar es un lujo que no puedes darte, mantente firme y confía en tus instintos, es lo único que puede darte, no la razón acerca de si estás haciendo lo correcto.