Desvanecer

20° CAPÍTULO

Bitácora de Valbert. Día #1195.

 Hace una semana que hablé con Bernard acerca de dejar de ser el Banisher y hoy he terminado el último trabajo que acepté, he eliminado a alguien más cuya identidad ya a nadie le importa, pero que para mí en lo particular me marca profundamente.

Es posible que esta persona que jamás vuelva a ser mencionada, sea la última persona a quien elimina el Banisher Valbert, pero eso aún no lo sé, si realmente podré ponerle punto final a aquello para lo que he pasado la mitad de mi vida preparándome.

Como dijo Bernard, tengo a Klaudia a mi lado y es ella quien me da el valor para seguir adelante y hacer una vida a su lado, pero no sé qué tanto pueda durar esto, ya que, aun cuando ahora Klaudia se siente más tranquila al tener un empleo, aún puedo ver cómo su espíritu se debilita y muere lentamente y si esto ocurre no quedará más que el cascarón vacío de la mujer que cambió mi mundo y volveré a perder la razón que tenía para vivir. No sé qué haré, pero algo se me tiene que ocurrir

Por hoy y quizás para siempre, se despide Valbert, the Banisher.

 

*  *  *

Al día siguiente Klaudia y Valbert estaban desayunando tranquilamente y sin nada particular, pero fue entonces que alguien llamó a la puerta, lo cual sorprendió mucho a Klaudia ya que Miriam tenía sus propias llaves y nadie solía ir a aquella casa.

- ¿Podrías ir a ver quién es? -Preguntó Valbert a su novia sin levantar siquiera la vista.

-Claro mi amor. -Respondió ella aun sintiéndose confundida ante la repentina visita matutina.

Klaudia quedó sorprendía cuando abrió la puerta y una docena de hombres entraron como desfilando cargando enormes y hermosos arreglos florales llenos de todo tipo de flores, desde rosas blancas, rosas y rojas, hasta tulipanes, margaritas y aves de paraíso. Klaudia jamás había visto algo semejante.

-Feliz cumpleaños mi vida. -Dijo Valbert abrazando a su novia por la espalda y dándole un tierno beso en la mejilla mientras ella se recuperaba de su asombro.

-Mi vida, no puedo creerlo. -Dijo Klaudia regresándole el abrazo y el beso al momento que sus ojos se llenaban de lágrimas a causa de la sorpresa y la gratitud.

Después de tanto tiempo y tantas desventuras que habían ocurrido en los últimos meses, Klaudia Comanely había olvidado por completo que ese día cumplía 28 años de edad y, ciertamente, no esperaba un despliegue tal por parte de nadie, ni siquiera de Valbert.

El día en el trabajo no tuvo nada particular, pues los compañeros de trabajo de Klaudia apenas la conocían y además a nadie le interesaba su cumpleaños debido al hechizo del Banisher, pero aun así al terminar la jornada, Valbert secuestró a Klaudia y la llevó a festejar su cumpleaños. Fueron de compras donde Valbert le regaló un hermoso vestido blanco, el cual salió usando de la tienda; a un SPA donde Klaudia recibió un tratamiento completo que ayudó a realzar su belleza natural; y ya al atardecer, disfrutaron de una cena romántica en un exclusivo restaurante italiano.

-Este día ha sido maravilloso, no recuerdo un día en el que me dieran tantos mimos. -Comentó Klaudia durante la cena.

-Nunca habías tenido un novio tan atento como yo. -Respondió Valbert con una enorme sonrisa.

-Quizás sí hayan sido atentos, pero definitivamente no eran tan ricos como tu mi amor.

 -Es una pequeña ventaja, después de todo, tú solo me amas por mi dinero. -Bromeó Valbert con gesto afable.

-Claro, desde que te vi me sedujeron tus millones. -Dijo Klaudia continuando la broma.

La cena siguió en forma tranquila y, finalmente, una vez que la cena terminó Valbert sacó de su bolsillo un último presente para Klaudia.

-Esto es para ti mi amor. -Dijo amorosamente abriendo el pequeño estuche que contenía una elegante gargantilla de oro con un pequeño colgante con una inscripción que decía “SIEMPRE TE RECORDARÉ.”

-Dios mío, es hermoso. -Respondió Klaudia atónita ante la hermosa pieza de joyería.

-Es sólo un pequeño detalle, tú mereces mucho más. -Dijo Valbert, mientras que Klaudia no pudo decir nada más y simplemente lo rodeó entre sus brazos.

Al llegar a la casa, ambos hicieron algo que no habían hecho en todo el tiempo que llevaban viviendo juntos, esta vez, Valbert no subió a su habitación, sino que acompañó a Klaudia a la suya y ahí ambos comenzaron con un erótico y seductor vaivén de caricias y arrumacos, poco a poco se despojaron el uno al otro de sus ropas y ambos se tendieron en la cama mientras continuaban las caricias y los toques en una forma única e incontrolable.




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