–¡Vámonos Rosie, o llegarás tarde a la escuela! –le grité a mi hermana desde la cocina.
–¡Ya voy! ¡Me estoy amarrando la cinta de los zapatos! –contestó ella.
Sonreí por su contestación, notando que tenía una llamada de mi jefe en el celular. Pensando que sería una emergencia, tomé la llamada con rapidez.
–Buenos días, jefe –saludé.
–Buen día, Meredith. Te llamó porque necesito hablar contigo de algo importante –contestó.
–¿Qué cosa?
–Yo... no es algo fácil de decir, pero es necesario hacerlo. Ha habido algunas quejas con respecto a tu comportamiento, y se me ha pedido que se te despida.
–¿Qué? ¿Por qué? Mi actitud es buena jefe, nunca he sido grosera con los clientes y hago mis actividades al pie de la letra –contesté consternada.
–Lo sé Meredith, estoy consciente de tu buena actitud en el trabajo, pero las órdenes no son mías, vienen de más arriba.
–No pueden hacerme esto señor, yo necesito el empleo, tengo que mantener a mi hermana.
–Lo sé Meredith, no sabes cómo me apena hacerte esto, incluso traté de hablar con el jefe, pero parece muy insistente en tu despido.
–¿Sabe usted quien dio esas quejas de mí?
–La verdad no, no quiso decírmelo, pero me encontré con esa chica que te molestaba en los pasillos –contestó él.
Ahora ya todo tenía sentido. La persona que me ha perjudicado, la que me ha hecho quedar mal, no se trata de nadie más que Kim In Hee, la chica con la que cursé toda la preparatoria y estaba dispuesta a hacerme menos, aun cuando ya fuimos por caminos separados.
La verdad no sé qué tiene esa chica contra mí, a casi todos los empleos que he ido me han despedido por razones irreconocibles y su sombra siempre está presente. Se aprovecha de que su padre es un importante CEO de importación de tecnología, y siente que el mundo está a sus pies.
–Ya no importa jefe, gracias por avisar –mencioné en un tono desanimado.
–Pasa por tu cheque más tarde, te daré una carta de recomendación para tu próximo empleo. Lo lamento mucho, Meredith.
–Gracias jefe, hasta más tarde –agradecí, colgando la llamada.
Juró que un día de estos mataré a In Hee. Ella me ha hecho muchas cosas que deben pagarse, pero al recordar que tengo a Rosie a mi cargo, mis ganas se desvanecen, no puedo dejarla sola.
Ahora, emplearé mi tiempo en conseguir otro trabajo, tratando de que In Hee no se enterará, a ver si ya me deja en paz, no puedo estar cambiando de empleo así nada más.
–¿Estás bien, Mer? –me preguntó Rosie, llamando mi atención.
–Sí, sólo me llamaron para asistir temprano al trabajo –le mentí por ahora, ya más tarde le diré la verdad.
–Oh, entonces vámonos, para que llegues a tiempo –sugirió preocupada.
Sonreí ante su inocencia, tomando su mano para salir del departamento, para llevarla a la escuela, no muy lejos de aquí.
–¿Llevas todos tus útiles? –le pregunté.
–Sí, también llevo mi traje de ballet para la tarde.
–Oh, es verdad, tienes clase hoy. Espero sea un buen día de lecciones.
–Lo será, tengo a una genial maestra. La señorita Spencer es muy amable y gentil, todas la queremos mucho, nos enseña con mucha paciencia y dedicación.
–Eso es genial, veo que les tocó una gran maestra este periodo.
–Mucho, toda mi vida querría que ella me enseñará a bailar, baila de maravilla el ballet, es la mejor en eso, ha ganado muchos premios.
–Me alegra que te vaya bien en la academia, parece que te diviertes mucho.
–Lo hago Mer, quisiera que tú también lo hicieras –sugirió.
–¿Practicar ballet? No, no es mi estilo.
–No, yo habló de que sigas aprendiendo a cómo tomar fotos, te quedan muy bonitas.
–Gracias por el consejo pequeña, pensaré en ello después.
–Está bien –dijo satisfecha, con una sonrisa que le devolví.
Todo lo que hago, es por ver esa hermosa sonrisa en su rostro, sin preocupaciones de ningún tipo, disfrutando su niñez, teniendo los más bonitos recuerdos que la distraigan de algunos vacíos en su vida.