Detrás de Cámaras

Capítulo 9. Consuelos.

–Buenas tardes –saludé a la recepcionista, cuando entré al edificio.

–Oh, hola, Señor Kim –respondió ella respetuosa.

–¿No sabes si Meredith se encuentra aquí?

–Sí, está en su oficina arreglando algunas fotografías, hoy no tuvo ninguna sesión.

–Muchas gracias, Sun Hee –agradecí con una sonrisa.

Fui directamente a la oficina de Mery y toqué la puerta suavemente, escuchado un “adelante” que me dio valor para entrar.

–Taehyung, ¿qué haces aquí? –preguntó ella, dejando de mirar la computadora que tenía al frente.

–Vine a preguntarte algo.

–De acuerdo, pero siéntate primero, parece que vas a caerte en algún momento –sugirió ella con la voz cansada.

Tomé una silla y me senté, moviendo con nerviosismo mis piernas y jugando con mis dedos mientras la miraba. No tenía un buen aspecto, se le notaban algunos círculos morados debajo de los ojos y su mirada era más melancólica de lo normal.

›› ¿Y bien? ¿Qué querías preguntarme?

–Bueno… quería invitarte a comer el día de hoy… –respondí nervioso.

–¿A comer?

–Claro, iríamos a donde tú quieras.

–Bueno, casi siempre voy a un restaurante que queda algo cerca.

–Podemos ir ahí, no tengo ningún problema con eso.

–¿Seguro? No quiero desperdiciar tu tiempo.

–Pasar tiempo contigo no es ningún desperdicio –afirmé mientras la miraba. Ella lo pensó por un momento muy corto.

–Está bien, iré a comer contigo.

–Perfecto, sé que vas a disfrutarlo –aseguré, levantándome del asiento, muy emocionado.

–Creo que así será. Sólo deja que tomé mis cosas y nos vamos.

–Está bien –respondí, mirando como tomaba un bolso y una chaqueta de mezclilla.

Salimos de su oficina, uno junto al otro mientras ella le daba instrucciones a Sun Hee. Me puse los lentes oscuros y la mascarilla, para evitar que me reconocieran por ahí.

Caminamos hacia el pequeño restaurante, que resultó ser el mismo al que llevé a Rosie Anya la semana pasada. Es divertido ver como ambas hermanas comparten gustos similares. Fuimos a una mesa de la terraza, donde una chica llegó a atendernos.

–Puntual como siempre Meredith, sólo que hoy llegaste siete minutos antes –dijo la chica con una sonrisa.

–Salí un poco temprano.

–Eso es muy bueno, así podrás disfrutar mejor el día… ¿Lo mismo que siempre?

–Así es.

–De acuerdo –murmuró, anotando en su libreta –. ¿Tú que vas a ordenar? –me preguntó.

–Lo mismo que ella, no hay problema.

–Muy bien. Volveré luego con su comida, no tardaré mucho –respondió con una sonrisa antes de irse.

–Ella me agrada –dije enseguida.

–A mí también, siempre que me atiende me llenó de energía.

–Pero hoy no te ves con muchos ánimos –señalé.

–Bueno… hoy no es un buen día –confesó, tocando su collar.

–Ya lo sé, por eso vine a verte.

–¿Para qué?

–Para que no estés sola –respondí, mientras colocaba mi mano encima de la suya.

›› Sé que hoy es un día difícil para ti, sé que no quieres estar sola con Rosie este día, sé que necesitas que alguien venga, te abracé y consuele, y si me lo permites, puedo ser esa persona, la persona que pueda escucharte sin pedir nada a cambio.

››No espero que me des la razón o las gracias por lo que hago de manera gentil, sólo quiero ayudarte.

–¿Por qué? –preguntó ella con la voz entrecortada, mientras una lágrima resbalaba por su mejilla.

La miré con ternura, levantándome del asiento y colocándome en el asiento junto a ella. Con mi pulgar limpié su lágrima y acaricié de manera delicada su mejilla.




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