Detrás de Cámaras

Capítulo 14. Cena de cortesía.

Meredith.

–¡Meredith!  ¡Qué alegría que hayas venido! –dijo mi tía al verme entrar por la puerta.

–A mí también me da gusto verte –dije, correspondiendo a su abrazo –. Toma, es nuestro regalo, Rosie lo escogió –comenté, dándole una caja con un collar fino de oro.

–Muchas gracias, ha sido un bello detalle de tu parte –dijo, para luego dárselo a uno de sus sirvientes, creo que para llevarlo a su habitación.

» Vamos, quiero presentarte a algunos amigos –dijo, rodeando ni brazo y llevándome al interior del salón.

Saludamos a muchas personas, traté de poner una sonrisa cordial, aunque no me empeñé en recordar todos sus nombres, no me interesaba conocer sus cargos o fortuna.

Afortunadamente acabamos antes de tiempo, porque se habían anunciado que la ceba ya estaba servida. Fuimos hacia la enorme mesa rectangular que tenían para esta clase de eventos, y al sentarme a un lado de mi tía, sentí una mano en mi hombro que llamó mi atención.

–Meredith, que sorpresa verte aquí –dijo mi tío, Báez.

–Es bueno volver a verte, tío –dije de manera educada.

–¿Dónde está Rosaline?

–Se quedó con unos amigos.

–Ya veo –dijo quitando su mano fe mi hombro y yéndose hacia su lugar en la mesa.

Sí, mi tío no es la persona más expresiva del mundo, pero es muy inteligente en cuestión fe negocios, no por nada es el CEO de la empresa que algún día fue de mis padres.

–Hablando de Rosie, ¿cómo está ella?  –preguntó mi tía.

–Está bien, disfrutando de la escuela y sus clases de ballet.

–¿Y qué tal baila?

–Es maravillosa, parece un ángel cuando baila.

–Me gustaría que algún día nos invitarás a alguna de sus presentaciones para verla –dijo mi tío.

–Claro –contesté algo insegura, su amabilidad me suele poner algo nerviosa.

–Lamento la tardanza, había un poco de tráfico en el centro –dijo una voz a mi lado, haciendo que girará.

Encontré a un hombre de unos 25 años, cabello rubio, ojos azules, piel clara, alto y atractivo.

–No te preocupes, Thomas –dijo ni tía con una sonrisa –. Thomas, te presentó a mi sobrina, Meredith.  Meredith, él es Thomas Johnson, socio nuestro en la empresa de Estados Unidos –nos presentó.

–Un placer conocerte al fin, Meredith, tus tíos me han hablado mucho de ti –dijo tomando mi mano y besando el dorso de esta.

–El placer es mutuo –dije apartando de modo sutil ni mano, que incómodo gesto.

–Siéntate a su lado, Thomas, y dinos que tal van las cosas por allá –pidió mi tío.

–Van bien, la productividad ha aumentado de modo considerable desde que implementamos el nuevo plan de trabajo, pero nos hace falta algo de personal, los fotógrafos no se dan abasto con tantos proyectos.

–Eso es un grave problema, tenemos que sacar la publicidad de manera rápida, sino perderemos clientes potenciales.

–Estoy consciente de eso, el único modo de lograrlo, es pedir que envíen fotógrafos de otros lados –sugirió Thomas.

El primer plato llegó, así que me concentré en comer, mientras ellos seguían enfocados en sus problemas. Mi tía de vez en cuando se metía en la conversación, dándome cuenta de que era la única fuera de lugar. No era algo que me preocupara demasiado, me alegraba no ser parte de este mundo tan intenso, agotador y caótico.

–Meredith –me llamó mi tía, deteniendo mis pensamientos –, tú estudiaste fotografía, ¿verdad?

–Sí –respondí.

–¿Qué te parecería ir a América como fotógrafa? Ayudarías mucho a la empresa –sugirió con una sonrosa.

–Es una buena oferta, tía, pero voy a tener que declinarla.

–¿Lo dices para no dejar a Rosie? No deberías estar preocupada, yo la cuidaría con gusto.

–No es eso, tía –mencioné, interrumpiéndola –, es que ya tengo un trabajo como fotógrafa, y no me gustaría renunciar así nada más.




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