Capítulo 22. De vuelta al pasado.

Meredith.

–Hoy vamos a comer juntos luego de pasar por Rosie, ¿verdad? –preguntó Tae en la llamada que estábamos haciendo.

–Claro. Se supone que también iba a buscar su vestuario para su siguiente presentación de ballet. ¿Vendrías con nosotras?

–Claro, Princesa. Contigo voy hasta el fin del mundo –afirmó.

Sonreí con ternura. Apenas habían pasado tres días desde ese horrible incidente con Thomas. Cuando le conté a Anya, comentó como Taehyung fue a decirle a JungKook, quien se puso realmente furioso.

Ambos tenían ganas de ir a buscarlo y arreglar cuentas, pero entre Anya y yo logramos enfriar las cosas, a pesar de que ella clamaba alguna especie de venganza. Como sea, ese tema está olvidado, al menos por ahora.

Por el momento, sólo estamos aprovechando este tiempo juntos antes de que comience con los preparativos para sus siguientes presentaciones en algunos premios y programas, además del nuevo álbum que presiento, será asombroso.

–Gracias, realmente eres un amor de persona –respondí, regresando al mundo.

–De nada. Voy a dejar que te concentres en tu trabajo, para que podamos salir a comer.

–De acuerdo. Te amo.

–Yo igual te amo, Princesa –respondió, haciéndome sonreír y reír, pues hizo el ruido de un beso antes de colgar.

En estos últimos meses, me he sentido mejor conmigo misma. Ya no hay pesadillas. Ya no hay culpas. Ya no hay miedos. De a poco, me han ayudado a comprender, que lo que sucedió no fue mi culpa, y eso me hace sentir mucha paz en mi corazón.

Además, no puedo quejarme demasiado. Tengo un trabajo que me encanta, unos amigos leales, una familia pequeña pero llena de amor, y por si fuera poco, alguien que me ama con locura, pasión y entrega. ¿Qué más le puedo pedir a la vida?

–Disculpe –dijo una voz, haciendo que dirigiera mi mirada a la puerta, donde vi a un hombre.

Era un hombre atractivo, de cabello negro y corto, piel clara, ojos oscuros, complexión delgada, pero con algunos músculos. Su semblante era serio y autoritario.

–¿Si? ¿Se le ofrece algo? –pregunté con curiosidad.

–Soy el detective Jung, se me ha asignado el caso sobre el accidente de sus padres –mencionó, estrechando mi mano, que le di cuando alargó la suya.

–¿El caso de mis padres? Pero ese caso está cerrado –señalé, muy confundida.

–Así fue, pero recientemente, se han encontrado algunas cosas que no cuadran, por lo que se ha abierto de nuevo.

–¿Qué es lo que quiere decir? –pregunté de manera directa. Creo que algo de Anya se me ha pegado.

–Lamento tener que decirle esto, señorita Barton, pero lo que pasó con sus padres no fue un accidente, eso fue un homicidio –me respondió él.

Homicidio.

Un homicidio.

Mis padres fueron asesinados.

Esa palabra hacía eco en mi mente, era como si no pudiera dejar de pensar en ella. Ignoré todo lo que el detective podía estarme diciendo, porque ahora, sólo sentía mucha confusión, dolor y enojo.

–¿Quién lo hizo? –pregunté de repente, interrumpiéndolo.

–Aun no lo sé con certeza, pero prometo que lo averiguaré pronto. Por ahora, necesito que me diga si sus partes tenían enemigos.

–No que yo sepa. Tal vez si va a la empresa RunWay pueda saber más.

–¿Usted no maneja la empresa? –preguntó con interés.

–No, se quedó en manos de mis tíos paternos.

–Comprendo. Por ahora no tengo más preguntas, pero volveré otro día. Por favor, si recuerda algo importante, no dudé en llamarme –pidió, sacando una tarjeta de su chaqueta, dejándola en mis manos.

–C-claro –él asintió y se fue, dejándome presa de mis sentimientos.

No puedo creer lo que ha pasado ahora. Luego de dos años de silencio, luego de dos años creyendo que fue mi culpa, de que yo había ocasionado todo, la verdad comienza a revelarse de la peor manera.

Alcé la mirada, esperando que las lágrimas que amenazaban con caer, no escaparan. ¿Por qué ahora? ¿Por qué el pasado regresa de este modo? ¿Acaso puede pasar algo peor?

–Ya llegó el correo –anunció el chico encargado de eso, dejando unas cuantas cartas en mi mesa.