Detrás de Cámaras

Capítulo 25. Un intento de paz.

Taehyung.

 

Ha sido una semana demasiado difícil para todos. Entre los preparativos para el nuevo álbum, los entrenamientos, grabaciones y demás, no he tenido el suficiente tiempo para estar con Mery y apoyarla como se merece, lo que me causa muchos conflictos conmigo mismo.

 

Los chicos han tratado de calmarme y animarme, diciéndome que ya llegará el día donde pueda dedicarme por completo a Mery, y así, ayudarla con el problema que está pasando ahora. Por fin ha llegado ese día, y para fortuna mía, tenemos 24 horas libres para hacer lo que queramos.

 

Así que aproveche, para ver a Mery y llevarla de día de campo junto con Rosie. Pensé en invitar a Kate y Farijh, pero estuvieron ocupadas, así que, por ahora, sólo serán ellas dos y Any, quien, por cierto, tiene un mal humor desde hace unas semanas, tanto por su padre como por esa chica del trabajo que la molesta de manera constante, pero ese mal humor parece desvanecerse, cuando ve a JungKook luego de lo que fueron dos días sim verse.

 

–¡Oh, por Dios! ¡JungKook! ¡Tienes el cabello rojo! –exclamó ella asombrada, sin dejar de ver el cabello de mi amigo.

 

–Quise hacerme un cambio más impactante –confesó, pasando la mano por dicho cabello color cereza, mirando fijamente a Anya –. ¿No te gusta cómo me veo?

 

–¿Bromeas? Te ves mucho más atractivo. Ese color hace que tus facciones luzcan de una manera despampanante... me siento realmente impactada, tanta belleza es demasiada para mí –dramatizó, poniendo una mano en su pecho, haciéndonos reír.

 

–¿Él es el único que te impresiona? Todos nos hicimos cambios –mencionó Jimin, con el cabello mucho más claro que antes.

 

–Todos se ven guapísimos y hermosos, en serio, pero JungKook impacta, es que él siempre ha usado colores oscuros y poco llamativos... Sin ofender.

 

–Tiene razón. Todos se han hecho cambios casi toda su carrera, pero en JungKook han sido menos notables, porque siempre elige colores negros o castaños –mencionó Mery, con Rosie sentada en sus piernas.

 

–¿Tú qué opinas, Rosie? –le preguntó Hobi con dulzura.

 

–Todos se ven muy guapos, incluso Tae Oppa con su cabello de dos colores –señaló la pequeña, haciéndome reír.

 

–Gracias, Rosie. Ahora, ¿listas para ir de día de campo?

 

–¡Sí! ¡Será genial! –chilló Rosie, saltando de las piernas de su hermana, tomando de inmediato la mano de Jimin y saliendo de la casa.

 

Anya seguía delirando por el cabello de JungKook, mientras él seguía riendo y contestando sus preguntas, los demás iban llevando algunas de las cosas que necesitaríamos, mientras que yo me agachaba a la altura de Mery, quien seguía sentada en el sofá.

 

–¿Todo bien, Princesa? –pregunté curioso.

 

–Muy bien, Tae. Gracias por hacer este espacio en tu agenda.

 

–Haré todo lo que esté en mis manos, para ver esa sonrisa en tus labios –prometí, besando el dorso de su mano –. Vamos a la camioneta, de seguro nos esperan –ella asintió, tomando mi mano y caminando juntos a la salida.

 

Me alegra que todos estemos dándonos este respiro, era algo que necesitábamos con urgencia, excepto por Rosie. Ella aún no sabe mucho sobre lo que sucede, tanto de la pelea por su custodia como el caso de sus padres. Mery no ha querido decir nada, hasta que empiecen los juicios, dice que no quiere estresarla antes de tiempo, y está bien, no voy a presionarla a hacer algo que no quiere, al contrario, la apoyaré en todo lo que pueda, esa es mi meta ahora.

 

♦♦♦♦♦

 

–Princesa, ¿cómo estuvo esa siesta? –pregunté a Mery, tocando de manera leve su mejilla, viendo como parpadeaba un poco para lograr verme.

 

Llegamos al campo hace como tres horas, donde hace una y media, Mery decidió tomarse una siesta en una de las sillas plegables que trajimos, donde me puse al lado de ella, para velar su sueño. Hasta ahora, todo marcha bien, nos hemos divertido, comido bien y relajado, justo lo que necesitábamos.

 

–Estuvo excelente, hace días no duermo bien –confesó, estirándose un poco.

 

–Eso no es bueno, Princesa, debes descansar bien para tener fuerza.

 

–Lo sé, es que mi mente da muchas vueltas y no sé cómo calmarla.

 

–Tal vez un vaso de leche tibia ayudé.

 

–Sí, puede ser. Gracias por la sugerencia.

 

–De nada –respondí, recostándome en mi silla.

 

–¿Cómo ha estado Anya? No he tenido oportunidad de verla muy seguido en el trabajo.

 

–Faltó algunos días, es que tuvo exámenes toda la semana, y tenía que estar presente a horas determinadas.




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