Meredith
Apenas había puesto un pie en la sala, cuando el timbre volvió a sonar. Preocupada de que fuera otra visita sorpresa de la trabajadora social. Fui a abrir rápidamente, tratando de no verme tan asustada o preocupada.
–Hola, Meredith –saludó Kate con voz alegre. Farijh estaba a su lado, sosteniendo una bolsa con ambas manos.
–Kate...Farijh. No las esperaba –contesté confundida.
–Lo sabemos, es una visita sorpresa. Hubiéramos traído a Anya, pero esta algo... indispuesta.
–Comprendo, no se preocupen. Pasen, por favor –les invité, abriendo un poco más la puerta.
Cerré la puerta cuando terminaron de pasar, para luego, caminar hacia la cocina, donde Farijh ya se había tomado la molestia de bajar unos vasos y platos hondos, colocándolos en la mesa, donde Kate estaba abriendo una cacerola.
–Tenía la corazonada de que aún no habías comido, así que pasé por Kate al restaurante, para traerte algo rico de comer –comentó Farijh, colocando algunos cubiertos en la mesa.
–Hice una sopa de verduras de manera rápida, espero que les guste –mencionó Kate, sirviéndola en los platos.
–Oh, chicas. Muchas gracias por el detalle, es muy significativo para mí –agradecí de corazón, conmovida por su gesto.
–No fue nada. Queríamos verte, para saber cómo te ha ido en esta caótica semana que no nos hemos visto –dijo Kate, tomando una cucharada de la sopa que hizo.
–Fue un caos, como bien dijiste. Todo comenzó cuando tuve que explicarle a Rosie lo que iba a pasar, Le dije toda la verdad acerca de ese tema, menos del caso de nuestros padres, eso aún no quiero tocarlo, hasta saber en realidad que fue lo que pasó.
» Me dolía en el alma ver el miedo y la incertidumbre en los ojos de mi hermana, pero tenía que ser fuerte, no podía desmoronarme, pero tampoco, prometerle que todo iba a estar bien, cuando ni yo misma sé que va a pasar.
» La primera sesión del juzgado fue cansada, fue más que nada información que ya sabía, lo único que se estableció fue que Rosie pasará tiempo con mis tíos, al menos dos veces a la semana. Se supone que en una hora tendría que estar llegando de su visita.
–¿Y cómo te ha ido con las visitas de la trabajadora social? –preguntó Farijh con interés.
–Creo que no le caigo muy bien, no sé, siento que no me ve como alguien capaz de cuidar a otra persona y darle todo aquello que necesita.
–¿Te ha hecho alguna grosería? –preguntó Kate.
–No en palabras, pero su modo de comportarse conmigo me lo hace saber, me ve con despotismo e inferioridad.
–Esperemos que sea imparcial en su opinión y no te perjudique de algún modo –comentó Kate.
–De todos modos, puedes decirle tus inquietudes al juez, así podrán evaluar si es apta o no para seguir con las visitas, para que puedan cambiarla por alguien más imparcial –sugirió Farijh con seguridad.
–¿Cómo estas tan segura de eso, pequeña? –preguntó Kate con curiosidad.
–Una amiga mía estudia leyes, le comenté un poco de lo que sucede y me dijo algunas cosas que podrían ayudar.
–¿Y por qué no la trajiste?
–No puedo, está en otro país estudiando una maestría.
–No te angusties, Farijh. Agradécele a tu amiga por sus consejos –le dije, tratando de hacer que quitará esa cara de angustia.
–Parece que, en esta semana, todos hemos tenido que lidiar con algo malo, como si fuera una especie de reacción en cadena –murmuró Kate, recargando su barbilla de su mano.
–¿Qué problemas has tenido, Kate? –le preguntó Farijh.
–Nada nuevo, sólo el cocinero siendo arrogante y egoísta como siempre. Odia que meta las manos en la comida.
–Y lo sigues haciendo, aun cuando eso lo hace rabiar –señaló Farijh con rapidez.
–Mi jefa me dio permiso de usar la cocina cuando lo deseará, no estoy haciendo nada malo –se defendió la pelirroja.
–Bueno, en eso tienes razón –concordé con ella, ganándome una sonrisa de su parte.
–¿Qué hay de ti, pequeña? ¿Algún problema que quieras compartir? –le preguntó Kate, haciendo sonrojar a Farijh.
–N-no, sólo que mi coreografía no termina por gustarme.
–¿En serio? ¿Sólo eso?
–Sí, no tengo ningún problema –mencionó rápidamente. No sé porque, tengo la ligera sensación de que Farijh miente, es cómo si le avergonzará aquello que nos oculta.
» Por cierto –continuó ella, avergonzada por mi mirada y la de Kate –, ¿alguien sabe cómo esta Anya? No ha contestado mis mensajes.
–Hasta donde sé, a nadie le ha contestado, y quien sabe cuándo lo haga, parece que no quiere salir de su casa –contestó Kate, con un velo de preocupación en su rostro.
–Denle tiempo y espacio, lo necesita, y mucho más por lo que sucedió –traté de tranquilizarlas.
–Pero no tenían una relación muy estrecha o intima, hasta donde yo sabía. ¿Cómo fue que la muerte de su padre llegó a afectarle de tal modo, que no quiere salir de su casa? –preguntó Kate con curiosidad.
–No importa si estuviste cerca, distanciado o peleado, la pérdida es la misma, el dolor es el mismo –respondí con seguridad.
–Yo no puedo imaginarme un mundo sin mis padres. Sé que ustedes han sufrido esa pérdida, pero yo no podría soportar algo así –confesó Farijh.
–Creo que no es tanto soportar la pérdida, sino la ausencia. Mamá se fue hace unos meses, y sé que era algo inevitable, pero la extraño mucho. Lo que me duele más es la ausencia en cada evento especial en mi vida, que la manera en la que se fue –compartió Kate, dando una mueca algo nostálgica.
–Anya logrará superarlo, es una chica fuerte, valiente y terca, estoy segura que sólo hay que dejar que su duelo pasé, para que vuelva a ser la misma de antes –aseguré con una sonrisa.
–Igual JungKook la ayuda mucho, no se aleja mucho de su lado –señaló Farijh.
–Pero se acerca el comeback de su álbum, lo que hará que estén separados. ¿Podrá Anya comprender su ausencia? –preguntó Farijh con preocupación.
–Calma tu mente, pequeña. Es muy seguro que Anya lo arrastré a las presentaciones si ve que deja sus responsabilidades por ella. Anya se molestaría más con JungKook por no dejarla, que, por dejarla, es así de complicada –la tranquilizó Kate.