Meredith.
El sonido del timbre hizo que abriera mis ojos con pesadez. Suspiré y decidí ignorarlo, hasta que volvieron a tocar otras tres veces, logrando que saliera de la cama, arrastrando mis pies, sin siquiera mejorar el aspecto deprimente que tenía.
–¿Anya? ¿Qué haces aquí? –pregunté con voz rasposa,
–Vine a darte una noticia y a hacerte una invitación importante –dijo ella con una sonrisa, entrando a mi casa.
–Anya, sin ánimos de ofender, no tengo ganas de nada.
–Vale, entonces seré directa y veremos si sigues con esa actitud –intento ella, inhalando hondo y estirando su mano –. El día de ayer, JungKook me dio un anillo –soltó, despertándome por completo.
Rápidamente, mi mirada fue a su mano izquierda, donde vi un precioso y discreto anillo, decorando su dedo anular. Mi mano fue directo hacia la suya, tomándola para evaluar mejor el anillo. Cuando Tae me dijo que JungKook tenía planeado darle uno, no pensé que le daría semejante joya tan hermosa.
–Wow, es maravillosa. No creí que JungKook te daría semejante belleza –confesé, admirando con alegría su anillo.
–Espera, ¿ya lo sabias? –preguntó con curiosidad, delatándome al instante.
–Lo siento, a Tae se le salió, me dijo algunas cosas, pero, esto supera mis expectativas.
–Y las mías. No creí verme con un anillo en el dedo, era una posibilidad que creí que era imposible.
–¿Y eso por qué? –pregunté, mirándola a los ojos. Noté un leve rubor en sus mejillas, al igual que un rastro de tristeza en sus ojos.
–Porque el matrimonio de mi madre no fue perfecto, y aunque al principio creí que podía cambiar eso, si encontraba a alguien con quien compartir mi vida, lo deseché, cuando me dijeron que era igual a él, donde los compromisos y yo no éramos compatibles.
–¿Y quién te dijo semejante mentira?
–El chico que fue mi novio antes.
–¿Por qué?
–Tengo dos teorías. Una, cuando no acepté irme a vivir con él cuando me lo ofreció, y la segunda, cuando rechacé su propuesta de matrimonio.
–¿T-te hizo una propuesta de matrimonio? ¿Y por qué dijiste que no? –pregunté con curiosidad y sorpresa.
–Creo que fue porque no me sentía muy segura de eso. Cuando me lo propuso, tenía como 17 años, tal vez 18, y no estaba en mis planes casarme o irme a vivir con alguien, así que cuando dije que no, pues, se molestó.
–Ese chico no te merecía, en cambio, JungKook, él te demuestra todo el tiempo que te ama, que quiere estar contigo y que eres lo más especial para él.
» Se le nota en los ojos todo el amor, ternura y admiración que siente por ti, mejor compañero de vida no pudiste elegir mejor. Pero, dime, ¿qué fue lo que hizo que a él lo aceptarás?
–Que de verdad lo amo y quiero estar con él. Cuando me preguntó si quería estar con él, de hacer la promesa de que tendríamos una vida juntos en un futuro, te juró que no lo dudé, de inmediato dije que sí.
» Claro, me dio algo de pánico cuando le pregunté si era alguna clase de propuesta de matrimonio, pero cuando dijo que sólo era un anillo de promesa, me dio algo de alivio.
» No creas que es porque no quiero casarme con él o algo así, es sólo que…aún tengo algo de miedo sobre no ser la indicada para él, y de verdad, de verdad quiero serlo, quiero esforzarme para serlo, y cuando ese día llegué, decir con seguridad y ninguna duda “sí, acepto casarme contigo” –confesó ella, algo apenada, emocionada y sonrojada.
–Anya, no necesitas hacer eso, de verdad, ya eres la indicada para él, ambos lo son para el otro. Sé que él sólo espera que te sientas lista, aun así, tienen tiempo para llegar a ese punto.
–Vale, supongo que sí –murmuró ella, lanzándome una sonrisa cómplice –. Lo logré, te hice sonreír –señaló, haciéndome reír.
–Es que son buenas noticias. Un anillo de promesa es un buen inicio para una aventura juntos.
–Eso creo. Ahora, viene mi invitación. Vamos a mi casa, necesito decirles algo.
–¿Ahora? No me siento con ánimo.
–Por favor, te juro que no te quito mucho tiempo, ya los demás deben haber llegado –suplicó, frunciendo un poco sus labios en un puchero.
–¿Los demás?
–Pues sí. Los chicos, la pareja de abogados y el agente Jung. Invité a Farijh y Kate, pero están algo ocupadas, así que les diremos después.
–¿Por qué?
–Te diría, pero no, es sorpresa. Vamos, ve a cambiarte, no tenemos todo el día, además, te ves terrible.
–Qué pena que mi desánimo y depresión te den asco –escupí de manera sarcástica, siendo llevada a mi habitación.
–Vamos a quitarte el desánimo, además, no tienes depresión, sólo estas muy triste, pero eso ya lo vamos a resolver –aseguró ella.
No tenía ni idea de que era lo que Anya tenía planeado, pero si algo era seguro, es que debía ser un hecho, porque ella jamás haría o diría algo que no fuera cierto, siempre se asegura de todo, así que supongo, que tendré que esperar a ver que sucede.