Detrás de Cámaras

Capítulo 37. Las piezas vuelven a su lugar. Parte 1.

Meredith.

–N-no… no es cierto… por favor…dime que no es cierto –pedía él, pero sólo me limitaba a observarlo, como si fuera una especie de película ante mis ojos.

–Taehyung, por favor, trata de calmarte –le decía el otro, tratando de tomarlo de un brazo.

–¿Cómo quieres que me calme? –gritó exasperado, derramando un par de lágrimas –¡Perdió la memoria! ¡Mi Princesa no me recuerda!

–Por favor, trata de calmarte, si no lo haces, no podre explicarte nada.

–No quiero ninguna explicación, sólo quiero a mi Princesa conmigo, quiero que Mery vuelva, por favor… –pedía desesperado, arrodillándose en el suelo, mientras que el otro se agachaba a su lado.

Sus palabras me llegaron al alma. Se veía tan triste, tan desesperado. Era la viva imagen de un corazón roto y esperanzas perdidas, era una escena que hacía que mi corazón doliera y quisiera acompañarle con mis lágrimas… No lo resisto, no puedo seguir con esto.

–P-por favor, ya no llores –pedí, llamando su atención –. No llores, por favor, me rompes el corazón con eso, por favor, ya no lo hagas. No voy a seguir con esto, es una tontería, ya no quiero.

–Bueno, supongo que no salió como esperaba…

–¿Qué? ¿De qué están hablando? –preguntó confundido.

–Lamento decirte esto, pero desafortunadamente, Meredith no perdió la memoria, sólo quería hacerte una broma –expuso Yoongi con sinceridad, colocando una mano en el hombro de Tae.

–¿U-una broma? –cuestionó confundido.

–Sí, lo siento, no pensé que te ibas a poner así, fue una idiotez, perdóname –pedí, colocando mis manos en mi boca, tratando de no llorar.

–¿P-Princesa? ¿De verdad me recuerdas?

–Claro que sí, cariño. Nunca me olvidaría de ti –respondí. Él comenzó a reír, levantándose y caminando hacia mí, dándome un cálido y confortable abrazo.

–Princesa, te extrañé mucho –susurró, besando repetidamente mi cabeza. Correspondí a su abrazo, inhalando profundamente, al sentirme tan cálida y cómoda.

–Ya estoy aquí, no voy a irme.

–Ah, pensé que iba a ser una buena broma, pero parece que fallé –suspiró Yoongi, llamando nuestra atención.

–No voy a volverte a hacer caso para una broma así, me partió ver a Tae llorar de ese modo –aseguré, haciendo que Yoongi sólo se alzará de hombros.

–Al menos lo intenté. Iré afuera, les daré algo de privacidad –se despidió, saliendo de la habitación.

–¿Cuándo despertaste? –me preguntó Tae, sentándose a mi lado.

–Hace como dos horas. Yoongi estaba aquí, así que avisó al docto y vino a chequearme.

–¿Y qué tal?

–Dijo que no había ningún problema grave, más que aturdimiento y algo de desorientación, de hecho, no puedo moverme mucho porque me mareo. Sugirió déjame en observación un par de días más, por si algo nuevo surge.

–Ah, esa es una buena noticia.

–¿Cómo están Anya y Rosie? –pregunté de inmediato, preocupada por su bienestar.

–Rosie se despertó ayer, tal vez hoy en la tarde le den el alta. Con respecto a Anya, no tuvo muchas complicaciones, sólo está algo adolorida, pero bien.

–Me alegra escuchar eso –suspiré, tensándome un poco –. ¿Cómo está ella? –Tae mordió un poco su labio superior, tomando una de mis manos.

Ella no está tan bien. Recibió varios golpes en la cabeza y eso trajo algunas consecuencias.

–¿Cuáles?

–Nunca más va a volver a moverse, está paralizada del cuello hacia abajo –me estremecí un poco ante lo que Tae dijo, cerrando los ojos.

Ella pudo haber muerto o quedado con heridas menores, pero su destino fue peor que eso. No volverá a moverse. No volverá a tener la misma vida de antes. Ahora, es prisionera de su propio cuerpo, eso es algo escalofriante.

–Tal vez sea su castigo, por todo el daño que nos ha hecho –murmuré, abriendo un poco mis ojos.

–Algo así dijo Kate, pero Anya no está muy conforme con eso.

–De seguro ella imaginó escenarios más creativos –compartí, haciéndolo reír un poco.

–Sí, así fue –afirmó, acariciando un poco mi mano –. Estoy muy agradecido de que hayas despertado, estaba muy asustado pensando que tal vez no volverías.

–Yo también, pero no era mi destino morir, aún tengo muchas cosas que hacer –aseguré, soltando su mano para acariciar su mejilla.

» Lamento todos los problemas que te causé y por mi modo tan impulsivo de actuar, pero no podía quedarme sin hacer nada.

–Fue bastante duro, lo confieso. Estaba muy asustado de que algo malo te pasará. Cada minuto que pasaba era una agonía, no sabía que hacer –dijo él, haciendo un puchero con sus labios.

–Me lo imaginó. Lo lamento, tenía que salvarlas.

–No dudo de tus buenas intenciones, Princesa, pero para ser una persona que no toma decisiones muy impulsivas, me dejaste sorprendido.




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