Detrás de la máscara

CAPÍTULO XV

CAPÍTULO XV

Y así siguieron pasando los días. Ya era viernes y Marien seguía sin querer hablar conmigo. Intentaba controlar mi mal humor con todos los que me rodeaban, pero a veces me era imposible.

Sam volvió a la cafetería y me alegré mucho de volver a verle, aunque algunas cosas que me decía me irritaban más de lo que deberían. Sus comentarios sobre mi mal aspecto hicieron que colmara el vaso y le dijera de todo. No me sentí orgullosa y me arrepentí al instante. Le pedí disculpas excusándome de que no estaba pasado por un buen momento. Insistió en saber que me ocurría, pero al ver mi cara de exasperación, prefirió callarse y marcharse. Prometió volver en unos días, con la esperanza de que esté mejor. Yo también esperaba estar mejor, aunque lo dudaba mucho.

Seguía sin dormir por las noches, aunque de vez en cuando Zack me despertaba en medio del trabajo. Esas cabezaditas me venían de lujo, aunque no duraran mucho.

Por otro lado, estaba Derek. Era el único con el que controlaba mi frustración y desesperación y por el único por quien me cuidaba. Esa misma mañana, al ver que entraba en la cafetería con su habitual uniforme, corrí hasta el baño para tapar las ojeras que cada día eran más oscuras. Quería que me viera guapa y no así como estaba, tan desarreglada y tan… poco yo.

Pero siendo sincera, cuando él llegaba, todo el sueño que tenía se esfumaba por completo— o al menos, casi por completo—. Era el único capaz de conseguir ese efecto en mí y el único en hacerme sonreír en esos momentos.

Ambos habíamos aprovechado el poco tiempo que tenía para desayunar antes de entrar a trabajar en la comisaría para hablar de nosotros, de nuestra vida y poco a poco comenzaba a verle como un pilar fundamental en mi vida. Cada mañana al oír la campanita que había sobre la puerta de la cafetería, volteaba la cabeza para ver si era él el que había entrado. Tarde o temprano, cada mañana venía a tomarse un café con su tostada, o su croissant, o simplemente su café.

Me gustaba su compañía como la de nadie más, pero eso también me daba miedo. Me daba miedo empezar a tener unos nuevos sentimientos hacia él y no ser correspondida, aunque sus gestos me demuestran todo lo contrario. Pero, sobre todo, me daba miedo empezar una relación y que se volviera tóxica por mi estado mental. No me consideraba una loca, pero no quería arrastrar a Derek a lo que Cass arrastró a Sam. No sería justo para él. No podía hacerle eso y no quería que sufriera mis delirios y paranoias.

—Kate, ¿me has escuchado? — me preguntó Derek al ver que me había aislado en mi mundo. Ni siquiera esperó que le contestara porque me había formulado su propuesta antes de que pudiera abrir la boca—. ¿Te recojo esta noche y vamos a tomar algo? ¿O a cenar? Lo que quieras— me sonrió de esa forma que solo él sabe hacerlo para hacerme sentir esas mariposas en el estómago y no pude hacer más que asentir intentando esconder una sonrisa bobalicona.

—Sí, claro. Me encantaría.

Estaba agotada tanto física como psicológicamente, pero de todos modos no iba a hacer nada en mi casa. Solo estar en el sofá, abrazada a mis piernas con un café preparado que me traía de la cafetería y repitiéndome durante toda la noche que no me durmiera, que no cerrara los ojos. Al menos todo eso había dado resultado. Las pesadillas habían cesado y ni siquiera las tenía durante las cortas cabezaditas que no solían llegar a una hora— alguna que otra llegaba a dos horas— que daba en el trabajo.

Por otro lado, estaba Marien. No me hablaba y siempre evitaba mi mirada como fuere. En varias ocasiones quise acercarme para disculparme por mi comportamiento, pero en cuanto veía que me acercaba a menos de tres metros de ella, se iba corriendo a hacer cualquier otra cosa que no fuera estar a mi alcance. Pero, supe por Zack, cuando me despertó después de dos horas dormida en una mesa del fondo de la cafetería, que Marien le había ordenado dejarme descansar.

—Está preocupada por ti, Kate. Y yo también. No sé qué te pasa y no sé qué os ha pasado a las dos, pero cuando te he querido despertar, porque se lo mucho que te importa dar buena imagen al local, ella me ha dicho que te dejara dormir. Que necesitabas dormir. Por su expresión podía ver lo mucho que le duele verte así— me comentó mientras me tomaba otro café de un solo trago.

Me dolía esa situación y me daba miedo que Edgar tuviera razón al respecto. He apartado a mi amiga de mi lado. Al final, poco a poco la situación se convertía en una copia de todo lo que le ocurrió a mi hermana.

En ese momento pensé en Alice. Quizá a ella le pasó lo mismo que a Marien. Un mal comportamiento de parte de mi hermana por los delirios que sufría. Quizá la estaba atacando cuando ella solo hizo lo que Cass le pidió: que la dejara en paz.

Pero eso yo no lo sabía. No sabía si era eso lo que les había ocurrido o tan solo se apartó de Cass al ver que su locura aumentaba por momentos.



#13830 en Thriller
#7816 en Misterio
#5679 en Suspenso

En el texto hay: amor, pesadillas

Editado: 17.04.2018

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.