Detrás de la puerta gris

3

Aquí el silencio se siente cómodo y no como los silencios a los que estoy forzado. La oscuridad es rota por la pequeña luz de la linterna. El tren pronto pitara y yo estaré aquí dentro sumergido en el escondite ideal para huir del desastre que es mi familia y mi vida. Me convenso, el miedo ha desaparecido, de que tome una buena decisió encerrandome quizás es lo que deseamos hacer cuando ocurren cataclismos en nuestro existir. 

Es un espacio reducido no cabrían cuatro personas aquí dentro, es similar a un armario viejo que huele a polvo y olvido. También desperdicios, moho y un olor apestoso como si los ratones hubiesen muerto. 

Continuo buscando la moneda sin lograr encontrar nada. El escondite no tiene nada de especial crei que me llevaría a un mundo mitológico, tal vez a un hermoso paisaje, pero la realidad no es absurda como todas las historias que he visto y leído. Sin embargo, para mí es un lugar especial porque aquí puedo estar solo. Es reducido apenas camino veinte pasos en línea recta. Escucho otra vez el ruido anterior que provocó que mi moneda rodará. Un murmullo de voz de mujer se escucha al otro lado de la pared es Marieta habla grave y severa, casi con odio. 

-¿Es mi culpa estar embarazada? Ojalas pronto se vayan y pueda estar sola sin tener que soportar a Ismael y a mi padre. Habla sola y sé que está castigandose por una cosa nimia que ni yo alcanzo a comprender. Mi odio siempre estuvo vigente hacia Marieta, pero ahora me doy cuenta que me da lastima y yo también me la tengo. Sus ojos se oscurecieron cuando supo lo que yo iba a estudiar. 

 

Me retiro de la pared y descubro entre una manta roida y negra un baúl oxidado como los sueños de Marieta volcado por las amargas y misojinas palabras de papá al decirle que una mujer no puede estudiar la profesión que esta hecha para hombres. Vislumbro el baúl con curiosidad y un enorme afán de abrirlo me invade. Quizás ahí dentro haya un cadáver o algún tesoro no lo sé. Esta polvoso y sin candado. Lo podría abrir ahora o tal vez por la noche cuando todos duermen. Ahora soy invisible aunque ya lo era antes de entrar en este lugar. 

Antes de abrir el baúl escucho los pasos de mi padre ya despertó y se dirige a la cocina. El miedo disipa la curiosidad. Ahora seré el hijo desaparecido y podré escuchar lo que dicen, sus voces me dirán lo que sienten sin que tenga que verlos a la cara. Leonor esta en la sala lo sé porque habla con papá y luego lo va a besar. Él se queda en la sala y los pasos de Leonor y su grito sordo me revelan que ya se han encontrado con el rastro de sangre que deje en la cocina. Mi plan es simple hacerlos sufrir y luego morir aquí dentro de hambre, sed o de infección por la herida que me he provocado. 

-Mataron a Ismael esta mañana la sangre lo indica. Leonor no lloro cuando hablo y pide que llamen al policía de la comunidad. 

Marieta no dice nada y mi padre sigue llamando al policía sin coseguir más que un refunfuñeo y palabras como que debe esperar horas para darme como desaparecido. Debí envenenar a Marieta cuando tuve la oportunidad. Ella se siente cómoda pensando en mi muerte y no la culpa yo sentiría lo mismo en su lugar. No es necesario verlos para darme cuenta que les da igual que haya muerto o no. La lluvia sigue cayendo con mayor intensidad y me dispuse a abrir el baúl la única cosa que hay aquí dentro. 

-¡Pobre Ismael! Tan joven... Marieta por fin habla, pero no me importa.

‐No esta muerto, hija. Tal vez lo secuestraron para pedir dinero. Papá la calla con su timbre áspero y seco con que siempre la trata.

 




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