Aquí en la oscuridad los recuerdos surgen mejor. Ya no me importa si ellos creen que estoy muerto o si preguntan a los vecinos si me han visto. Me acuesto sobre el piso gélido y la tristeza hace de las suyas. Empiezo a llorar por el chico que vivió en esta casa y me convenso de que quizás alguna vez Nando fue feliz. Recuerdo esa vez cuando fuimos a pasar un verano en aquella isla.
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El agua de la playa me ponía los pies muy blancos. Caminaba a la orilla agarrado de la mano de Leonor. Mi madre llevava puesto un sombrero y un vestido amarillo con flores en los bordes. Jamás la vi tan bella y sonriente, fue a partir de ahí que la infelicidad nos acorralo sin darnos la oportunidad de ser felices.
Marieta mi hermana paso sus vacaciones en otro lado en compañía de sus amigos. Papá también era feliz y jugábamos disfrutando el momento, pero esos días se acabarían cuando cumpliera mis trece años.
Recolectaba caracoles, a veces me perdía todo el día buscando en las zonas alejadas de la isla perdiendo la noción del tiempo, obsesionado con encontrar tantas caracolas para regalarlas a Emma la mujer que ame desde que nos mudamos a esta casa y lo peor es que yo la amo, pero ella no me ve igual como a un novio.
Leonor se preocupaba muchísimo por mis paseos y un día decidió acompañarme. Mi padre estaba más interesado en atrapar diversos tipos de peces en el arrecife. Solo fue una vez que decidió acompañarme prefirió estar más con él que conmigo y eso me molestaba mucho. Cuando me agotaba la búsqueda o cuando el tiempo era tedioso convivía con los adultos eramos Leonor, papá y un viejo que servía en la cabaña de la isla. Me propuse en lo que quedaba de tiempo buscar un tesoro y cabe muchos lugares en la isla.
"Aquí dio a luz una mujer un bebe con cola de sirena" me decía el viejo barbon cuando me veía cabar sin descanso.
"¿Y después...?" Le pregunte en cierta ocasión al hartarme de sus palabras.
"Las mataron a ambas y las enviaron sin rumbo en una barca por todo el océano Atlántico" fue la única persona que me contó historias y me preguntó que pasó con él, aunque sabía que eran mentiras nunca trate de pensar en eso.
Las dos semanas terminaron en nuestra isla. Volamos hasta nuestro destino con muchas cosas que contar, excepto Leonor que paso más al pendiente de mi padre que de su propia diversión. Llegue a pensar que no poseía ningún interés por nada y que su vida estaba totalmente arraigada a la de papá. A Marieta la recuerdo eufórica y feliz en su retorno a casa. Parecía más viva como si las vacaciones la hubiesen cambiado,se miraba enamorada y eso lo supe, ellos también, desde el primer vistazo a su cara. Lo otro lo supimos después, ella había perdido la inocencia.
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Se han ido de la cocina y ahora están sentados en la sala. Están callados, indiferentes y pensado en mí. Luego habla mi padre con su tono de voz soberbio.
"Nos faltaba la segunda desgracia"
Desde que participó en la guerra no es el mismo. Su indiferencia en las comidas, las reglas, su machismo descomunal... La pensión que le dan por ser soldado lo aqueja todo el tiempo y tiene que trabajar en el almacén todo el día. Mi padre creyó que con la ida de Marieta a la universidad los problemas acabarían, sin embargo esta cometió un error y papá no se lo ha perdonado en efecto. Necesitan a alguien que les de mucho ingreso y que el por fin deje el almacén y el indicado era yo. La verdad es que preciso cuestionarme tantas cosas que no comprendo. "Han matado a Ismael" me digo y sus voces pierden fuerza, pues mis recuerdos siguen fluyendo.