Es de tarde. Emma y su padre se marcharon hace rato deseando que estuviese bien. Jamás me preocupe por dejar una nota de suicidio Marieta, Leonor y mi padre comprendían con nitidez los datalles de mi autodestrucción. Solo pensaba en aquel momento "la persona que me había hecho sufrir tendría que irse conmigo" era injusto que yo estuviese muerto mientras él se pavoneaba por la casa sin el menor remordimiento.
De pronto escucho un llanto apagado y sincero en la cocina. Una mujer llora, pero no logro interpretar de quién es si de Leonor o mi hermana. Es Marieta lo sé por la manera en que susurra unas palabras para ella misma. Las lágrimas de Marieta caen hasta su camisa rala color naranja que cubre su abultada barriga.
-Ismael... susurra y no logro escuchar sus últimas frases.
Pienso en ella y en el niño.
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Retorne a mis lecturas de Astronomía y conservaba conocimientos de los estudios anteriores. Los días largos y aburridos volvieron y el dolor en en pecho igual, junto con la carencia de mi ánimo hacia las cosas. A papá apenas le drijia la palabra. Le contestaba con monosílabos y le parecía estupendo el hecho de que un enfermo no le hablara a profundidad, aunque nuestras charlas nunca se despuntaban por completo.
Lo supe entonces, para ese tiempo Marieta había engordado y padecía males raros en las vísperas de mi bachillerato. Descubrí una prueba de embarazo casera en el joyero de mi hermana. Ignore la situación y al cabo de unos días le conté a Leonor, sin embargo la cara de mi madre no fue de sorpresa. Ella estaba enterada mucho antes y lo ocultaba de mi padre.
"No digas nada. Ya hablere yo con él"
Marieta había escondido su embarazo los primeros meses. Me persuadio muchas veces de no revelar nada al amo de nuestra casa. Ella sabía las nocivas consecuencias que traería su temprana maternidad a nuestras vidas. El cuerpo se le empezó a hinchar, la barriga se le endureció y los malestares la perseguían. Había perdido toda la belleza y el encanto de otras épocas, los veinte años la tornaron casi vieja y su actitud cortante y descarada me hicieron aborrecerla. Marieta daría a luz un accidente, un feto no deseado, un momento lujurioso de su propia ingenuidad. Un pecado al igual que yo.
Se encontraba en el tercer año de su carrera y lamento haberse enamorado, tener relaciones íntimas sin protección y haberle contado a mi padre. Inmediatamente dejo de pagarle la universidad y la trataba con indiferencia por la falta de tiempo y dinero que lo hizo desperdiciar.
"Un lunático y una preñada. A veces pienso que quizás no debi haberme enamorado de ti ni haberte dejado parir" alcanze a oír esa misma noche de la confesión en el cuarto a mi padre como reprochandole a Leonor la vergüenza que sentía de nosotros.
Marieta llora por haberse ilusionado de un amor efímero y perfecto como aquel de la universidad. Recuerda cada detalle del novio e imagina que su hijo sacará los rasgos de su padre. También derrama lágrimas por su cargo de conciencia hacia mí y el bebé que intento abortar.
-Marieta, perdono todas las veces en que me hiciste a un lado. Estas perdonada por haberme aborrecido por el hecho de ser un loco con pensamientos suicidas o al manos eso era lo que decían tú y él.
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Casi anochece la herida me duele mucho. Con mi saliva sobo mi brazo lastimado. No prolongare esto más la hora de abrir esta puerta ha llegado.
En la cena todos comen sin mucho alboroto. Los papás de Emma vinieron a acompañar a los míos. Mañana habrán pasado veinticuatro horas de mi supuesta muerte y estoy preparado para decirle a mi papá que no estudiaré lo que él desea y que estoy muy cuerdo para decicidir por mí. Dormiré hasta esperar el momento de rebelarme.