Me acerque a paso lento hacia la puerta y di dos golpecitos, no espere respuesta y abrí la puerta.
Mire a mama que se encontraba sobre una silla de madera mecedora.
—¿Qué ocurre Callie? —pregunto ella mirando hacia el espejo que había en una esquina.
—Quería saber cómo te encontrabas —observe el plato de comida que había sobre la mesa de noche— no saliste en todo el día.
Ella no respondió y solo seguía meciéndose en la silla.
—Los niños preguntan por ti… —de repente ella se puso de pie.
—Ven hay que lavar la ropa —ella paso por mi lado mostrando una débil sonrisa.
No dije nada y solo seguí a mama que bajaba con cuidado las escaleras.
—¡Mami! —Halsey se acercó hacia ella y la abrazo seguida de Hunter— no vendrás a jugar con nosotros.
Mi hermana señalo a la mesita de madera donde estaban los muñequitos de porcelana que le había regalado la abuela.
—No hija este bebe pesa demasiado y tengo que descansar —dijo ella llevando una mano a su cintura.
La cara de Halsey cambio y se volvió hacia la mesita de madera.
—¿Nash podrías bajar el cesto de la ropa sucia de tus hermanos? —dijo mama mirando a Nash que estaba en el sofá leyendo un libro de la escuela.
El asintió y fue cuestión de segundos para que apareciera con el cesto.
Seguí a mama que se dirigió hacia el sótano y tomo un gran fuentón de plástico.
De una de las cajas que había allí saco un pote con jabón de ropa para lavar a mano.
—Deberíamos hacerlo en el baño pero aquí estaremos más cerca de la soga —dijo ella llenando con agua el fuentón.
Nash apareció allí mirando a mamá.
—¿Podrías atar esa soga allá? —mama señalo los dos puntos donde habían unos ganchos.
Mi hermano asintió y se dirigió a colgar la soga.
—¿Por qué no dejas que Nash lave su ropa? —pregunte al ver como mama refregaba unas prendas de mi hermano.
—Son mis hijos y haría lo que fuera por ustedes —dijo sin mirarme.
Mire a mi hermano que estaba terminando de atar la soga y mostro una sonrisa.
Puse mis ojos en blanco hasta que sentí una puntada en mi cabeza, no dije nada porque no quería preocupar a mama.
Terminamos de colgar la ropa y salimos del sótano, mire a Jaren que se encontraba en una punta del sofá.
—Jaren ¿Podrías alcanzarme un almohadón? —dijo mama tomando asiento en una de las sillas.
Pero mi hermano ni siquiera la miro.
—Jaren mamá te está hablando —dijo Nash acercándose a donde estaba Jaren.
—No se de quien me hablas —abrí mi boca sorprendida.
—Hijo por favor…
—No quiero hablar contigo mama ¡Ni siquiera te importo mi campeonato de futbol! —exclamo Jaren enojado— ¿Por qué a mi debería importarme?
—¡No le hables así a mama! —exclame con molestia.
—Tu cállate Callie porque estoy seguro que a ustedes también les molesto el hecho que papa nos tenga aquí encerrados —mi hermano me miro a mí y luego a Nash.
—Jaren hijo… —dijo mama mirándolo con sus ojos llorosos
Pero Jaren era de un carácter diferente a todos nosotros, se puso de pie y se dirigió hacia las escaleras.
—¡Jaren! —grito Nash pero nuestro hermano no hizo caso.
Me acerque a mama que no dejaba de llorar.
—Mamá no llores piensa en el bebe —dije llevando una mano a su barriga— Jaren solamente está enojado.
—Callie tiene razón mamá —agrego Nash.
—Solo quiero lo mejor para ustedes y sé que deben estarse haciendo miles de preguntas… —ella nos miró a los dos— pero solo serán unos días que estaremos aquí.
Volví a asentir y las ganas de llorar aparecieron, no me agradaba ver a mama tan triste.
—Nosotros estamos bien mama encontraremos la manera de entretenernos aquí —dijo Nash mostrando una sonrisa.
Él se alejó y observo el lugar hasta que su mirada llego a un sitio puntual donde casi la luz de la vela no alumbraba tanto.
—¿Qué hay ahí? —el señalo hacia la esquina de la sala.
Mama y yo miramos hacia donde el señalo, Nash acerco la vela y había algo cubierto con una máquina.
—¿Y eso? —me acerque hacia donde se encontraba la máquina.
—¿Qué encontraron? —preguntó Shery que miraba desde el sofá.
Nash quito la manta y debajo de ella había una vieja máquina de coser, por un momento me sentí contenta porque amaba todo lo que tenía que ver con moda y hacer prendas.
—¡Oh! ¡Mira Callie! —dijo Nash mirándome con una sonrisa.
—Es una antigua máquina de coser —me acerque más al ver que la maquina estaba intacta.
—Ahora tendrás para entretenerte los días que nos quedan aquí.
—No sé que como usar una de estas —dije dudosa de si iba a funcionar igual que las maquinas modernas.
Me gire para observar a mama que ya había dejado de llorar y solo tenía su mirada perdida.
—Creo que tengo unos hilos —ella se puso de pie y se dirigió hacia las escaleras.
Shery se paró y siguió a mama.
—¿Cuándo regresara papa? —pregunto mi hermana.
—No lo sé —respondió mama sin siquiera mirar a Shery.
Mi hermana se giró para observarme a mí.
—¿Qué le ocurre a mama? —pregunto mi hermana acercándose a mi.
—Es por él bebe Shery lo mejor será que no la molestemos —dije mirándola con una sonrisa.
Esperamos unos minutos y mama no bajaba así que no lo pensé demasiado. Me dirigí hacia el cuarto de mama y entre a su cuarto, no me había percatado de que Nash había entrado conmigo.
—¿Qué sucede ahora?
—Mama nos preocupas —hablo Nash.
—¡Ya basta! ¡Ustedes no deberían preocuparse por mi! —exclamo ella con desesperación— ¡Yo soy la que debe preocuparse por ustedes!
Aprete mis labios sin saber que decir.
—¡Por favor necesito estar sola! —dijo finalmente.
Sali primero y observe a Nash que se quedó mirando a mama por unos segundos. Cerré la puerta del cuarto de mama y me quede allí.