Detrás De Los Reflectores |kookmin|

Capítulo 11

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Jungkook aún sentía el sudor frío recorriéndole la espalda mientras veía a Jimin perderse en el interior de la casa.

"¿Sigo pareciéndote tan repulsivo?"

No debió haber preguntado eso. Lo sabía. Pero aquellas palabras que Jimin le había lanzado días atrás lo carcomían más de lo que estaba dispuesto a admitir.

Él no era el tipo de persona que buscara aprobación. Había crecido acostumbrado a que lo vieran como un arma, como un recurso útil. Así lo veía su jefe, y él mismo había aprendido a aceptarlo. Era frío, disciplinado, leal. Todo lo necesario para sobrevivir en ese mundo.

Pero Jimin... Jimin de alguna manera había atravesado esa coraza con una sola frase. Y desde entonces, Jungkook se obligaba a mantener distancia, controlarse, actuar como la mano derecha del jefe que era y dejarse de juegos.

Así que había estado siendo así con el actor, como realmente era... o eso al menos se forzó.

Sin embargo, al recordar la sonrisa que Jimin intentó ocultar en el parque y esa forma tonta de intentar conversar con él, comprendió que ya no podía más, ya no era solo una cara bonita... Y aparentemente para él tampoco, aunque de eso no podía estar seguro.

Ahora estaba atrapado en un juego peligroso. Un juego que él mismo había iniciado por diversión, convencido de que podía detenerlo cuando quisiera... Pero había descubierto en el intento, que eso ya no era verdad.

«Maldita sea», pensó, cuando se encontró a sí mismo dando un paso hacia la puerta, con el impulso de ir tras él. Pero se obligó a detenerse, cerró los puños, respiró hondo y se tiró al suelo de nuevo, forzando a su cuerpo a más ejercicio, como si el dolor físico pudiera borrar esos pensamientos.

...

La mañana siguiente, Jungkook desayunaba en silencio cuando escuchó pasos en la escalera.

Jimin bajó con el cabello desordenado, una sudadera holgada y los ojos hinchados por la falta de sueño.

Jungkook levantó la mirada apenas un segundo antes de volverla al plato.

—Si quieres avena, está en el estante de arriba —dijo sin pensarlo demasiado, maldiciéndose al instante por hablarle cuando nadie le había preguntado.

Era algo involuntario y esa era otra de las razones por las que ya no quería ni cruzar palabra, pero hasta ese hecho le era inevitable.

—No vine por avena. —Jimin se sirvió cereal y se sentó frente a él.

La tensión se instaló entre ambos. Jungkook masticaba lento, controlando cada gesto, mientras notaba cómo Jimin intentaba ignorarlo. Hasta que no pudo evitarlo.

—Te ves mejor cuando duermes —murmuró, apenas audible.

Jimin lo fulminó con la mirada. Pero por dentro, sin embargo, algo en él se tranquilizó al verlo volver a ser... él.

—Ni siquiera me has visto dormir.

—¿Y cómo estás tan seguro de eso? —Jungkook apoyó un codo sobre la mesa, mirándolo sin pudor—. Anoche parecía que me llamabas.

Jimin apartó la vista y apretó la cuchara, incómodo. ¿Cómo podía saberlo? Porque sí... había soñado con él. Y aunque quería responder con algo hiriente, las palabras simplemente no salían.

Jungkook lo notó, y por un instante, lo disfrutó.

—Era broma —soltó con una sonrisa descarada—. Pero viendo tu cara... ahora sé que soñaste conmigo.

—Eres irritante... —murmuró Jimin, poniéndose de pie de golpe.

Se fue de la cocina, avergonzado, maldiciéndose por haber caído tan fácil en su juego. Ahora no sabía cómo volvería a mirarlo a la cara.

Jeon solo le dio un mordisco a su pan, satisfecho; era divertido verlo con la cara sonrojada. Aunque esa sonrisa se le borró cuando su celular empezó a vibrar y vio de quién se trataba.

—Habla —dijo con tono seco, sin molestarse en saludar.

—¿Qué tal tu nuevo pasatiempo? —la voz cargada de burla sonó al otro lado—. ¿Es divertido cuidar al nuevo príncipe del jefe?

—Habla de una vez o me haré un tiempito con el príncipe para ir a buscarte y reventarte la cabeza.

—Puedes intentarlo, pero sería una traición al jefe, porque... ¿adivina quién tiene tu puesto?

El pelinegro tensó la mandíbula.

—¿Por qué el silencio, Jungkook? —se escucharon risas de fondo—. No debería sorprenderte, solo era cuestión de tiempo para que el jefe se diera cuenta de quién debía tener este lugar.

—¿Se diera cuenta? —Soltó una risa fría—. Eres un inútil, Min Ho. Si estás ahí justo ahora es porque yo no estoy. No olvides que siempre serás mi reemplazo barato.

—Maldito imbécil...

—Ahora habla. Si estás ahí es porque el jefe necesita un vocero temporal con urgencia, así que cumple con tu único trabajo. O dime... ¿ya te puso a cargo de todos los almacenes, Han Min Ho?

Las risas al otro lado aumentaron. Jungkook lo sabía, su compañero tenía la maldita costumbre de poner las llamadas en altavoz solo para lucirse frente a su gente.

—¡Cállense! —gruñó Min Ho, y Jungkook no pudo evitar reír—. Pronto lo hará —escupió, ya sin burla en la voz—. Porque ya cansaste al jefe, está harto de esperar, quiere que el actor firme el contrato de una vez. Tienes tres días... o esos almacenes serán míos y tú, estarás en una tumba.

La línea se cortó.

Jungkook bajó el celular y lo dejó sobre la mesa, todavía con esa media sonrisa torcida.

—¿En una tumba? —susurró, casi divertido.

Debería estar pensando en Min Ho, en el ultimátum de su jefe y en su puesto tambaleando. Cualquiera en su lugar sentiría la soga en el cuello, pero lo único que le rondaba la cabeza era la expresión de Jimin hace unos minutos, el fastidio en su voz, la forma en que había evitado sus ojos cuando quedó en evidencia y su forma de huir.

«Soñó conmigo»

Ese detalle pesaba más que cualquier amenaza. El mundo podía estar a punto de venirse abajo, y aun así la idea de haber estado en los sueños de Jimin lo mantenía entretenido. Era un triunfo íntimo que el fallido plan de intimidación de Min Ho, no le podía quitar.



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En el texto hay: kookmin, jikook, kookmin bts

Editado: 09.09.2025

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