Detrás de mi Casi Algo

II

¿Es el destino o una estúpida casualidad?

 

 

El sol apenas comenzaba a asomarse por el horizonte cuando entré en la clínica, lista para enfrentar mi segundo día como enfermera. Aunque el nerviosismo del primer día había disminuido, todavía sentía una mezcla de emoción y anticipación por lo que el día me deparaba.

Al llegar al área de enfermería, me encontré con una cara nueva entre mis colegas. Un joven de cabello oscuro y ojos avellana estaba revisando algunos documentos en una mesa cercana. Me acerqué con curiosidad, sintiendo una chispa de intriga al ver a alguien nuevo en la clínica.

- ¡Hola, soy Adriana! -Me presenté con una sonrisa amistosa.

El joven levantó la vista, sorprendido por el saludo repentino.

-Hola, soy Joel-Respondió con una sonrisa tímida-Estoy haciendo mi pasantía en el área de farmacia.

Asentí con interés.

Era uno de los chicos de los que vendrían a hacer pasantía según Marlenes me explico ayer.

- ¡Qué coincidencia! Yo también soy nueva aquí. ¿Cómo está yendo tu pasantía hasta ahora? -Quise saber.

Joel compartió algunos detalles sobre su experiencia en la clínica, mientras yo escuchaba atentamente, impresionada por su conocimiento y entusiasmo por el trabajo farmacéutico. Aunque disfrutaba de la conversación, no pude evitar sentirme un poco incómoda por la atención repentina de Joel. Sin embargo, decidí ser amable y cortés, consciente de que trabajaríamos juntos en la clínica y era importante mantener una buena relación profesional.

Me despedí de el e ingrese en mi área, la cual me habían informado anoche por un mensaje, la jefa de enfermera no vendría hoy así que me llamo a penas estaba cerrando los ojos para descansar.

Tras tomas signos vitales, la doctora me informo que debía buscar un medicamento para uno de los pacientes, tomé mi hoja de pedido de internamiento y me moví a farmacia, en donde por supuesto me encontré con Marlenes y los que conozco como ahora como sus pasantes, aunque me sorprendí de ver a otro chico, pero este de piel morena.

Muy diferente a Joel, quien era color de piel blanca, muy blanca para mi gusto, una barba bien cuidada y un cabello bien peinado hacia atrás, diferente a su compañero el cual era de un bello tono color marrón y alto, con un corte de cabello estilo militar.

-Hola Marlenes, vengo a hacer un pedido para la 301-Le entré la hoja y luego me detuve a mirar a los chicos.

-Hola de nuevo, te quería presentar a mi compañero, Arielvis, estará haciendo pasantía conmigo aquí en la clínica-El chico con mucha seguridad me extendió su mano.

-Es un gusto-Me hablo.

Asentí con la cabeza mientras veía sus grandes ojos.

Me marché con mi medicamento y desprendiéndome con la mano de ambos.

A lo largo del día, Joel y yo nos encontramos varias veces en la clínica, intercambiando saludos y conversaciones casuales. Aunque apreciaba la amabilidad de Joel, comencé a sentirme un poco abrumada por su persistente atención.

Al finalizar mi turno, me preparaba para salir cuando Joel se acercó a mí con determinación en los ojos.

-Adriana, me gustaría invitarte a tomar un café después del trabajo-Dijo Joel con una sonrisa nerviosa.

Me sentí sorprendida por la propuesta, no esperaba que Joel fuera tan directo.

Ni siquiera me gustaba el café.

Por un momento, vacilé, preguntándome cómo rechazarlo sin herir sus sentimientos. Sin embargo, antes de que pudiera responder, una voz familiar me llamó desde la distancia.

- ¡Adriana, espera!

Era Nathalie, mi compañera de trabajo, corriendo hacia mí con una expresión de urgencia en el rostro. Aproveché la oportunidad para posponer la respuesta a la invitación de Joel y me volví hacia Nathalie.

- ¿Qué pasa, Nathalie? ¿Sucede algo? - Pregunté, preocupada por la urgencia en la voz de mi amiga.

Nathalie tomó aliento antes de responder.

-Es el paciente de la habitación 204. Su estado ha empeorado repentinamente y necesitamos tu ayuda.

Asentí con determinación.

- ¡Voy contigo! -Le deje saber.

Me disculpé brevemente con Joel antes de seguir a Nathalie hacia la habitación del paciente. Mientras corría por los pasillos del clínico, me sentí agradecida por la interrupción oportuna. Aunque no había tenido la oportunidad de responder a la propuesta de Joel, la emergencia médica me recordó mi verdadera prioridad: cuidar y ayudar a aquellos que lo necesitaban.

Después de una larga y frenética mañana en la clínica, regresé a casa exhausta pero satisfecha por haber podido ayudar a estabilizar al paciente. Aunque la invitación de Joel aún resonaba en mi mente, decidí no darle demasiada importancia por el momento. Tenía cosas más urgentes en las que concentrarme, como descansar y recargar energías para enfrentar otro día en la clínica.

La habitación estaba sumida en una calma reconfortante cuando me recosté en mi cama después de otro día agotador en la clínica. Observé el techo, dejando que mis pensamientos vagaran libremente, cuando la puerta se abrió suavemente y la figura familiar de mi abuela entró en la habitación.




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