Detrás de su sonrisa.

Capitulo 2

Clarisa.

Jhosep casi se tropieza con sus propios pies y creo que de la vergüenza empezó a caminar rápido.

Que chico tierno, a pesar de lo que se habla de él.

Gire sobre mis pies y empecé a caminar hacia mi casa, antes de tocar la manilla de la puerta la señora Pots me grita desde el porche de su casa.

  • ¡Clarisa, puedes venir a ayudarme! – Agitaba su mano para que la viera.

 

  • Ahora voy señora Pots – Respondo caminando rápido para su casa. – En que puedo ayudarla. – Le guiñe.

 

  • A colocar las compras en su lugar. – Ella era una señora bastante vieja y usa un bastón para moverse y subir escaleras. Es muy inquieta y gracias a eso sufrió muchos accidentes no tan graves por suerte.

 

  • Claro no hay problema. – Entre a su casa y vi las compras en la mesada de su cocina.

 

  • ¿Un café con leche, como siempre? – Asentí mientras guardaba las cosas, ya me sabia todo. – En la esquina te vi con el chico Morgan…

Hay ya se lo que se me viene, porque las viejitas tienen que ser muy chismosas. En teoría tiene mal la vista, pero para los chismes, ahí si que tienen vistas de águila.

  • Deje mi bicicleta pinchada en el taller de su padre y por educación me acompaño hacia mí casa – Explique guardando la leche en la refrigerador.

 

  • Escuche que tiene problemas de ira. – La mire rara, ya que Jhosep se comporto muy tímido conmigo.

 

  • No creo, lo que se dice de él ya paso hace 4 años y no se hoyó mas un rumor de él. – Lo defiendo y lo que acabo de decir es verdad.

 

  • ¿Te gusta? – Gire mi cabeza casi como el exorcista.

 

  • No – Reí nerviosa, agarrando la taza de café. – Hoy es el primer día que hablamos.

 

  • A pesar de sus antecedentes, es un chico lindo. – Levanta las pocas cejas que le queda con picardía.

 

  • No – Atajé divertida. – Además, es menor que yo.

 

  • Mi difunto esposo era 5 años menor que yo. – Se encogió de hombros con indiferencia.

 

  • Bueno termine. – Termine mi café de un tirón y camine directo hacia la puerta.

 

  • No corras del amor, querida – Escuché que me gritaba.

 

Vi que mis padres llegaban y corrí hacia mi casa. Me fulminaron con la mirada al notar que recién llegaba…

  • Entra ya. – Gruño mi padrastro empujándome hacia adentro.

 

  • Siento la tardanza – Empecé a explicar rápidamente.

 

  • Dios niña tonta. – Golpeo mi madre mi cabeza.

 

  • Si, ahora me pondré a trabajar – Fui a buscar el delantal y me prepare para hacer los panes y facturas para la panadería de mi madre.

 

  • Y trabajaras hasta la madrugada niña malagradecida. – Me señalo amenazadoramente.

 

  • Bien… - Suspire cansada.

 

••••••••••••••••••••••••••••••••••••

Mi espalda no me daba más, pero por fin termine los últimos panes.

Estaba muy mareada estuve trabajando todo día y noche, camine hacia mi habitación para ir a mi baño a ducharme.

Me puse mí pijama y me tire a la cama para dormir las tres horas que me faltan para ir a la escuela.

Tiempo mas tarde me desperté y me cambié, me puse un pantalón acampanado y una camiseta de color celeste de lana fina. Me cepille el cabello y prepare mí taza térmica para llevar mí café y no dormirme en plena clase.

  • Ponte un abrigo, pareces prostituta. – Mi padrastro se quejo y no pienso nunca decir su nombre.

 

  • Hace calor y no quiero ir cargada a la escuela. – Respondí poniendo el café en mi taza.

 

  • Que te pongas un abrigo. – Puso su mano en la encimera, quedando unos centímetros de mí. – O quieres enseñarme tus dotes. – Puso un mechón de cabello atrás de mi oreja.

 

Me quede petrificada, nunca llego a eso, siempre me golpea él o mi madre. No sé como reaccionar, se que me esta susurrando pero no lo oigo, estoy nublada y temblando con mi taza en mí mano.




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