Capitulo 6
Clarisa.
Mientras Jhosep fue a comprar mis medicamentos aproveche a ir a prepararme un té de los que me trajo su madre y prepararle un café a él, admito que me costo subir y bajar la escalera, pero no quería correrlo, quería charlar con él conocerlo más, mi madre había terminado de lavar los platos y se sentó en el sillón con mi padrastro, ambos me ignoraron, golpear o hacerme algo no les serviría.
Hago las cosas de la casa, cocino (cuando puedo), hago las tareas del jardín y hago las facturas, panes y etc. Me necesitan, aunque no lo admitan en voz alta. Y estar adolorida es un alivio para mi (en cierto modo), que me ignoren por estar así es como respirar por primera vez, y triste a la vez, si me lo pongo a pensar… Tengo que estar casi cerca de la invalidez para poder “vivir bien”.
Al llegar a mi cuarto fui sacando tarta de manzana de su madre y preparé todo en mi escritorio, no quería estar acostada, así que en mi silla puse almohadones para mi espalda, así estar más cómoda.
Vibro mi teléfono y era Jhosep.
Justo cuando estaba por leerlo, sentí que golpeteaban mi ventana. Levante la mirada emocionada y era Sharon…
Le sonreí a mi amiga y le abrí la ventana… Me abrazo, lo que solté una queja de dolor.
Creo que ya suponemos bien, lo que diría el mensaje de Jhosep.
Claro conciencia, es obvio que Sharon lo espanto o lo corrió.
- Perdón. – Me sonríe como angelito. – A veces se me olvida que estas casi muerta. – Miro mi escritorio. – Me hiciste un café, gracias.
Se sienta en la otra silla, yo me siento en la mía. Ella contenta tomo el café y comía porciones de tarta.
Me cruce de brazos y ladee la cabeza con una mirada acusadora, ella me mira, rueda los ojos.
- ¿Corriste a Jhosep? – Tomé mi té.
- Pff, es un acosador. – Resta importancia con la mano, me río por sus teorías tontas sobre las personas menores que nosotros. – Todos los chicos de tercero lo son, a veces hay que ponerle limites Clarisa. – Asiente para si misma, dándose la razón.
- Jhosep es mi amigo Sharon. – Claro, a tu amigo lo besaste y te gusta. – Además…
- ¿Además que Clarisa? – Achina los ojos, como si quisiera leerme el pensamiento. Aunque creo que lo logró, por que abrió los ojos al instante como si hubiera visto un fantasma. – ¡TE GUSTA JHOSEP!
- Habla más despacio, que mi madre se entera que estas aquí me matan. – Le tapo la boca con mi mano, asustada.
- Cierto, tus padres son de esos religiosos extremos. – Perdón, eso lo único que le pude decir a Sharon o fue lo primero que se me vino a la mente. – Pero ¿cómo puede gustarte Jhosep? ¿Conoces como es? ¿Sabes lo que dicen de él?
- Sé lo que dicen de él y yo retracto lo que dicen de él, algunas personas del barrio, digamos que no me quieren. – Me encojo de hombros con inocencia.
- Pero si lo que se dice es verdad, no puedes hacer la vista ciega. – Se cruza de brazos.
- No es cierto. – La miro de mala manera. – Él es una persona muy diferente, además eh conocido a sus padres. Son buenas personas, son una familia muy buena y…
- ¿Ya conociste sus padres? Que ahora no me digas que son novios en secreto.
- No somos novios y lo fuéramos no lo ocultaría.
- Respóndeme esto… ¿Qué sabes de él? – Abrí y cerré la boca. – Ves. – Me señala- Puedes hacerte una idea equivocada de él.
- Antes que lo corrieras, iba a conocerlo mejor. – Me excuse y es la verdad, no era mentira. – El café era para él y no para ti… Ya que me dijiste que ibas a venir mañana, que hoy no podías.
- Bueno, no iba a venir. – Termina su café y vuelve a hablar. – Es que viste ¿Tomas?
- Tomas Gonzales. – Recuerdo que la vi besándose con él en la fiesta.
- Si, ese… Cuestión, es que hoy no íbamos a ver. – Sé que le gusta Tomas, intento apartarme de él todo lo posible, porque se que él gusta de mi y no de Sharon. – Pero le surgió, un problema con la familia, aunque yo creo que fue culpa de Jhosep por la golpiza que le dio a su hermano Max.
- Puede ser… - Me hago la tonta que no sé más del tema.
- Bueno, así que es normal que lo trate a Jhosep así. – Me mira con una sonrisa. – Culpa de él, no tengo una cita.
- No mientas. – La vuelvo a mirar mal. – No lo quieres, por lo que dicen de él.
- Bueno un poco. – Niego la cabeza divertida.
Nos la pasamos charlando toda la mañana, luego se fue a su casa a almorzar. Tomo mis medicamentos y había una crema para la espalda, que adormecía mas el dolor, si es que la pastilla no hacia efecto.