Jhosep.
Dormí hasta que escuche a sus padres llegar, ella ni siquiera noto que me fui…
Resumiendo, estos días que ella no estuvo en la escuela, nos lo pasábamos viendo películas juntos o mirando series. Estuvo uno semana sin aparecer, ya que el dolor no disminuía.
Me preocupe, claro. Pero ella me decía que necesitaba más reposo y así fue, la siguiente semana apareció casi como nueva, le prohibieron levantar cosas pesadas y lo malo es que a veces le causa mareos cuando esta mucho tiempo sentada o parada.
Cuando volvió se la paso todo este tiempo conmigo y con Dan, prácticamente se volvió una de nosotros en nuestro pequeño grupo. A Sharon no le gusta mucho la idea, pero Clarisa nos tranquilizó diciendo que no es tan mala para hacer algo contra nosotros (lo que yo y Dan, pusimos en duda. Pero no discutimos.).
El viernes invite a Clarisa a una cita, lo que acepto complacida.
Admito que me moría de los nervios y sudaba muchísimo, ella quiso abrazarme, pero prácticamente me di vuelta y me fui conmocionado. Luego le pedí disculpa a siguiente día.
Ya estamos a domingo de la tercera semana (si, me tomo mucho tiempo pedirle una cita). Cuestión, me estoy cambiando, mi cabello parece que lo hubiera lamido una vaca, entonces me despeine a propósito. Estoy extremadamente nervioso, solo una vez no besamos, que fue en la fiesta.
Respeto su decisión de solo un beso, hasta que ella decida a querer otro, no estoy tan desesperado.
Mentira.
Ignoren a mi amada conciencia.
Me puse una camisa azul y un jean oscuro, la iba a llevar a comer afuera, ya que estaba hermosa la noche.
Me esperaba en la esquina, ya que no quería que sus padres la vieran. Localicé su melena rubia, a lo lejos, cuando frene enfrente de ella la observé, estaba preciosa.
Llevaba una camisa blanca que dejaba descubierto sus hombros y una falda de mezclilla, con sus tenis color blanco. El cabello suelto y al natural e iba poco maquillada.
Carraspee para concentrarme y aceleré.
En el trayecto fuimos hablando un poco de todo, pero nada personal (por ahora).
Reservé la mesa que estaban afuera. Obviamente no faltaba las malas miradas para mí, Clarisa notó eso y me tomo la mano, sonriéndome para que no me preocupe.