Detras De Sus Ojos

La llamada Que No Debía Existir

No sé qué es peor, el silencio de mi departamento o la sensación de que alguien me observa desde adentro.

Eran las 2:17 de la madrugada cuando sonó mi teléfono.
El número no tenía identificación, solo un parpadeo constante en la pantalla.
Contesté sin pensarlo, más por costumbre que por valor.

—¿Doctor Vega? —la voz era suave, como un suspiro entrecortado—. Soy yo… Helena.

No respondí.
No tengo ninguna paciente con ese nombre.

—Helena —repitió, con una calma que heló mi sangre—. No me recuerdas, ¿verdad?

Tragué saliva.
En mi mente repasé los nombres de todos mis pacientes, y no, nunca había tratado a una Helena.

—Debe haber un error —dije con la voz más firme que pude fingir.

—No, doctor. El error fue olvidarme.

Luego, silencio.
Y un segundo después, la línea se cortó.

Dejé el teléfono sobre el escritorio, intentando convencerme de que solo era una broma. Pero algo en su tono… esa mezcla de dolor y reproche… me resultaba demasiado familiar.

Abrí mi agenda.
Entre las hojas, encontré una carpeta que no recordaba haber guardado.
No tenía nombre, ni número de expediente, solo una nota escrita a mano:

No vuelvas a verla.

El papel tembló entre mis dedos.
No sé qué me dio más miedo…
La advertencia, o la sensación de que ya la había ignorado antes.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.