Detras De Sus Ojos

El Paciente 37B

Abrí el archivo del paciente 37B por quinta vez esa mañana.

Cada vez que lo miraba, sentía que algo en la sala cambiaba.

Como si alguien —o algo— me observara detrás de los documentos.

El expediente estaba vacío, pero había un sobre que no había visto antes:

“No abrir hasta recordar”.

Tragué saliva.

¿Quién habría escrito eso?

Y más importante… ¿qué significaba “recordar”?

Decidí investigar más a fondo en los archivos antiguos del hospital.

Busqué el número 37B en todas las bases de datos.

No solo estaba Helena… había otros expedientes con fechas alteradas y nombres borrados.

—Esto no es normal —murmuré—.

Alguien estaba manipulando la historia.

En medio de mi búsqueda, una carpeta cayó del estante.

Al abrirla, vi una fotografía que me heló la sangre:

Era un grupo de pacientes y personal del hospital… y allí estaba Helena, sentada en el centro, sonriendo, mientras yo aparecía al fondo, pero con el rostro borroso.

La fecha en la foto: tres años atrás, el mismo año de la grabadora, las cartas y el expediente.

Pero el detalle más extraño: yo no recordaba haber estado allí.

Mientras sostenía la fotografía, la voz de Helena resonó en mi mente:

“Samuel… ahora sabes que no puedes escapar. Todo está conectado.”

Un golpe en la puerta me hizo saltar.

—Doctor Vega —dijo mi asistente desde afuera—. ¿Está bien?

—Sí… solo revisando algunos archivos —mentí, tratando de ocultar el temblor de mis manos.

Pero no podía engañarme.

37B no era solo Helena.

37B era la llave de algo que había estado oculto… algo que yo había olvidado… o que alguien había querido borrar para siempre.




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