Me paré frente al espejo del despacho.
Mi reflejo parecía familiar… y al mismo tiempo, un extraño.
Los ojos rojos, las manos temblorosas, la respiración entrecortada.
Y detrás de mí… nada.
Pero el reflejo mostraba algo que no estaba allí: Helena de pie detrás de mí, con la misma sonrisa que había visto en las cartas, en los sueños, en la grabadora.
—Samuel… —susurró la voz en mi mente—. No puedes escapar de lo que eres.
Mi corazón se aceleró.
Intenté cerrar los ojos.
Pero cuando los abrí, ella seguía allí, reflejada.
Y no era una ilusión.
Era un reflejo de todo lo que había olvidado… y de todo lo que no quería enfrentar.
Entonces comprendí algo aterrador:
El espejo no mentía.
No distorsionaba la realidad.
Mostraba lo que mi mente estaba lista para ver.
La verdad que había escondido, la culpa que había bloqueado, los recuerdos que había enterrado.
—Helena… —susurré, con voz temblorosa—. ¿Eres real o solo lo que recuerdo?
La respuesta no llegó en palabras.
Llegó en la sensación de su mano rozando la mía en el reflejo.
Llegó en la certeza de que nunca podría escapar de ella ni de mí mismo.
Y en ese instante, frente al espejo, lo entendí:
Helena siempre había estado detrás de mis ojos.
No como un recuerdo… sino como una verdad que debía enfrentar.
Mi reflejo tembló.
Y por primera vez, no me aparté.
Lo enfrenté.
Porque sabía que solo enfrentando esa verdad podría descubrir lo que realmente había sucedido…
Y lo que me esperaba después.
#237 en Thriller
#78 en Suspenso
#68 en Paranormal
#25 en Mística
romance oscuro, misterio romance secretos intriga, suspenso psicológico
Editado: 22.10.2025