Pasando varios días desde el incidente producido aquella noche, Valentina volvió a clases después de no aparecer ni siquiera por la entrada.
Previamente había pedido un permiso para tomarse el día libre, así que podía asistir a la escuela sin retirarse temprano.
Aprovechando esta oportunidad, Valentina fue a la oficina del director, tras unos segundos sin decir tan solo una palabra, Valentina abrió las comisuras de su boca.
—siento mucho lo que sucedió, realmente me siento avergonzada, solo el venir aquí es un descaro...por eso.. decidí dejar esta escuela, le agradezco mucho lo que hizo, sinceramente no hay más que palabras de gratitud hacia usted, así que me iré sin causar más problemas, una vez más...gracias por todo.
Luego de terminar con sus palabras, Valentina se dio la vuelta hacia la puerta para salir con todas sus pertenencias, no había nada más que quisiera decirle, ahora solo quedaba volver a casa y afrontar las miradas de todos los vecinos.
—nadie esta culpandote, parte de la culpa fue mía por ir hasta allá, aún así me alegro de haberlo hecho, nadie sabe que podría haber pasado si no había alguien para detenerlo.
Justo a unos pasos antes de abrir la puerta, la joven Valentina se detuvo, nuevamente unos segundos sin decir nada, realmente no esperaba esa respuesta, de hecho, no esperaba ninguna y si la hubiera, pensaba que serían críticas junto a su expulsión, pero fue completamente lo contrario.
Sin mirar hacia atrás, ahora sujetando el picaporte, ella le contestó con una voz apenas audible.
—lo se, pero a causa de eso usted fue lastimado, es más...usted ni siquiera quiso golpearlo ni una vez, solo lo detuvo...¿por qué?
—el sigue siendo tu padre, tampoco quiero que el pequeño Will sea testigo de un acto tan violento a temprana edad...ahora puedes retirarte si eso quieres, pero las puertas de esta escuela estarán abiertas si decides regresar.
Dos semanas más tarde, Valentina ya no recibía llamadas de sus amigas y tampoco iban a verla, todas las llamadas fueron rechazadas y la puerta nunca fue abierta, era cuestión de tiempo que pensaran que ya no quería verlas, así que aún preocupadas, dejaron de intentarlo.
Solo había una persona que nunca dejó de ir ni un solo día, aunque la puerta nunca se abriera o las llamadas no sean recibidas, un joven le dejaba unas hojas bajo la puerta.
Nick, el nunca había dejado de insistir, después de todo, el mismo le había dicho dos cosas muy importantes anteriormente.
Una tarde, Nick le dejó un mensaje diciéndo "se que estás en casa, está vez no me iré hasta que abras", tal como había dicho, poco más de tres horas habían pasado y el seguía ahí esperándola.
"Si tan solo pudiera..." mirando desde la ventana, Valentina pensaba si realmente estaría bien abrir la puerta, no de su casa, la puerta de ella misma, dejar que su amigo la viera y permitirle hablar con ella.
De pronto, el sonido de la puerta abriéndose pudo ser escuchado, nick se quedó helado por un instante, su amiga parecía no haber dormido en mucho tiempo y se veía sin ánimos para nada.
—por favor, déjame sola, no quiero ver a nadie más.
—...hay quienes prefieren estar en Soledad, pero recuerda que nadie es lo suficientemente fuerte para soportar eso...
—¿que se supone que haga?, esto me supera, hace tiempo que ya no puedo manejarlo, no soy tan fuerte como tú.
Una mirada vacía, como si sus ojos perdieran todo brillo.
—¿que esperas que te diga que no lo sepas ya?, es verdad, no eres igual de fuerte que yo, tu eres aún más fuerte, aguantaste todo este tiempo intentando cargar con esto tu sola...abre los ojos y mira que tienes personas dispuestas a ayudarte...mientras yo este aquí, siempre tendrás un hombro donde apoyarte.