Detrás de una Sonrisa

CAPÍTULO TRES.

La hora del demonio.

Elizabeth.

Una voz grita haciendo eco por todo el lugar.

«Me esta buscando, ¡Corre!»

La voz me es familiar sin embargo me encuentro huyendo de ella. Algo en mi mente me dice que es lo que debo hacer; corro lo más lejos que puedo.

El gran espejo de mi casa se cierne sobre, mi dejándome ver mi deplorable aspecto; mi vestido roto y manchado, mi cabello revuelo, mi cara llena de suciedad…

Ya no tengo trece años. Pero llevó ese atuendo qué usé aquella noche. Me queda corto, ajustado.

Es incómodo.

Todo a mi alrededor es obscuro. Las escaleras frente al espejo desaparecen.

Un pasillo largo, oscuro, frío y sombrío se extiende frente a mi.

Intento huir de él. Al llegar a la puerta, su figura grande y aterradora me impide la salida. Corro hacia parte trasera, él vuelve a aparecer. Mi único opción es el pasillo iluminado solamente por una luz lejana la cual no llega por completo.

Corro hacia el.

De un momento a otro ya no estoy corriendo por el pasillo, si no que ahora me encuentro atada en una silla con adhesivo en mis labios.

Intento gritar pero no puedo, intento liberarme pero me es inútil. Siento la desesperación en mi, trato y trato de desatarme. No tengo la fuerza suficiente para hacerlo.

Me ha atrapado, otra vez me ha atrapado.

La habitación está completamente en tinieblas. Me causa miedo.

Sé que esta aquí, no lo veo pero siento su presencia.

—Ya no podrás escapar nunca más de mi—susurran en mi oído soltando una risa siniestra qué me causa escalofríos.

Se posa frente a mi, hay algo en su rostro que me impide verlo, aun así se perfectamente quien es. Esa voz…

Quisiera morirme. Prefiero morirme a que vuelva a tocarme de nuevo.

Se pasea a mi alrededor, alardeando todo lo que me hará, yo solo ruego porque sea rápido y no me torture más de lo que ya lo ha hecho.

En un destello lo noto, mi madre está inconsciente en el suelo, ¿Cómo pudo hacerle esto a ella? ¿Por qué a ella?

Mi corazón late como si quisiera salirse de mi pecho al presenciar la escena en el suelo. Mamá esta junto con los que quiero; Papá, Jane, Sam, Leo, Mitch, Cameron…

¿Cameron? ¿Q-qué…? ¿Qué carajos hace el aquí?

Todos cubiertos de ese líquido de olor espantoso, con los ojos abiertos escasos de vida.

Quiero llorar.

Otro tipo esta en la habitación, de pie junto a ellos, observándolos con un cuchillo en las manos, sin ninguna expresión en él rostro.

Su imagen me deja inmóvil y…

—¡NO!—el grito desgarrador salió de mi garganta cuando la figura se inclino sobre Cameron con la intención de clavarle el cuchillo en el pecho, era el único que seguía consiente.

—¡No… !

Las paredes rojas, mi vestido ahora empapado de sangre, el líquido carmesí que brota de mi, es como si de nuevo estuviera… y Cameron…

Abrí los ojos, sobresaltándome en la cama.

—Ellie, ¿Qué pasó? ¿Qué tienes?—preguntaron a mi lado.

Trato de calmar mi respiración, enfocando a mi alrededor… seguía estando oscuro, solamente iluminado por que entraba por la ventana. Reconozco que estoy en la habitación de Jane. Ella fue quien hizo la pregunta, preocupada.

Esta sentada a lado mío.

—Solo fue una pesadilla—me lleve la mano a la frente. Estoy completamente empapada de sudor.

—¿Soñaste con…?

—Sí.

Sentí su mano en mi espalda, tratando de tranquilizarme.

—Ya pasó ¿Vale? Solo fue un mal sueño.

Un maldito sueño.

La puerta se abrió, dándole paso a Eva que en enciende la luz, detrás de ella venía Antonio, el padre de Jane.

Ambos vestidos con el pijama puesto.

—¡¿Están bien?!—pregunto ella con la preocupación en el rostro.

—Escuchamos un grito.

Aún tenía agitada la respiración.

—Solo fue una pesadilla—respondió Jane.

—¿Grité?

—Dos veces. Me despertaste.

Dios, que vergüenza.

No había tenido este tipo de sueños en años. Creí que ya lo había superado. Una gran parte de mi había creído que ahora era tema del pasado.

—¿Qué hora es?

—Pasan de las tres am—dijo el padre de Jane, viendo el reloj de su teléfono.

El mío por cierto, seguía muerto.

Solté el aire de mis pulmones, sintiendo un poco de frustración. Seguía sin poder controlar mi respiración.

—Lamento haberlos despertado—murmure, poniendo mis manos por mi cabeza.

—Te haré un té para que puedas dormir bien—murmura el padre de Jane, saliendo de la habitación.

Eva, aún preocupada se acerca a mi.

—¿Qué fue lo que soñaste, linda?—se sentó a los pies de la cama.

—Es…

No me sentí lo suficientemente lista como para repetirlo en voz alta. Tenía que ver con eso que solamente Jane sabía. Solamente a ella pude contárselo. Solamente ella sabía lo que me sucedía.

Durante años, tuve unos sueños, fueron constantes que llegué a casi acostumbrarme a tenerlos. No eran nada parecidos al que he tenido ahora.

Aquel, la escena se repetía y se repetía en diferentes escenarios.

Esta había sido… diferente. Pero él estaba ahí.

—Fue… algo espantoso—logre formular.

Eva compre dio qué no hablaría de ello, por lo que no insistió.

Puso su mano en mi frente, como si quisiera tomarme la temperatura. Era un gesto común en ella, que ya no resultó extraño que lo hiciera.

—¿Por qué no te das un baño?—sugirió —Necesitas relajarte un poco para poder descansar mejor.

—Lo haré, gracias.

En todo este rato no me había percatado qué Jane sostenía mi mano. Justo como aquel día que le conté lo que me sucedió.




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