Sabidurías de Madre.
Cameron.
Nunca habría imaginado que caminar bajo la lluvia sería reflexivo, o que se sentiría un momento de paz. Iba empapado por completo, mi ropa se pegó a mi cuerpo como una segunda piel, el frío me calaba en hasta los huesos. El cielo parecía caer en pedazos, aún así, tuve un momento de paz inexplicable mientras regresaba a casa.
Después de llegar al pent-house, Mildreth me besó dejando claro que era lo que quería. Le correspondí, dejándome llevar por el momento. Se quitó su vestido empapado, quedando solamente en ropa interior frente a mi. Me llevó hasta su habitación sin soltar sus labios de los míos. Cuando comenzó a deshacer los botones de mi camisa, y me colocó en una posición sugerente me aparte de ella confundido y desesperado. Ella estaba anonada por mi reacción, ni siquiera pude explicarlo cuando me preguntó que pasaba, salí de ahí corriendo.
Cobarde.
Sam me habría de llamar cobarde por huir en un momento como ese. En lo personal, me habría sentido peor de haberme aprovechado de la situación, aunque ella estuviera de acuerdo.
Es la primera vez que me sucede esto. Es extraño.
Llegue a casa, buscando mis llaves en mis bolsillos sin éxito. Entonces recordé que las había guardado en mi chaqueta antes de salir. Elizabeth se la había llevado, y consigo las llaves de mi casa.
Saque mi teléfono, noté que tenía muchísimos mensajes de Ian, y su hermano Theo, mis ex amigos de la preparatoria. Han estado muy insistentes en que salgamos desde que volví, pero la realidad es que no me apetece. Algunos de Allyson también, mensajes que ignoré.
Ian y su hermano son personas de las cuales no quiero cerca, me alejé de ellos por completo, y aún así han estado insistiendo para que nos veamos.
No me gusta ser hipócrita, la verdad es que ambos chicos eran ese tipo de personas que solo te buscan cuando todo está bien, y en las malas te abandonan. Lo supe cuando mi padre murió.
Recibí la noticia estando en Boston, de inmediato tome un vuelo acompañado de Sam, quien estuvo a lado mío, y de mi familia cuando esto sucedió. Sam es ese chico burlón e irreverente qué vive su vida sin límites, pero en esa ocasión mostró el debido respeto y apoyo que necesitábamos en ese instante. No me abandonó en mi silencioso duelo. En cambio Ian y su hermano, sabían lo que había sucedido y no les importó en lo mínimo. Ese fue en el instante en el que me di cuenta de que no eran mis amigos.
Llamé al teléfono de casa, fue respondido de inmediato.
—¿Te han arrestado y debo ir a sacarte?—es lo primero que mamá pregunta.
—No, afortunadamente.
—Bien, por que de nada serviría que estés estudiando leyes si vas a parar a prisión—escucho como bosteza.
—Estoy aquí afuera, ¿puedes abrirme? Olvide mis llaves.
La puerta se abrió apenas termine de hablar. Colgué el teléfono en cuanto vi a mi madre frente a mi, con su pijama puesto.
—Estas empapado—se hizo a un lado para que pudiera pasar.
—Lo sé—de inmediato sentí la calidez de mi hogar, lo que fue un alivio para mi cuerpo casi congelado—. Creí que estarías dormida.
—Leah tiene un pequeño resfrío, y si tu no te quitas esa ropa empapada también te vas a enfermar—me regañó—. Sube a cambiarte, te prepararé un té caliente.
—Vale, ahora vuelvo.
Subí a mi habitación de inmediato. Por la ventana note que en vez de parar, la lluvias se intensificó aún más. Parecía caer una tormenta allá afuera.
«Elizabeth»
Pensé en ella, inevitablemente. ¿Habrá llegado a su casa antes de que comenzara la intensidad de la lluvia?
Sin tener una manera de resolver mi duda, entre a la ducha. Me bañe con el agua a una temperatura agradable, para evitar una enfermedad.
Cuando salí, me vestí con mi habitual pijama, una pantalonera y una camiseta cualquiera. Antes de bajar, entre a la habitación de Leah. En la mesita de noche había una taza vacía. Mi pequeña hermana de diez años descansaba en su cama. Le di un beso en la frente, acomode mejor su frazada, tome la taza vacía y salí de la habitación. Mamá me esperaba en la cocina, sentada en la barra con otra taza de té ya lista.
Tome asiento frente a ella, y otra duda me asaltó. Lo más probable es que ella haya llegado a su casa igual que yo «¿Habrá pescado una enfermedad?»
Ella tenía razón. No debería de estar tan preocupado por alguien a quien apenas conozco, pero me fue inevitable no hacerlo.
—¿En qué tanto piensas?
—En nadie, solo pienso.
—Nadie, eh—se acomodó mejor—. Así que estas pensando en alguien.
—Mamá…
—Espero que ese alguien, no sea esa chica Allyson.
Solté un suspiro, de resignación. A mamá jamás le agradó la idea de que saliera con Allyson. No porque fuera una mala persona, sino por que creía que ella solo quería que yo asumiera la paternidad de su pequeño hijo, Jake.
Cuando se enteró que oficialmente éramos novios, jamás me permitió traerla a casa formalmente.
—No era específicamente Allyson.
Decía que no debería dejar que me diera una responsabilidad que no me pertenece, pero jamás lo vi así. Allyson siempre recalcó que Jake tiene a su padre, aunque no esté presente.
—Entonces era otra chica—su gesto se transformó en uno de felicidad al ver que aparte la mirada, delatándome—. No me digas, ¿conociste a alguien?
Mi madre era la fan número uno de mi vida amorosa.
—Algo así.
El chillido de felicidad de mi madre fue un poco aturdidor, tanto que incluso pensé que despertaría a Leah.
—Quiero que me cuentes todo, ¿Cómo es? ¿Es bonita? ¿Dónde la conociste? ¿Cuánto años tiene?
—No la he conocido bien—admito—, solo la he visto un par de veces, y ya.
—Ya habrá bastante tiempo para que la conozcas mejor—puso sus manos sobre las mías—, y espero que pronto la invites a venir, eh.