Lo que pasa en Boston, se queda en Boston.
Cameron.
Ambas se mantuvieron en silencio todo el camino. De reojo note que a Jane se le salían las lágrimas de vez en cuando.
Elizabeth ni siquiera se atrevía a levantar la mirada. Al llegar al departamento, ambas se encerraron enseguida en la habitación de invitados sin mencionar una palabra.
Por mi parte, fui directo a la cocina. Hice lo que mi madre hubiera hecho de estar en mi situación. Básicamente, lo que hizo el otro día al verme llegar empapado. Puse agua a hervir, mientras tanto, cambie mi ropa por una totalmente seca. El móvil vibró de repente sobre el mesón de la cocina, la pantalla se iluminó con el nombre de Allyson. Dejé que la llamada entrara a buzón, me concentre en preparar las dos tazas de chocolate caliente para Elizabeth y su amiga, después de lo de hoy creo que las cosas entre ella y yo han cambiado.
Una vez listo, fui hasta el pasillo y toque la puerta. Ellie me abrió la puerta, aun con el atuendo mojado y mi chaqueta puesta.
—Les preparé chocolate caliente—dije apenas me vio.
Sonrió ligeramente, tomando una de las tazas. Camino hasta la cama y la dejó en la mesita de noche a un costado.
—¿Quieres un poco de chocolate?—le susurró a su amiga.
Ella ya se encontraba en pijama y bajo las sábanas de la cama.
—Gracias—respondo apenas audible—quiero estar sola un momento.
—Jane…
—Por favor, Ellie.
A ella no le quedo de otra más que salir de la habitación. Me siguió hasta la cocina, donde deje la otra taza de chocolate. Sentí un escalofrío en el cuerpo, así que me serví una a mi. No se escuchaba a más ruido aparte del sonido de la lluvia y mi movimiento por la cocina. Elizabeth se mantenía en silencio, mirando hacia afuera a través de las puertas de cristal del balcón.
—Lamento haber interrumpido tus planes—rompió el silencio entre nosotros.
—No interrumpiste nada importante, no te preocupes.
Pero eso no la hizo cambiar la expresión.
—¿Puedo preguntar que fue lo que pasó?
—La cena fue un desastre—murmuró, abrazándose a si misma—. Y todo fue mi culpa.
—¿Por qué crees que fue tu culpa?
—Le arruine la cena a Jane, como siempre arruino todo—bajo la mirada—. Todo iba bien hasta que… la madre de Dan dijo que Jane solo quería a su hijo por su dinero y su importancia en el mundo empresarial. Jane quiso defenderse diciendo que eso no era verdad, pero la señora ni siquiera la dejó hablar. Entonces comenzó a hacer comentario despectivos hacia ella.
—¿Y Dan no dijo nada?
—No. Estaba molesta por eso, intente intervenir—exhaló profundamente antes de continuar—. La cosa empeoro cuando dijo abiertamente que su hijo merecía a una mujer qué valiera la pena y no a una puberta de secundaria que… —cerró los ojos un momento—. El asunto es que, al ver que Dan solo le daba la razón a su madre, tome la bandeja de comida de la mesa y se la arroje encima… —apartó la mirada avergonzada.
—Oh, vaya…
No —Lo sé, no estuvo bien—me miro a los ojos por primera vez. Su mirada reflejó ese arrepentimiento en sus acciones—. Ahora Jane esta molesta conmigo. Ella solo quería conocer a la familia de Dan…
—Solo quisiste defenderla—puse mi mano sobre la suya tratando de reconfortar ese sentimiento de culpa que la invade—Aun no entiendo como es que terminaron en un parque bajo la lluvia.
—Era obvio que se iban a molestar por lo que hice, nos echaron a la calle como perros. Caminamos una hora tratando de volver, aunque nos perdimos.
—Y decidiste llamarme a mi—sonreí.
No se porque siento que esa decisión que tomó me alegra mucho.
—Eres el único al que conozco qué podía ayudarnos—negó con la cabeza, fui testigo de como sus ojos se llenaron de lágrimas—. Lamento haber arruinada tu noche también.
—No arruinaste mi noche, al contrario—aparte un mechón de su cabello húmedo de su rostro—, me alegraste el momento con tan solo oír tu voz.
—Terminé arruinando todo—no me escuchó.
—Claro que no, solo querías defender a Jane. Eso vale más que todo—intente hacerla sentir mejor.
Al parecer, estaba funcionando. Volvió a centrar su vista en mi. Sus hermosos ojos verdes viendo a los míos.
Su rostro tan cerca, bajo la tenue luz que nos ilumina se ve tan hermoso, con poco maquillaje y ese sombreado oscuro levemente corrido qué le resalta el color verde de su iris.
Ella es tan hermosa. Incluso así, despeinada se ve… hermosa.
Inconscientemente inclino mi rostro hacia el suyo. El deseo de besarla aparece de nuevo. Ella no se aparta, por lo que lentamente me acerco más.
Dios, es que sus labios me llaman a besarla. Y su mirada qué se posa sobre los míos.. Definitivamente lo haré.
No. ¿Y si reacciona mal?
No parece haber duda en ella, sin embargo temo a incomodarla con ello. Esta tarde tampoco se mostró indiferente a mi acercamiento.
¿Y Sam? ¿Qué va a decir si se entera? Sus palabras aquel día después de recogerme en el aeropuerto fueron claras.
«—Elizabeth no es como nosotros, ella no es una de esas chicas con las que puedes enrollarte una noche—dijo mientras sostenía el volante con una mano.
—¿Por qué me dices eso?—cuestioné.
—No creas que no me di cuenta de como la veías, de una vez te lo digo, Elizabeth no es ese tipo de chica»
Era verdad. Desde que había conocido a Elizabeth me había parecido linda, no lo voy a negar. De alguna manera u otra, siempre termino pensando en ella aunque no lo quiera.
«—Se que te dije que tienes que olvidar a Allyson, y lo seguiré diciendo hasta que lo hagas, pero si tu plan es olvidarte de ella con mi prima, olvidado ¿vale?—dijo esa mañana antes de que fuese al hospital.
—¿Por quién me tomas?
—No soy estúpido, te fuiste con ella a quien sabe donde y encima le diste tu chaqueta.