Caramelo amargo.
Elizabeth.
—¿Estas durmiendo bien?—preguntó.
No. No he podido conciliar el sueño en días. Y lo poco que lo hago, apenas cierro los ojos veo de nuevo esas imágenes en mi mente. Pero la mayoría del tiempo paso mis noches en vela.
No le respondí. Me avergüenza admitir que me aun me sigue afectando.
—Tu trabajo sobre literatura antigua ha sido maravilloso—dice cuando no le respondo—Me encanto la manera en la que redactaste cada una de las palabras y a diferencia de tus compañeros, lo hiciste a mano.
—Gracias.
La profesora Diane Miraba mi última tarea en sus manos.
—Creo que tienes un gran potencial en esto, puedo notar que te apasiona, y deberías aprovecharlo. ¿Ya te enlistaste en alguna universidad?
—Aun no—soy sincera.
—Bueno, si necesitas una recomendación solo dime, creo que tengo unas muy buenas opciones que podrían gustarte.
—Vale.
—Además de dar clases, ayudo a los estudiantes de último grado a buscar opciones que se relacionen con sus cualidades.
—Genial—murmure sin interés.
—No se si algunos de tus compañeros te lo ha dicho ya, pero el último proyecto final del semestre será en parejas—informó.
Ay no. Otro proyecto en pareja no.
—Aún faltan unos días para ello, comenzaremos a llevarlo a cabo después del baile de primavera.
—No sabía.
—Lo decidí así porque la mayoría de mis alumnos tienes clase de biología con Howard, se que tienen un proyecto que entregar esta semana y vaya que Howard no da trabajos sencillos.
—Sí, eso lo sé.
—Todo esto se informó el día que no viniste, hasta la próxima semana definiré los equipos y parejas que trabajarán juntos.
—Vale.
—Ya puedes irte.
Salí del aula sin prisas. No volví a hablar con Dave desde aquel día afuera en mi casa, una que otra vez lo atrapaba mirándome por los pasillos y cuando nuestros ojos se conectaban me sonreía de una manera dulce. Nada comparado con la sonrisa que nos había brindado el día que lo conocí, aunque seguía creyendo qué todo estaba en mi mente y había visto cosas que no eran.
Me costó admitirlo, el chico era lindo y sus ojos color miel eran realmente bellos, su cabello liso y castaño, un poco más bajo de que mi amigo, se veía que se ejercitaba pero no tanto.
¿Por qué tome en cuenta esos detalles? No lo se.
El día había finalizado. Ahora solo debía guardar mis libros en mi casillero y marcarme a casa.
Jane no había asistido hoy a clases, tuvo otra cita con el dentista por una pequeña infección que adquirió en las encías por algo que ingirió. Así que mantuve sola todo el tiempo.
Pensé mucho en lo que Diane me había dicho, eso de hacer lo que me gustaba y encontrar a que quería dedicarme.
Tampoco había vuelto a ver a Cameron, ni siquiera en cuando pasé toda la tarde en la oficina con mi padre. Lo último que supe antes de regresar de Boston fue que el había salido antes que nosotras, en su viaje de regreso en carretera.
La idea de que pudo haber tenido un accidente me dio vueltas todos estos días. Quise preguntar a Sam, solo que no me atreví.
Al llegar a mi casillero, guarde mis cosas cuando note por el rabillo del ojo una figura que se acercaba a mi. Cerré el loquer y caminé para salir lo más pronto de ahí, quería llegar a casa, darme un baño y descansar el resto del día.
En mi pequeño trayecto a la salido me tope con Rod.
—Elizabeth, espera—me pidió cuando pasé por un lado de el y su amigo Carl.
Mi intención nunca fue hablarle, pero la suya si lo fue.
—¿Qué?—me detuve.
—¿Sabes porque Jane no vino a clases hoy?
—Tuvo que ir al dentista—respondí sin tanta explicación.
—Ah, me preocupe cuando no le vi llegar—dijo—. Habíamos quedado de almorzar juntos para terminar de ver los últimos detalles de nuestro proyecto.
Eso a mi no me incumbe.
—¿Crees que podría ir a su casa hoy?
—Adelante.
Seguro que le encanta tener la visita de su eterno enamorado.
Me di cuenta que, como ha sucedido antes, Dave no mostró intención de acercarse al verme junto a su primo.
—Me tengo que ir—pronunció su amigo evitando verme—Nos vemos en la práctica.
—Claro, ¿no quieres que te de un aventón?
—No es necesario, mi padre me espera allá afuera.
—Vale—volvió a fijar su atención en mi—Estaba pensando ir a visitarla saliendo de clase ¿No quieres que te lleve?
No creo que a Jane le agrade la idea. Así que no. Solo negué con la cabeza.
—Muy bien, nos vemos mañana —y salió detrás de su amigo.
Estaba por hacerlo yo también cuando alguien gritó mi nombre. Desgraciadamente.
—¡Liz!—por supuesto que era él, gire y quedemos frente a frente— Estaba pensando si te gustaría salir, podemos ir por un helado, al cine o lo que tú quieras ¿Qué dices?
¿Por qué salí junto a Harris? Así me hubiera evitado su presencia.
—No—respondí, aún seguía molesta por lo que había pasado hace unos días.
Salí finalmente con el detrás de mí. El exterior del instituto estaba repleto de alumnos que salían, y esperaban no se que. Los inmenso árboles impedían qué la luz solar fuera tan intensa por lo que era agradable permanecer bajo la sombra.
—Anda, nos vamos a divertir.
—No—repetí firme.
—¿Qué debo hacer para que aceptes?—siguió insistiendo.
—Toma un cuchillo, clávatelo en la cabeza y déjame en paz.
—El sentido de la vida es conocer gente nueva, salir con personas.
—Tu no eres una persona— dije ya molesta.
—Solo iremos por un helado, ¿Qué te cuesta?
—Tiempo, eso me cuesta.
—¿Y si vamos a ver esa nueva película de romance?
—Odio las películas de romance.
—Tu escoges entonces—ya me estaba comenzado a fastidiar.
—No, ¿qué parte de la palabra NO, no entiendes?—me detuve cuando llegue hasta la cera.