Detrás de una Sonrisa

CAPÍTULO DIECISEIS

Problemas.

Cameron.

No era la primera vez que me había metido en una pelea a golpes, pero en ninguna de las anteriores veces alguien me había golpeado como Dave lo hizo esa noche. De alguna manera me molesta el hecho de que Elizabeth tenga que convivir con ese chico. Lo he visto tres veces en mi vida, y las tres veces ha sido un odioso.

A mi madre casi le da un infarto de verme el rostro casi desfigurado, me dio una charla de casi tres horas de porque la violencia nunca es la respuesta.

—¿Qué carajos te paso en el rostro?

Sam entró a la habitación de Leah en el hospital, tuvo una convulsión en la madrugada, y ahora estamos aquí esperando a que los médicos nos den una razón.

—Me caí de las escaleras—quise excusarme.

—Lo golpearon por una chica—pero Leah me delató.

Sam negó, llegando hasta la camilla de Leah, le dio un abrazo antes de sentarse en el sofá a un lado del monitor.

—Ahora te dejas golpear por una chica, ¿qué falta? ¿Qué me encajes un cuchillo de la nada?

—No es para tanto.

—Si lo es, Cameron, entiendo que te metas en una pelea en cualquier contexto diferente pero, ¿por una chica? Se supone que de los dos yo soy el problemático.

—Mamá dice que no está bien golpear a los demás.

—¿Vez? Hasta Leah es más sensata que tú.

—También dice que no deberías meterte en problemas por una chica.

—Esta vez apoyo a Hanna cien por ciento.

—Parece que todo el mundo se ha puesto de acuerdo para estar en mi contra.

—No estamos en tu contra—dijo mamá entrando, aun lleva puesto su uniforme de enfermera—, solo quiero que entiendas que la violencia no es la respuesta.

Las medialunas debajo sus ojos del ataba que no durmió absolutamente nada. ¿Y como hacerlo con la condición de Leah?

—Lo sé.

—No te compres problemas ajenos, Cameron—apoyo Sam—, si te golpearon una vez por culpa de una chica, lo harán de nuevo.

Si supiera la razón diría otra cosa.

—Escucha a Sam, solo nos preocupamos por ti—apoyó mi madre.

—Iré a buscar algo de comer—me puse de pie.

No es que no esté de acuerdo, claro y que lo estoy. En mi defensa, yo no inicié dicha pelea.

Sentí los pasos de Sam seguirme cuando salí al pasillo.

—Escucha, eres mi amigo, y todo ese rollo de amistad que tu quieras—empezó—, como buen amigo que soy, déjame darte un consejo.

—¿Cuál?

—No te involucres tanto con una chica más allá de un simple acostón.

—Eso no es un buen consejo.

—Lo es si no quieres terminar con la cara molida a golpes—me detuvo por el hombro.

Me dolió la fuerza que ejerció en él, pues también tengo varios moretes en el torso y hombro.

—Si te involucras en problemas ajenos, este es el resultado—me señaló—, se supone que de los dos tu eres el sensato, y ahora resulta que te agarraste a golpes por una chica que de seguro no vas a volver a ver tu vida.

—Elizabeth.

—¿Elizabeth que tiene que ver?

—Ella me pidió que la acompañara a verse con un compañero suyo, empezó a maltratarla y pasó esto—me señale el rostro.

—¿Lo golpeaste?—bufo, en burla—¿Golpeaste a alguien por Elizabeth?

—El me golpeó primero.

—A esto me refiero cuando te digo que no te compres problemas ajenos—siseo tensando la mandíbula—¡Elizabeth es un puto imán de problemas y ahí estas tu de aferrado a estar con ella!

—¡¿Es que no te importa ni siquiera un poco que ese tipo pudo lastimarla?!

—¡¿A ti te importa mucho?!

—Si no hubiera estado ahí quien sabe que hubiera pasado o que le hubiera hecho.

—¡Ese no es asunto tuyo!—hablo con firmeza sin alzar tanto la voz—¡Los problemas de esa chica no son asunto tuyo!

—Hablas de ella como si fuera alguien irrelevante.

—¡Es que lo es! ¡Date cuenta de una vez!

Me sorprende que hable así de ella cuando semanas atrás me advertía de no acercármele como si fuera un hermano sobreprotector.

—Si lo es, ¿Por qué me pediste que me aleje de ella?

—Precisamente para evitarte este tipo de problemas ¿No tienes suficientes con la enfermedad de Leah?

No le respondí.

—Mira, si no te lo dije antes, te lo diré ahora—siguió al ver mi silencio—, Elizabeth es un mar de problemas, y si te involucras demasiado te va a llevar con ella entre las patas. Solo mírate la cara para que te des cuenta que esto es solo un poco de lo que te puede pasar si sigues jugando a ser su amigo. Ahora vuelve con tu madre y deja de quejarte.

—¿Cuál es tu problema?

—¿Qué?

—¿Qué problema tienes con me acerque a ella?

—Ya te lo dije, Cameron.

—Simplemente no lo entiendo.

—Yo tampoco entiendo porque te aferras tanto a ella. Por tu bien te aconsejo que te alejes, si no quieres terminar igual o peor de jodido qué Elizabeth.

—¿Cómo puedes hablar así de quien dices es como tu hermana?

—Solo digo la verdad, pregúntale a quien sea, a sus padres, a Jane, todo el mundo te va a decir lo mismo.

Negué.

Elizabeth puede tener problemas pero ¿Quien no los tiene? Eso no es una razón suficiente.

—¿Qué ha hecho para que tú te aferres tanto a ella?

—No me aferro, simplemente…

—¿Simplemente qué?—pregunta al ver que no continúo.

Elizabeth tiene algo que no creo que todos puedan ver. Estoy seguro que detrás de esa personalidad fría, hostil y de enemistad se esconde una chica dulce, linda y amable. Solo hay que tener paciencia y darse el tiempo de conocerla.

—Solo te lo diré una ves más, por tu bien aléjate de Elizabeth, lo único que sabe hacer es acarrear problemas a donde quiera que vaya.

—¿Y si no quiero alejarme?

—No vuelvas a dirigirme la palabra en tu vida.

Dio la vuelta y fue por el pasillo.

Tantos años de amistad para terminar así. Habíamos tenido peleas, diferencias qué aparecen entre amigos, nada nunca pasó de una pequeña discusión que terminaba en risas. Jamás había escuchado esas palabras salir de su boca.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.