Holaaa, aquí les traigo un capitulo nuevo, un poco largo pero me encanto escribirlo. Espero les guste, feliz navidad anticipada, besos, Less💙
¡Ups, me equivoque!
Elizabeth.
—Tierra llamando a Elizabeth—Sam Tronó sus dedos frente a mis ojos un par de veces.
Parpadeo frenéticamente dándole a entender que escuche perfectamente.
—¿Qué te pasa hoy? Estas medio mensa.
—Estoy bien.
—Ajá, bien, no me importa, necesito que me digas cual se me vería mejor—sostiene dos corbatas de diferente color—¿Azul o Roja?
—Me da igual cual te pongas, solo asegúrate de hacer el nudo tan fuerte que te corte la respiración.
—¿Vez como es un amor?—le dice a su amigo.
En la habitación hay dos camas matrimoniales, una mesa donde yace un pequeño bufete de bienvenida y un baño incluido.
Cameron no dice nada, y yo solo quiero que este día termine ya. No sé si podré aguantar tantas horas rodeada de estas personas.
Encima tengo que compartirlo la estúpida habitación de hotel con Sam y su amigo, como si no fuera suficiente obligarme a quedarme aquí. Todo el estúpido vuelo me dolió la cabeza, estoy negada a ingerir las píldoras qué me recetó la psicóloga, no quiero volver a depender de ellas. Pero este dolor es insoportable.
Mi rodilla no ha dejado de temblar desde que salí de mi casa, la posible idea de que Richard este presente también es la causa de mi migraña.
No lo he visto desde ese día en particular y no estoy lista para hacerlo, no estoy lista para enfrentarlo ahora.
Sam se pone la corbata roja, dejándole la azul a Cameron. Esta sentado en la segunda cama matrimonial de la habitación, mientras Sam se admira al espejo como el vanidoso soberbio qué es.
No entiendo que hace aquí, se supone que no podíamos traer a nadie fuera de la familia. Eso fue lo que mi madre dijo cuando les pregunté si Jane podría venir.
Natalie aparece por la puerta, ya vestida del mismo color que Clara escogió para sus damas. Nos aviso que probablemente su madre haga un escándalo por eso, para estar preparadas. Estoy acostumbrada a que critiquen lo que hago, lo que digo y me pongo.
—Ellie, vamos. Clara nos espera.
Tomé la funda donde mi vestido va a salvo de la existencia de Sam, y camine hasta la puerta a punto de salir.
—Elizabeth, se te cayó esto—me llamó Sam.
Me devolví justo a tiempo cuando se agachó a recoger el paquete de plástico que estaba en el suelo.
—¿Qué es esto?
—Nada que te importa—se las arrebate.
Me fui detrás de mi cuñada evitando preguntas, por suerte ella no se dio cuenta de nada.
Llegamos a la habitación de Clara, aún la estaban maquillando. Lleva puesta una bata del hotel para no marchar el vestido que cuelga de una de las puertas del closet.
—Qué bueno que están aquí—murmura—, no quiero que mi madre venga y las vea antes de la boda.
—Tranquila, todo irá bien—la consuela Natalie.
—Eso espero.
Me fui directo al baño para ponerme el vestido que Clara escogió para mi, nada de escote, cuello cuadrado, mangas de vuelo y no es tan ajustado como el que quería mi madre que usara.
La ceremonia civil de mi hermano se llevó a cabo hace una hora, fue algo sencillo, con solo las familias presentes. Clara había decidido que sus damas solo usarán el vestido escogido por ella en la ceremonia religiosa, cada quien usó algo diferente a lo acordado para la boda por la iglesia.
Cuando salgo, una de las chicas se ofreció a maquillarme. Me negué. Natalie lo haría, sólo porque yo no se hacerlo. También me negué a que me hiciera un peinado extravagante.
Para cuando Clara estuvo lista, Natalia y yo la ayudamos a ponerse su vestido de novia, era muy lindo y brillante. Ella sonrió al espejo al verse en él, parecía una princesa.
Le acomodaron el velo en su peinado, lo cual hizo que sonriera más. Se veía realmente hermosa.
—Hoy es el gran día—murmuró.
Me miró atrás vez del espejo, sin borrar su sonrisa de felicidad.
—Ellie, ¿puedo pedirte un favor?
—Claro.
—Sé que es de último momento, había esperado a que alguna de mis amigas me confirmara, pero no lo hicieron.
—¿Qué cosa?
—Necesito una madrina.
—¿Una madrina?
—Sí, lo único que tienes que hacer es ponernos el lazo y sentarte junto a mi en ese momento.
—¿Por qué ninguna de tus amigas quiso ser tu madrina?—pregunto Natalie.
—Ellas no quieren que me case, nunca les agradó Leo y a él tampoco ellas.
No quiero ser grosera, pero la verdad no me apetece estar frente a todo el mundo casi toda la ceremonia.
—¿No puede ser Natalie? —sugerí—Ella y Mitchell están casados y pueden…
—Nosotros ya somos los padrinos de arras, Asher y Adara son quienes los llevarán.
¿Cómo decirle que no a Clara cuando ella siempre me ha tratado bien?
—Además, Leonardo sugirió que te lo pidiera.
—¿Qué te pidió que?
—Si te respondo a tu pregunta de que fue lo que me enamoró de Leonardo, ha sido el único hombre en demostrarme que es capaz de todo por mi, incluso enfrentar a mis padres, y complacerlos a ellos con tal de que aprobarán nuestra relación. Tal vez no lo creas, pero es capaz de reconocer sus errores y remendarlos, y aunque no te guste lo que voy a decir, se parece mucho a ti.
—Eso no lo puedo negar.
—Sé que te quiere, aunque no lo diga.
—Lo dudo completamente.
—No debería decírtelo, pero a él le encantó la idea de que fueras la madrina de lazo, y cuando ninguna de mis amigas confirmo me dijo que te lo pidiera.
Sin palabras.
No me imagino a Leo feliz por algo relacionado conmigo.
—Ese día después que discutimos sobre él vestido, dijo algo que creo deberías saber.
—¿Qué dijo?
—Estaba algo nervioso, y cuando se pone nervioso imagina muchas cosas. Entre todas esas cosas, comenzó a imaginar el día de tu boda, dijo que no sabía que haría el día que tu tengas que pisar el altar, pero que estaría feliz por ti.