DevastaciÓn

EL PAN Y EL AGUA, Y EL GRAN RESCATE

Después que Yasuri, Yoe, y Aiko, se dividieran para buscar personas bajo escombros, varios helicópteros patrullan toda la ciudad, y el ejército y policía están en las calles ayudando...Siete horas después, Yasuri camina por la calle Jingumae y se sienta a descansar un poco, y seca su sudor con su mano derecha. Cuando escucha cerca de donde está sentada varios gritos de auxilio, y rápidamente se levanta a correr escombros, hasta ver por un hueco a una joven, quien le dice:

— Ayúdame por favor.

— Tranquila, tranquila, yo te voy a sacar de ahí, mantén la calma.

— Si, si, yo lo voy a intentar.

— Tranquila, yo voy por ayuda, no te vayas a asustar, ya regreso.

— Bueno.

De inmediato, Yasuri corre a donde están varios rescatistas y les pide ayuda, pero ninguno les hace caso, porque están rescatando a más de diez personas.

Yasuri se va de ese lugar y le dice a un policía:

— Hay una joven atrapada hacia ese lugar, necesito su ayuda.

— Espéreme un momento, y luego voy con usted.

— No, no, la joven necesita ayuda ahora.

— Ahora no puedo ir, tengo que entregar esta caja al hospital que quedo en pie.

Yasuri se enoja con todos los que no quieren ayudarle, y se va hacia el lugar donde esta la joven atrapada, y le dice:

— Ya estoy aquí.

— ¿Y la ayuda?

— La ayuda soy yo.

— ¿Y como vas hacer para sacarme de aquí? Hay un escombro que presiona un poco mi costilla izquierda.

Yasuri hace mucha fuerza para no llorar frente a la joven, y le expresa:

— ¿Cómo te llamas?

— ¡Ikay!

— Bien Ikay, yo soy Yasuri y quiero preguntarte algo.

— Dime.

— ¿Alguna vez has escuchado de Jesús?

— Si. Bastante.

— Que bueno.

— Pero... yo cuando me querían hablar de Jesús, yo les tiraba la puerta, también los dejaba parados, nunca me gusto que me hablaran de Dios.

— ¿Y eso por qué?

— Porque mis padres son ateos, y ellos me enseñaron a no creer.

— Pues déjame decirte que Jesús murió por nosotros, el padre envió al hijo por que nos ama. Jesús dio su vida por ti y por mí, nos dio la oportunidad de ser salvos, solo tenemos que confesar con nuestra propia boca, que el es nuestro salvador. Jesús es Dios. Dios es amor, y el no quiere que te pierdas, el no quiere que mueras sin que conozcas la verdad, por que la verdad te hará libre.

Ikay se pone a llorar. Cuando Yasuri mete su mano derecha hacia ella, pero no la alcanza, y le dice:

— Aun estas viva, no desaproveches esta oportunidad, y reconoce que hay un Dios en los cielos, Jehová Dios, quien creo el cielo y la tierra, los mares, hizo la luz y las separo de las tinieblas, creo las plantas y árboles, creo el aire que respiramos, creo también el sol, la luna y las estrellas, creo a los animales, de todo tipo de especies, tanto en el agua como en la tierra, después creo al hombre. Todo lo que ves lo creo Dios... reconoce a Jesús como tu salvador. Él es el dador de vida eterna. Pon tus cargas a Jesús, el las llevara por ti, créeme, que Dios no quiere que te pierdas, Dios no quiere que nadie se pierda.

En ese instante, el corazón de piedra de Ikay se vuelve de carne, y con voz alta, reconoce a Jesús como su salvador.

Yasuri se alegra de escuchar la confesión de Ikay, y le expresa:

— Con la ayuda de Dios, vas a salir de aquí.

— Gracias.

— Yo voy a orar por ti, no comeré nada y dormiré aquí, junto a ti, hasta que seas libre, hasta que te pueda sacar de ahí.

— Muchas gracias, necesitaba hablar con alguien, porque me sentía muy sola aquí.

— No estas sola, estas con Dios, el esta en todas partes, y ahora que lo aceptaste, veras como las cosas se solucionarán.

— Si, yo lo creo.

Yasuri comienza a orar por varios minutos por Ikay. Cuando la joven le pregunta:

— ¿Yasuri es que te llamas?

— Si, aquí estoy.

— ¿Cuál es tu profesión?

— Trabajaba en el departamento de bombero, soy rescatista.

— ¿Y porque dices que trabajabas?

— Tuve un conflicto con mi jefe, y renuncié a ese trabajo.

— Ah.

— ¿Y tu a que te dedicabas?

— Yo soy mesera del que era el restaurante Los Mejores Mariscos De Tokio.

— ¿Esto era el restaurante?

— Si.

— ¿Cuántos años tienes?

— Veinte años.

— Eres muy joven.

— ¿Y tú? ¿Cuántos años tienes? Si se puede saber.

Yasuri se sonríe, y luego le responde a Ikay:

— Tengo cuarenta y un años.

— Eres también muy joven.

— Gracias. Yo voy a estar aquí acompañándote, no te voy a dejar sola.

— Gracias Yasuri.

— No te vayas a dormir.

— Bueno.

En la noche, Yasuri le pregunta a Ikay:

— ¿Y que vas hacer cuando salgas de ahí?

— Voy a buscar a mis padres, ojalá que aun estén con vida, para decirles que existe un Dios que nos ama, porque necesito que ellos también se salven.

— Así es, quiero que salgas de aquí a evangelizar. Si, aférrate a eso Ikay.

— Si, eso haré, pero ahora tengo mucho sueño.

— ¿Y podrás dormir así?

— Creo que si, además, necesito dormir para no sentir tanta hambre que tengo.

— Duerme entonces.

— Hasta mañana Yasuri.

— Hasta mañana Ikay.

Yasuri se acomoda un poco y también se duerme cerca del hueco donde esta Ikay...

En la mañana siguiente, Yasuri se despierta y de inmediato mira hacia hueco, diciendo:

— ¡Ikay! ¡Ikay!

— Si, aquí estoy.

— ¿Estas bien?

— Estoy mejor que bien.

— ¿Cómo así?

— Alguien entro aquí, y movió el escombro que apretaba mi costilla, y ya me puedo mover.

— ¿Cómo?

— Además de eso, me dio a comer pan y a beber agua, ya no tengo más hambre.

Yasuri se alegra de escuchar eso, y le dice a Ikay:

— Fuiste ayudada por un Ángel enviado por Dios.

— ¿No entiendo?

— Después te explico, ahora que dices que puedes moverte, quiero que vengas hacia mí, hasta alcanzar tu mano.

— Bueno, lo voy a intentar.



#2044 en Otros

En el texto hay: esperanza, dios, concejos y otros

Editado: 31.12.2024

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