Devastadora tormenta.

Prólogo.

⚡ Aclaración. La novela es totalmente ficticia. La historia y los personajes son completamente míos y están registrados como tal. No se permiten copias o adaptaciones.

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¡Bienvenidos nuevos lectores! ¡Estad preparados para emocionaros con esta historia y adentraros en algo nuevo, lleno de romance, sin faltar las dosis de sarcasmo y los besos intensos! 

¡Espero no decepcionaros!

Es la primera novela que subo a esta plataforma, espero que me apoyeis pero sobre todo que os guste <3 Recordad agregad el libro a vuestra biblioteca para estar atentos a cuando subo capítulos nuevos y estar actualizados :)

¡Espero leeros pronto! 🌸

 

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Prólogo.

Tomé una gran bocanada de aire. El murmullo de la gente, y el tintineo de las copas de cristal, fue lo primero que llegó hasta mis oídos en cuanto entramos en aquella habitación. El tiempo se detuvo durante unos instantes, cuando cientos de pares de ojos se posaron en nosotros, en el momento en que pusimos un pie en aquella estancia. Intenté sonreír con todas mis fuerzas, tragándome el nudo que se había formado en mi garganta. Noté entonces un tirón en el brazo, instándome a que avanzara.

- No te detengas. – musitó en tono bajo cerca de mi oreja.

- Suéltame. O te juro, que te quedas sin brazo. – respondí en el mismo tono sin dejar de sonreír a la gente que no dejaba de observarnos.

- No seas tan arisca, todos nos están mirando. – me pegó aún más a él, haciendo que un escalofrío demasiado familiar recorriera mi espalda. – Ahí están. Sé simpática.

- ¿Más? Mucho es que no te haya estampado estos estúpidos tacones en la cara.

Él se detuvo, yo hice lo mismo. Dio un paso poniéndose delante de mí y su cara descendió hasta la mía.

- No seas tan violenta. – susurró.

Iba a responder, pero en ese momento sus dedos alzaron mi barbilla y mis ojos conectaron finalmente con los suyos. Su toque, junto con la cercanía de su rostro, consiguieron que cualquier cosa que fuera a decir muriera en lo más profundo de mi garganta.

- Mátame, o ríndete. – musitó sin apartar la vista de mí. -  Si vas a odiarme hazlo, pero recuerda que estás coladita por mí. 

Sin poder evitarlo mis ojos descendieron hasta sus labios, y hasta esa estúpida sonrisa. 

"No debí haberme mudado a ese dichoso apartamento."

.

.

Dos meses antes.

 

No me gustan las tormentas. 

Soy una persona simple. No veo como alguien puede estar en medio de la lluvia, empapado hasta los huesos, listo para pillar una pulmonía y decir que aquello era romántico. 

Y un cuerno.

Así que aquel día, en pleno mes de junio, cuando estaba preparada para comenzar mi mudanza hacia mi nuevo modesto apartamento a media hora del centro y una tormenta invadió la ciudad, un pensamiento fugaz me pasó por la mente.

"Esto no va salir bien"

Todos sabían el dicho, la mayoría de veces lo que empieza mal, acaba mal. Y es que aquel temporal se había desatado el mismo día de mi mudanza, cuando desde semanas atrás el cielo se encontraba despejado, haciendo que el sol brillara con fuerza.

Mis ojos se elevaron, mientras sostenía una caja llena de ropa entre mis brazos adoloridos de haber estado empaquetando la noche anterior, en el portal del pequeño piso compartido en el que había estado viviendo hasta aquel momento. Mi mirada se quedó fija en aquel cielo lúgubre. No quería ser pesimista, después de todo, un día de lluvia no tenía que significar nada. Sin embargo, una pequeña parte en mi interior, no dejaba de advertirme que aquello era un pronóstico de lo que se avecinaba.

Bueno, en realidad, no se equivocó del todo.

Los siguientes meses, sin duda, serían comparables a una tormenta.

Una completamente devastadora.

 




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