- ¿No crees que lo único que has conseguido es cabrearlo?
Elevé mi vista, clavándola en Sasha. Era lunes por la mañana, había venido para traerme la invitación de la dichosa fiesta y ahora nos encontrábamos desayunando en mi cocina. Sasha se había cogido unos días libres en el trabajo y yo... bueno, entre la mudanza, además de lo ocupada que había estado organizando las cosas, aún estaba en búsqueda activa de empleo. Después de haber terminado hace dos años la carrera de marketing digital y ahora que por fin había salido de aquel lugar... Ya era hora de que hiciera lo que realmente quería.
- Puede que te hayas pasado. – continuó diciendo.
Mi vista se detuvo en su rostro. Hoy traía su gran melena recogida en una coleta alta y llevaba puesta sus gafas. Estaba bastante seria después de contarle lo que había ocurrido la noche anterior.
- ¿Y? – pregunté, mientras recogía las cosas del desayuno.
- Y... ¿Si ahora le da por hacer más ruido por la noche?
Hice una mueca, ciertamente no había contemplado esa parte. Mi ataque de ira había nublado por completo cualquiera pensamiento que no fuera la venganza.
- De acuerdo, a lo mejor no ha sido la mejor idea. – admití encogiéndome de hombros. – No había pensado en eso. Sin embargo... - se me escapó una pequeña risa. – Si le hubieras visto la cara...
Sasha negó con la cabeza, cerrando los ojos con paciencia.
- ¿Cómo es que no te torturó tocando toda la noche después de eso?
- Por los gritos que pude oír desde el otro lado de la pared, diría que se encontraba muy ocupado.
Aunque tenía que admitir que era extraño, después de que acabara la pelea, reinó el silencio. Cualquiera hubiera pensado que se dedicaría a torturarme durante el resto de la noche, sin embargo, no hizo nada, todo se quedó en calma. Y aquello no hizo más que ponerme aún más nerviosa, pues lo sentía como aquella calma que viene justo antes de una tormenta.
- Cuidado Kay, me da que ese chico no va a quedarse quieto después de lo que has hecho.
- Empezó él. Y si lo que quiere es guerra, la va a tener.
Suspiró. Vi cómo se disponía a decir algo más, pero en ese momento un móvil sonó, interrumpiendo lo que sea que fuera a decir.
- ¿Si? ¿Qué ha pasado? – el rostro de Sasha empezó a descomponerse, mientras palidecía. – De acuerdo... Sí, claro, mañana estaré ahí.
Colgó. A continuación, un gran suspiro escapó de sus finos labios.
- ¿Qué ha pasado?
- Vincent... ya ha llegado.
Controlé las ganas que me habían entrado de suspirar a mí también.
- Creo que la guerra también ha empezado para ti, compañera.
Puso los ojos en blanco.
.
Ese día Sasha se quedó hasta tarde, no tenía ningunas ganas de volver a su casa, según ella ya era suficiente con que tener que aguantar a Vincent al día siguiente, como para aguantar a su padre nervioso y ansioso por su llegada. Eran pasadas las diez de la noche, cuando se me ocurrió la brillante idea de ver una película de terror.
- Ni hablar. – se negó, recostada en el sofá. – Aunque este sea el ambiente perfecto para una película de terror, sabes que las odio.
- Deja de meterte con mi piso o no te abriré más la puerta. – respondí desde la cocina.
Después de un poco más de discusión acabó cediendo. Nos acomodamos en el sofá después de hacer palomitas y apagamos la luz. La verdad es que la película daba bastante pavor, no habíamos parado de brincar del sofá mientras se nos escapan más de un grito a la vez. Estábamos justo en una de esas escenas, cuando la protagonista estaba a punto de doblar la esquina para encontrarse con aquella cosa. Era el momento clave. Sasha tenía las manos en los ojos, no queriendo mirar, mientras los míos no se despegaban de la pantalla.
- No vayas por ahí idiota... - susurró, aún con las manos en el rostro.
Ya tenía el grito preparado en la garganta, junto con mi corazón a punto de salir de mi pecho. Solo un poco más, ya casi había doblado la esquina... Pero sea lo que sea que aquella pobre chica iba a descubrir, no lo supimos. De repente, un gran estruendo proveniente del exterior nos interrumpió, haciendo que ambas saltásemos del sofá mientras gritos despavoridos salían de nuestras bocas.
- ¡¿Pero qué demonios?!
Me giré clavando mi vista en la entrada del apartamento, con una mano en mi pecho, casi segura de que de un momento a otro me podía dar un infarto. Inspiré hondo, tratando inútilmente de tranquilizarme y entrecerré los ojos. Había alguien allí; una sombra se alzaba en el umbral de la puerta. Tragué saliva. Entonces, la mano de Sasha se posó en mi hombro, haciendo que pegara un brinco.
- Lo ves, un psicópata.
Estuve a punto de decir algo cuando esa sombra habló, haciendo que mi atención fuera de nuevo hacia ella.
- Vaya, estáis de una pieza.
El miedo que había estado sintiendo desapareció por completo en ese mismo instante, siendo sustituido por uno mucho peor.
Cólera.
Y es que, reconocería esa voz hasta en el mismísimo infierno.
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⚡
La tormenta continuará~
¿Quién habrá entrado justo en el mejor momento?
#Seaceptanapuestas
#quiendejecomentarioyacierteganaunagalleta
También puedo sortear a Jack, puede que sea más efectivo.
Jack: EH.
Kay: Si por favor, líbrame de él.
Recuerda:
#Noseasfantasmita
Vota mi historia y dime que es lo que más te gusta. ¡O lo que no! Acepto crítica constructiva :)
¡Espero que os haya gustado el capítulo!
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