"Necesito otra copa."
Rodeé la estancia con los ojos. El salón en el que me encontraba era enorme, con varias mesas repletas de comida dispersadas por el lugar y meseros que iban repartiendo bebida sin detenerse. La gente estaba repartida en varios grupos, creando un bullicio de risas y conversaciones, las cuales eran completamente ajenas a mí. No estaba mal, tenía que reconocer que habían escogido un buen lugar. El hotel se encontraba justo en el centro y la sala era bastante grande para toda la gente que había ido. Pegué otro sorbo al vaso que tenía en aquel momento entre mis dedos, era el tercero... ¿cuarto? Que me tomaba y no me estaba ayudando a soportar aquella horrible reunión. Moví el pie con nerviosismo mientras mi mirada iba de aquí para allá buscando a Sasha.
Desde que habíamos llegado a aquella estúpida fiesta había desaparecido, dejándome sola en aquel lugar rodeada de extraños. Resoplé notando como el mal humor se iba apoderando de mí. Estaba a punto de apartarme de la esquina en la que me había quedado los últimos treinta minutos para buscar a Sasha, cuando noté la presencia de alguien a mi lado.
- ¿Qué haces aquí tan sola?
De mi boca salió un suspiro de cansancio.
"Lo que me faltaba."
Me di la vuelta despacio, sin disimular mi cara de hastío, encontrándome a un hombre a pocos pasos de mí. Arrugué el ceño. No era demasiado alto, más o menos de mi estatura. Tenía el pelo castaño, junto con una cara redonda formada por ojos pequeños y nariz grande. Parecía el típico chico con el que Vincent se juntaría.
Un imbécil quería decir.
Aunque me miraba a la cara, más de una vez sus ojos bajaban hasta mi escote. Y disimular, no lo hacía.
- ¿Quieres compañía?
Bufé por lo bajo.
- No, gracias.
Me aparté de la pared dispuesta a terminar con esa conversación. Solo había dado un paso cuando aquel desconocido me cogió del brazo con total confianza. Me giré, con la copa aún en la mano y más que preparada para tirársela encima si no me dejaba ir.
- Suéltame. – mascullé despacio.
Ante mi voz cargada de desprecio él levantó las cejas algo sorprendido.
- Eh, te he visto sola y ...
Se había acercado a mí, por lo que cuando habló un olor a vodka con algo más me llegó hasta las fosas nasales.
"Genial, me toca lidiar con un borracho"
- Solo quería presentarme. – declaró con inocencia.
- Te puedes presentar sin tocarme.
Bajó la mirada hasta su mano, pero en vez de soltarme tiró más de mí, acercándome aún más a él.
- Vamos, me han dicho que eres amiga de Vincent. – susurró cerca de mi rostro.
Inspiré hondo, captando por completo lo que había en el trasfondo de aquellas palabras. "Amiga de Vincent" significaba algo más en aquel lugar. Sabía que Vincent era conocido por acostarse con muchas chicas en periodos cortos de tiempo, y alguna de ellas acababan acostándose con alguno de sus estúpidos amigos después de eso.
Ese hombre se pensaba que yo había sido una de esas chicas y ahora me acostaría con el siguiente.
"Voy a tirarle la copa de chardonnay a la cara"
- Mira imbécil...
- Creo que te ha pedido que la sueltes.
No reconocí aquella voz proveniente de mi espalda, por eso cuando me di la vuelta la sorpresa fue seguida de un completo asombro. No reaccioné al principio, fue más bien aquel estúpido borracho el que habló primero.
- Que estás... ¡Vincent! – me soltó finalmente, liberando mi brazo de su agarre y se acercó un paso al nombrado.
Yo me alejé un poco, contemplando la escena. Me habría marchado, pero tenía que reconocer que la curiosidad pudo conmigo. La verdad es que no había visto a Vincent desde hacía casi dos años, ni siquiera Sasha. Se había marchado al extranjero por asuntos de trabajo durante una buena temporada que acabó alargando. Sasha y yo llegamos a pensar incluso que no volvería.
Por eso cuando mis ojos se posaron en él, un pensamiento fugaz cruzó mi mente.
"¿De verdad es Vincent?"
No es que hubiera cambiado de aspecto, pues era el mismo que hacía exactamente dos años. Tez morena, pelo corto y ojos castaños. Lo único que había variado es que ya no llevaba esa barba tan poco favorecedora. Incluso juraría que estaba un poco más alto. Lo seguí observando y cuando mis ojos alcanzaron su rostro, su mirada captó la mía. Solo fue durante un momento, sin embargo, allí estaba, aquel brillo de familiaridad.
- Oh Vincent, ¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿Dos años? – la atención de el recién nombrado se desvió de nuevo hacia el hombre que le hablaba. – No has cambiado nada.
- Por lo que he podido ver tu tampoco lo has hecho. – capté un rápido movimiento de sus ojos hacia mí, pero fue tan rápido que por un momento creí habérmelo imaginado. Sonrió de forma fría. - ¿Cómo está tu mujer?
Y así, con apenas cuatro palabras el rostro de aquel hombre se descompuso. Su piel palideció repentinamente y su sonrisa desapareció, dando lugar a unos labios tensos.
- Ella... está bien.
- Me alegra, espero que la saludes de mi parte.
Sin esperar respuesta Vincent se movió separándose de él, y para mi total sorpresa fue hasta mí, para posar la mano en la parte baja de mi espalda.
- Si nos disculpas...
Con un ligero empujón me guió lejos de allí. No dijo nada, por lo que yo tampoco lo hice mientras era llevada por aquel bullicio de gente. Fuimos hasta una esquina de la habitación, junto a uno de los ventanales que daban a la terraza.
- ¿Estás bien?
Asentí sin poder evitar mirarlo sorprendida y mis ojos recorrieron su rostro. ¿De verdad aquel era Vincent? ¿El imbécil de Vincent? No era posible. El chico que yo recordaba no hubiera hecho algo como aquello. Él simplemente se hubiera acercado y le hubiera seguido el juego a aquel estúpido borracho.