Devastadora tormenta.

XV. Explicaciones.

 

No me dio tiempo a reaccionar, todo pasó muy deprisa. La puerta que antes estaba cerrada consiguiendo resguardarme con seguridad, se encontraba abierta en ese momento. Jack me empujó junto con él fuera de nuestro pequeño escondite. No pude detenerlo, era como si me hubiera convertido en una especie de muñeca que movía por voluntad. Entonces cuando noté la luz de la lámpara el baño en mi rostro fue cuando escuché las voces ahogadas de sorpresa.

- Tu... Kay, ¿eres tú?

Anne se calló justo cuando se percató de la presencia de Jack a mi espalda. Se nos quedaron mirando, con la sorpresa grabada en sus caras, como si acabaran de ver salir a un fantasma de aquel baño.

"Me han visto."

Pero eso no era lo peor.

"Me han visto salir de ahí con Jack"

Oh dios, no hacía falta ser un lince para saber lo que se estaban imaginando en aquel preciso instante. La mano de Jack se posó en la parte baja de mi espalda haciendo que temblara; por el rabillo del ojo vi la sombra de una sonrisa aparecer en su rostro.

- Señoritas.

Hizo un gesto de asentimiento con la cabeza en modo despedida y me empujó levemente, instándome a salir de allí con él. Yo simplemente lo seguí, aun metida en aquel pequeño y extraño trance. Estaba segura que si en ese momento me hubiera empujado para saltar de un puente, en vez de para salir de ahí, lo hubiera hecho.

Salimos al pasillo el cual, gracias al cielo, estaba completamente vacío. Mi mente aún estaba hecha un caos. Y no solo por lo que acababa de pasar, aunque quisiera negarlo el calor de su toque, el cual traspasaba la tela de mi vestido en la parte baja de mi espalda, no me ayudaba realmente a concentrarme. Si acaso solo empeoraba las cosas.

- ¿Estás bien?

Tardé un buen rato en responder. ¿qué si estaba bien? ¿De verdad me acababa de preguntar aquello después de hacer lo que hizo? Cuando por fin reaccioné lo primero que hice fue separarme de él y mis nervios agradecieron enseguida la pérdida de su toque. Me giré centrando mi vista en él.

- Que... - carraspeé intentando controlar mi voz. - ¿qué demonios ha sido eso?

Se encogió de hombros restándole importancia. ¿Qué significaba eso?

- Realmente no ha sido nada.

- ¿Nada? Tú... lo que has hecho...- noté el característico calor en las mejillas. Sin poder evitarlo me llevé la mano a los labios mientras recordaba lo que acababa de hacer. - ¿En qué estabas pensando? ¿Acaso has perdido la cabeza?

- No es para tanto. ¿Se han callado no?

- ¿Callado? De que estás...

Abrí los ojos, dándome cuenta en ese instante de a que se refería y entendiendo en parte lo que acababa de pasar.

- ¿Lo has hecho por lo que decían? – solté. – Dios, lo único que has conseguido es que hablen más, ¡y peor que antes!

- ¿Tanto importa? Que crean lo que quieran.

Mi sangre hirvió mientras un sentimiento extraño se fue formando en mi pecho. Estaba loco. ¿Por qué había hecho algo como aquello? Hacer eso y dejar que luego pensaran algo que no ha ocurrido en realidad, poner su mano en mis labios para luego... La vergüenza y la ira me invadieron de un golpe.

- ¡Ni siquiera ha pasado nada en realidad! – exclamé completamente enfadada.

Me miró, y aquella estúpida sonrisa volvió a aparecer en su rostro.

"Juro que le voy a tirar un jarrón a la cabeza como siga sonriendo así"

- ¿Estás enfadada por qué en realidad no ha pasado?

- Sí.

- ¿Sí? – alzó las cejas con auténtico asombro.

Espera, no. ¿Qué diablos estaba diciendo? No dejó de observarme, con la diversión claramente dibujada en su rostro. Sus comisuras se elevaron dejando ver que encontraba aquello realmente divertido. Hablé antes de que pudiera decir nada más.

- Olvídalo. – mascullé. - No necesitaba tu ayuda y no la necesitaré nunca, así que la próxima ahórratelo.

Me giré dispuesta a elegir la opción más factible en aquellos momentos.

Huir.

Mis pies se movieron y me aleje de él, aun notando el calor en mis mejillas.

.

No me gusta huir de verdad, nunca he creído que eso fuera una opción factible para resolver las cosas. Pero sinceramente aquella noche, esa parecía la única solución posible. Así que después de alejarme de Jack decidí olvidar un pocos mis principios y me fui de la fiesta.

Sasha me llamó muchísimas veces. No respondí. En vez de eso le mandé un mensaje asegurando que estaba bien y que me marchaba a casa. Por un momento se me pasó por la mente inventar alguna excusa, pero lo descarté enseguida sabiendo que no se lo creería.

Esa noche fue tranquila, sin pretenderlo mi odioso vecino y yo habíamos llegado a una tregua por esa noche.

.

.

Me desperté con un gruñido. Una rítmica melodía bastante familiar llegaba hasta mis oídos, la culpable de haberme despertado. Me incorporé notando como el mal humor se apoderaba de mi ya desde buena mañana. El sol había salido, el tono anaranjado de los pequeños rayos que traspasaban los cristales de la ventana en aquel momento dejaba ver que aún era temprano, bastante además. Con un bufido cogí el móvil de la mesita y abrí los ojos con sorpresa. Tenía diez llamadas perdidas y veinticinco mensajes nuevos. Fruncí el ceño, ver que la mayoría claramente eran de Sasha, pero también vi un número que no pude reconocer.

En ese instante me fijé con horror en la hora marcada, como imaginaba era demasiado temprano. Por dios, ¡eran las siete de la mañana! Me senté en el borde la cama. Mas vale que se tratara del apocalipsis, porque si no, la iba a matar por despertarme. Incluso si hubiera sido el fin del mundo no era una excusa para hacer que me levantara tan pronto. Un claro ejemplo de orden de prioridades.

Le eché un vistazo rápido a los mensajes, casi todos eran mas o menos lo mismo. "¿Dónde te has metido?" "¿Cómo se te ocurre dejarme sola?" "¿Acaso te has ido con Jack y no me lo has dicho? Eh, que no te culparía por ello, no con el culo que tiene" Rodé los ojos ante ese último.




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