Devastadora tormenta.

XVIII. Punto clave.

 

Su aliento me rozaba el rostro, al mismo tiempo que mi corazón y mi cuerpo daban una sacudida en el instante en el que alcanzaba mi piel. En aquellos momentos mi cabeza no era capaz de digerir si había algo más que no fuera el rostro de Jack sobre el mío.

De sus labios a milímetros de los míos.

 Me había olvidado por completo de lo que nos rodeaba; no era consciente de nada mas que de él. Nuestros rostros habían eliminado cualquier distancia posible entre los dos y sus ojos estaban por completos fijados en mi boca.

Sin embargo, en un segundo la pequeña voz de la razón salió a la luz como un destello, diciéndome que aquello era una terrible, o mas bien, una catastrófica idea. Aún así era como si mi cuerpo ya no fuera mío, ignorando cualquier razonamiento, pedía a gritos que borrara de una vez cualquier distancia entre los dos.

- Kay...

Mi nombre en sus labios  eliminó por completo cualquier razonamiento lógico. Mi rostro descendió sin poder esperar.

¿Qué pasaría entonces?

La pregunta quedó sin respuesta, mi cabeza solo pensaba en cubrir su boca con la mía en aquel momento.

- ¡Jack!

Aquella burbuja extraña en la que estaba metida se destrozó en mil pedazos ante aquel grito repentino. No se que hubiera pasado exactamente si aquella voz  no me hubiera hecho volver de un frío golpe a mis sentidos y forzarme a salir  de aquel extraño trance. Miré una vez más a Jack antes de levantarme con la velocidad de un rayo y mirar alrededor. Eleanor se encontraba a unos metros de nosotros, caminando en nuestra dirección sin quitarnos la vista de encima. La observé unos segundos antes de descender la mirada hacia Jack, el cual aún se encontraba en el suelo. Sus ojos estaban puestos en mí, reflejando un extraño sentimiento que no supe interpretar. Volví a alzar mi vista, Eleanor estaba a pocos pasos de nosotros.

Se lo que estaréis pensando pues es justamente lo que pensé yo.

¿Acaso había otra opción?

·

·

- ¿Huiste?

Sasha soltó una risa mientras apartaba la copa de bebida que llevaba en la mano de su boca. Junté las cejas, no era divertido, aunque ella no dejaba de soltar carcajadas como si le fuera la vida en ello.

La música el lugar no me dejaban escuchar bien sus risas, pero sus gestos hablaban por sí solos. Le parecía todo divertidísimo. Nos encontrábamos en uno de esos bares concurridos de la ciudad; las mesas se encontraban llenas y la barra era como un abismo en cual  si entrabas iba a ser imposible salir. Por suerte habíamos llegado temprano, cuando estaba más vacío y habíamos conseguido apartar un sitio para nosotras.

- Tampoco es que tuviera nada que decir.

Habían pasado tres días desde el incidente con el dichoso gato y el árbol, aunque apenas se lo acababa de relatar a Sasha. Le había contado todo, incluso lo que ocurrió al final cuando Jack intentó ayudarme a bajar acabando los dos en el suelo. Aunque obvié algunas partes, como nuestra conversación o aquel extraño y repentino acercamiento. Pero, sobre todo, obvié la parte en la que yo misma había sentido ganas de besarle.

Fue simplemente un lapsus, una perdida completa de lucidez producida por la altura había asumido finalmente.

- ¿Qué iba a hacer? – cuestioné viendo como aún seguía riendo.

- Podrías haberle dado las gracias. – respondió entonces, encogiéndose de hombros.

- ¿Por qué?

- Te salvó de las mofetas. – dijo como si fuera algo obvio.

Evité poner los ojos en blanco.

- Estoy más que segura que no era verdad.

- ¿Tanto te molestó que te ayudara? - inquirió con voz interrogante.

- Le molestó a mi orgullo. – me miró sin entender. - ¿Hola? ¡Me tiró la puerta abajo!

- La arreglaron. – señaló.

- La puerta si, mi orgullo no.

Soltó un suspiro mirándome con pesadez. Me llevé mi copa a los labios algo molesta. Desde el incidente había estado de un humor de perros, no tenía ningún sentido. ¿Qué estaba mal conmigo? Desde aquella noche de la fiesta es como si no mi cuerpo no fuera mío y sintiera cosas que no debía sentir; su imagen estaba clavada en mi cabeza como si fuera cemento, por no añadir aquella maldita sonrisa me perseguía hasta en sueños.

- ¿Vas a salir con él?

Sin poder evitarlo me atraganté con la bebida que estaba bebiendo y comencé a toser con fuerza.

- ¿Qué demonios estás diciendo?

Puso los ojos en blanco y volvió a mirarme con un brillo sospechoso en sus ojos.

- Por favor, no nací ayer. – una socarrona sonrisa curvó sus labios. – He visto cómo te mira.

- ¿Y cómo se supone que me mira?

- Pues... - se llevó un dedo a los labios y apoyó el rostro en su mano, mientras intentaba encontrar las palabras adecuadas. – Como si quisiera besarte hasta que olvidaras hasta tu nombre.

Me sonrojé, no sé porque, pero lo hice. Bueno en realidad, sabía muy bien el motivo. Y es que en cuanto aquellas palabras habían salido de la boca de Sasha mi cabeza se había llenado de imágenes. En todas ellas estaba Jack, su rostro sobre el mío y sus labios peligrosamente cerca de mi boca. Sacudí la cabeza alejando aquella extraña y loca estampa de mi mente.

"¡Despierta! ¡Es el estúpido derriba puertas de tu vecino! ¿En qué demonios estás pensando?"

- Te gustaría que lo hiciera eh. – indicó mirándome inquisitiva.

- ¡Ni hablar!

- Lo que tu digas.

Sonrió aún más, completamente divertida con la situación. En esos momentos empezaba a cuestionar porque era mi amiga.

- No es lo que estás imaginando.

Alzó las cejas con escepticismo. Bufé, perdiendo la paciencia. ¿De qué lado se supone que estaba? Entonces su mirada se apartó de mi rostro para mirar mas allá. Su cara cambió y enseguida noté que algo no iba bien.

Para mí.

Su sonrisa había pasado de normal a una completamente maliciosa. Me di la vuelta y en ese preciso instante me acordé de todos sus ancestros. Volví a girar ,clavando mi mirada fúrica en ella.




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