Tuve que detenerme durante algunos segundos para entender la situación. Me giré observando a Simon, el cual parecía totalmente confuso y seguidamente clavé mis ojos en la persona que había interrumpido repentinamente.
– Jack...
Dije su nombre sin saber que más decir, pues en aquellos momentos mi mente estaba invadida por la confusión tratando de entender que demonios hacia él allí.
Mi mirada se clavó en su rostro durante unos segundos dándome cuenta de que parecía... bueno, realmente molesto. Sus ojos chocaron con los míos un instantes antes de que se desviaran hasta Simon, para luego bajar hacia la mano que aún se encontraba en mi hombro.
– Suéltala; a menos que quieras salir de aquí con una mano menos.
Sentí como liberaba mi hombro en ese momento completamente sorprendido ante sus palabras.
– ¿Quién diablos eres tú?
Su pregunta consiguió que Jack alzara las comisuras de sus labios y diera dos pasos hacia él. Por una vez mi mente y mi cuerpo reaccionaron rápidamente haciendo que me colocara en medio de los dos con el fin de evitar una estúpida escena.
– No es nadie – afirmé con rapidez.
Me di la vuelta echándole una mirada a Jack que podría haber congelado un desierto.
– ¿Qué demonios haces aquí? – mascullé de mala forma acercándome a él.
Jack despegó la vista finalmente de Simón y la bajó hasta mí.
– Evitar que hagas una tontería. – respondió aproximándose hasta dejar unos pocos centímetros de distancia entre nosotros, al mismo tiempo que agachaba ligeramente la cabeza.
– ¿De que estás hablando? – pregunté completamente perdida.
– ¿Estás de broma? – señaló con un pulgar a Simon sin ningún tipo de disimulo – ¿Desde cuándo quedar con un ex es realmente una buena idea?
Me sorprendieron varias cosas en ese instante; una era que Jack supiera quien era Simon, la otra... ¿De dónde diantres había sacado la idea de que había quedado con mi ex? Ni siquiera yo lo había sabido hasta hace apenas unos minutos; en todo caso creí que había quedado con Andrea. ¿Cómo es que Jack estaba allí tan seguro de con quién estaba? Aunque...
No me digas que...
Estuve a punto de maldecir en alto.
¿Cuántos años pueden caer por matar a tu mejor amiga?
– No sé porque demonios has venido hasta aquí – siseé controlando las ganas de subir la voz en medio del restaurante, pues ya mas de una mesa alrededor había girado la cabeza hacia nosotros muertos de curiosidad y no quería llamar aún más la atención – pero lárgate.
Subió la mano al pecho mientras agrandaba los ojos de manera exagerada.
– ¿Esa es manera de hablarle a alguien que solo está preocupado por su vecina? – preguntó con voz cargada de total ofensa.
– Se cuidarme sola, gracias.
– Creo que debería quedarme por si acaso.
– Si te quedas serás tú el que acabará con la cabeza dentro de esa pecera – amenacé rechinando los dientes.
Aquel comentario consiguió que sus comisuras se elevaran brevemente.
– ¿Nadie te ha dicho que es de mala educación amenazar de esa manera a tu vecino? – su rostro bajó aún más quedando casi por completo a mi altura.
– ¿Y derribar puertas? Porque bien que lo has vuelto tu deporte favorito.
En ese momento rodó los ojos suspirando de forma plausible.
– ¿No lo piensas a olvidar nunca? Deberías superarlo – dio un paso más eliminando casi por completo la poca distancia que nos separaba – eres demasiado rencorosa.
Resoplé perdiendo por completo la paciencia que me quedaba. En aquel punto era una auténtico milagro que no estuviera nadando aún entre los peces.
O entre los tiburones del océano pacifico.
Cerré los ojos durante dos segundos tratando de calmarme y entender que Jack no se iría por muy enfadada que estuviera. Cuando mis párpados se abrieron de nuevo, mi mirada fue directa hacia él; debió de percatarse repentinamente de que algo no iba bien pues su pequeña sonrisa desapareció de su rostro.
– Jack... – sus ojos brillaron al escucharme susurrar su nombre – Por favor...
Frunció los labios dejando que el silencio se alargara durante unos momentos. En su rostro se leía claramente la preocupación y parte del enfado que sentía en aquellos momentos. Aunque debió de ver algo en mi gesto que consiguió que repentinamente se calmara y asintiera ligeramente.
– Estaré... fuera. – advirtió, a lo que no me pude negar.
Sus ojos se detuvieron unos instantes más en los míos para luego desviarse hasta Simon. Se acercó a él despacio hasta que sus pies se detuvieron a su lado, y habló de nuevo, con una voz que casi no pude reconocer.
– Como la vea con una sola lágrima o siquiera una mota de tristeza en su rostro... La jodiste – cruzaron sus miradas justo en ese instante – Desearás esconderte en lo más profundo de esa pecera para que no te encuentre.
Simon hizo el amago de responder, sin embargo, Jack se marchó antes de que cualquier palabra saliera de su boca. Se encaminó hacia la salida y no pude mas que echar una última mirada sobre sus hombros tensos, comprendiendo que había hecho un verdadero esfuerzo marcharse de allí.
– Kay...
Dejé escapar un suspiro mientras volvía mi atención una vez más a Simón. Se encontraba totalmente tenso, con los brazos cruzados sobre su pecho mirándome totalmente confuso y malhumorado.
– ¿Era tu novio?
Cerré los ojos notando como mi mal humor amenazaba con volver a aparecer, cuestionándome si de verdad había escuchado bien su pregunta.
– Si has dicho todo lo que querías... – empecé a decir, sin embargo, no me permitió terminar.
– ¿Desde cuando sales con él?
Esta vez fui yo la que se cruzo de brazos enfadada ante su repentina estúpida actitud.
– Cosas del destino. – respondí de mala manera.
– Es un completo imbécil.