Sonreí algo cohibida cuando mis ojos se encontraron con los de Vincent, pues a mi mente apareció el recuerdo de la noche de la reunión. Intenté eliminar las imágenes que pasaban en ese momento por mi cabeza mientras evitaba imaginar que le había rondado exactamente l la cabeza en ese entonces. Sin embargo, para mi total sorpresa me sonrió con calidez mientras se acercaba.
– Kay, me alegro de...
Sus palabras se cortaron en el preciso instante en que sus ojos se desviaron percatándose de la presencia de Sasha, la cual se acababa de dar la vuelta cruzada de brazos. Al contrario que momentos antes su sonrisa había desaparecido siendo sustituida por una mueca de completo fastidio.
– ¿No deberías estar revisando las notas del contrato con el señor Anderson? – preguntó ella en cuanto posó su mirada sobre él.
No pude evitar que un pequeño temblor me recorriese la espalda al escuchar su voz afilada. Inconscientemente di un paso atrás percibiendo como el ambiente se tensaba repentinamente y presintiendo lo que se avecinaba.
Esto se va a convertir en Troya.
– Lo terminé hace una hora – respondió con una pequeña sonrisa tensa – ¿Tú no deberías estar preparando la reunión de mañana y no aquí perdiendo el tiempo?
– Como tú mismo has dicho es mañana y tengo todo listo.
Comencé a ponerme nerviosa sin otra cosa que hacer que alternar mi vista entre ambos. Vincent continuaba con las manos en los bolsillos y Sasha de brazos cruzados. Sus cabezas se encontraban alzadas mientras no apartaban sus ojos del otro, casi podía ver las chispas saliendo de sus pupilas y chocando entre ellas sin ceder, como en una especie de batalla de vida o muerte.
– Creo que iré subiendo... – atreví a decir despacio.
No quise subir demasiado el tono de voz, pero conseguí que ambos me escucharan pues giraron sus cabezas hacia a mi al mismo tiempo.
– Iré contigo – anunció Sasha chasqueando la lengua – No quiero perder más tiempo con... cosas innecesarias.
No hacía falta ser un genio para saber que ese comentario iba con segundas. Evité las ganas de suspirar al mismo tiempo que pensaba que aquello estaba siendo peor que una pelea de niños de guardería. Vincent tensó los labios.
– Sí, deja que te acompañe – soltó en un hilo de voz sin apartar su mirada de ella – aunque ten cuidado de que no intente romperte un pierna por el camino...
Ese último comentario fue echo en voz baja, pero lo suficientemente alto para que ambas lo oyéramos. Sasha giró su rostro con brusquedad con una mueca de furia dibujada en el.
– Lástima que no te la rompieras de verdad. – masculló irritada.
Dejó vagar su mirada por el rostro de Sasha, como si estuviera sopesando la posibilidad de no decir nada más. Yo casi esperé que no lo hiciera.
Fue pedir demasiado, claro
– Debiste apuntar mejor, enana.
Ay no.
Hasta yo sabía que Sasha odiaba ese mote. Ella soltó un gruñido cerrando los puños y por un momento estuve segura que iría hasta él para pegarle con uno en el rostro, sin embargo, en vez de eso se quedó de pie en el mismo lugar durante un rato con la ira emanando por todo su cuerpo. Finalmente le echó una mirada más de completo odio y se dio la vuelta, al parecer dispuesta a ignorarlo.
– Vamos Kay... Además, Vincent tiene mucho trabajo con... – carraspeó brevemente – otras compañías.
Su voz cargada no pasó desapercibida para ninguno de los presentes. Por mi parte no lo entendí, el único que pareció hacerlo fue Vincent que le dedicó una mirada completamente sorprendida y enojada al mismo tiempo. Sasha se movió dispuesta a ir hasta a mi y dar por sentado aquel encuentro extraño con su hermanastro, pero antes de poder llegar la mano de Vincent la detuvo cogiéndola del brazo y obligando a que se girara una vez más hacia él. Se miraron con completa rabia el uno al otro durante un buen rato.
Yo en ese momento me pregunté si debía irme o quedarme acompañada de una bolsa de palomitas.
– Supongo que has venido para ver a Spenser – comentó Vincent sin variar su postura – Quinta planta, despacho nueve. Solo toca antes de entrar – abrí la boca sin saber que decir – Si no te importa necesito tener unas palabras con... Sasha.
No sé si solo fue mi percepción, pero cuando la nombró una extraña tensión cortó por completo el ambiente. Estaba mas que segura de que ella iba a replicar, sin embargo, antes de que pudiera hacer nada fue arrastrada fuera de allí sin más explicación.
Yo me quedé estática durante unos minutos tratando de entender la escena que acababa de presenciar, para después simplemente negar con la cabeza y dirigirme hacia el ascensor.
Ahora mismo tienes algo más importante en lo que pensar que un pelea de niños de parvulario.
.
.
Al salir una más tarde de aquel pequeño despacho al final del pasillo decorado con aquella elegante moqueta verde solté un largo suspiro. Segundos después una sonrisa abordó mis labios irremediablemente.
Tengo trabajo.
No me lo creía. Las ganas de subir mis manos y pellizcarme el rostro eran muy fuertes, pero aguanté y solo me pellizqué la muñeca levemente soltando un pequeño quejido al mismo tiempo que evitaba las ganas de ponerme a saltar como una loca llena de alegría en medio de aquel pasillo lleno de gente con trajes y ropa demasiado elegante.
La reunión había ido tan bien que apenas daba crédito. Para mi sorpresa el señor Spenser había resultado ser todo lo contrario a lo que me esperaba, no solo no buscaba gente con experiencia, mas bien simplemente personas con ambición y ganas de comerse el mundo. Al parecer Sasha la había hablado tan bien de mi que solo necesitó verme y hablar un poco conmigo para acabar de decidirse.
Solté un grito de jubilo para mis adentros mientras sacaba el móvil del bolso. Lo primero que hice fue llamar a Sasha, sin embargo, después de varios tonos mi llamada acabó en el buzón de voz. Arrugué el ceño y la imagen de ella marchándose de la mano de Vincent me vino a la mente consiguiendo que tuviera un mal presentimiento; había pasado más de una hora, si seguían juntos no me extrañaría que alguno de los dos hubiese acabado en urgencias.