Devastadora tormenta.

XLVIII. Lazos inexistentes.

Mi garganta se cerró con fuerza mientras mis ojos eran incapaces de quitar la vista de aquel rostro tan familiar y a la vez tan aterrador. Habían pasado varios años, pero no había cambiado demasiado; seguía teniendo el mismo cuerpo ancho que tanto me intimidaba, su piel clara había sido adornada con arrugas debido al paso del tiempo y alguna que otra mancha, incluso aquel bigote llamativo seguía en su lugar, aunque la calvicie ya había hecho mella en su cabellera grisácea.

Lo observé notando el miedo adueñándose poco a poco de cada musculo de mi cuerpo. Fue como si mi propia pesadilla se hubiese materializado justo delante de mis ojos, y como en mis sueños yo ni siquiera era capaz de moverme ni un ápice.

– Voy a llamar a la policía.

Mi voz temblorosa hizo que una aberrante sonrisa apareciera de forma fría y controladora en sus labios.

– No lo harás.

Sentí un temblor notorio recorrer toda mi espina dorsal. Notaba el móvil entre mis dedos fríos pues aún no lo había soltado, solo me hacia falta marcar el numero y llamar; pero al contrario de lo que quería mi mano se quedó congelada en aire como si aquellas palabras hubieran hecho el efecto deseado. Como si los años no hubiesen pasado y todavía fuera aquella marioneta la cual no podía moverse sin él no lo permitía; solo hacía falta una palabra suya para controlarme.

Muévete, Kay, no dejes que te intimide.

No quería hacerlo.

Eres más fuerte que él.

Lo sabía, lo sabía muy bien. Pero entonces, ¿Por qué no podía mover mi mano? ¿Por qué no era capaz de correr y salir de allí?

No había cambiado nada.

No he cambiado nada.

Quise gritar de rabia, sin embargo, ningún sonido salió de mi boca.

– Solo quiero hablar, Kay.

– Yo no quiero hablar – . respondí sin poder disimular el pánico de mi voz – Vete de aquí.

Agradecí que al menos pudiera hablar pues casi estaba esperando haberme quedado muda también. Su sonrisa se ensanchó, como si mis palabras fueran las de una niña pequeña enrabietada. Lo miré con completo odio y con toda la rabia acumulada después de todos estos años.

– ¿Después de tantos años no te apetece tener una charla amena con tu padre?

– Tu no eres...

En ese instante dio un paso hacia mi dirección y el miedo me azoró con tal fuerza que cortó todas mis palabras haciendo que retrocediera sin quitarle la vista de encima. Estaba aterrada, a esas alturas no podía negarlo. Tenerlo enfrente de mi había hecho que los recuerdos del pasado volviesen a mi mente, que volviera a hacer esa muchacha sin voz, aquella que no tenía derecho a elegir.

Solo a temer.

– No tengas miedo – . alzó su mano en un gesto inofensivo – Solo he venido a hablar.

Tragué saliva sabiendo que tenía que hacer algo pues cuanto mas tiempo pasase allí con él, mas posibilidades había de que ocurriese una desgracia. Lo veía en sus ojos, no venía solo a hablar; quería algo de mí y estaba segura de que no era nada bueno. Avanzó de nuevo consiguiendo que yo retrocediera, aquello pareció molestarlo pues su rostro se crispó y sus labios formaron una mueca de rabia. Cuando mis ojos alcanzaron los suyos pude apreciar como se oscurecían de manera dramática, como si la oscuridad estuviese tomando posesión de él repentinamente.

– ¿Sabes? –. apretó los labios antes de continuar – Sigues siendo la misma niña malcriada y testaruda. Cuando huiste con el rabo entre las piernas aquella noche... ¡arruinaste todo! Después de todo lo que hice por ti y por tu madre era lo mínimo que podías hacer... ¡pero te encargaste de joderlo!

Tensó los labios y su gesto se torno en uno de rabia. Inspiré con fuerza aterrada pues solo había visto aquella mirada en Peter una vez, esa misma noche de tormenta en la que los gritos y los golpes nunca se escucharon.

– Al principio pensé que podría arreglarlo –. soltó una risa amarga mientras se cruzaba de brazos y daba un paso – que había mas empresas, mas tratos. Sin embargo, años después me di cuenta de que realmente arruinaste todo por completo.

"Mi empresa se fue a pique, después del desastre con el padre de Simon nadie quiso hacer negocios conmigo. Me costó darme cuenta del porqué, pero al final entendí que había sido todo culpa tuya."

Tragué aire tratando por todos los medios de que su voz no me afectase. Pero lo hacia, cada vez que una palabra salía de sus labios un temblor de pánico recorría mi espalda haciendo que me quedara allí de pie observándolo al mismo tiempo que temblaba sin control.

– ¿Qué es lo que quieres de mi? –. dije casi en un susurro ahogado mientras me llevaba una mano al pecho tratando por todos los medios de controlar los temblores de mi propio cuerpo.

– ¿No lo entiendes? –. sonrió con amargura y enfado – Desde hace años mi vida esta arruinada... y entonces hace unos meses... Hace unos meses alguien me habló de lo bien que te iba, de que parecía que tenías un buena vida.

Negó con la cabeza.

"No me lo podía creer, después de como arruinaste la mía... –. sus ojos brillaron con cólera – no tenías ningún derecho a tener felicidad –. apretó los puños con fuerza y noté la ira emanando de él – Vine para verlo, para ver lo feliz que eras, incluso en este pequeño y asqueroso apartamento...

Sus palabras hicieron un pequeño clip en mi mente y abrí los ojos.

– Fuiste tú... –. susurré con voz ahogada – Tú eres el que entraste a mi apartamento... fuiste el que dejó aquel animal...

No pude continuar pues las imágenes de aquella terrible noche abordaron mi mente cortando mis palabras. En ese instante vi como sonreía de forma casi siniestra dejando aquello como una afirmación.

– En realidad no fui yo, si hubiese sido yo hubiese hecho un mejor trabajo ... –. chasqueó la lengua con fastidio – Aquel estúpido que mandé no hizo nada bien, encima se dejo acobardar tan fácilmente... – me clavó la mirada con completo odio – No lo puedo entender... ¡¿Cómo es posible que vivas así después de arruinar la vida de una persona?!




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