𝑫𝒓𝒆𝒔𝒅𝒆
𝟏𝟗 𝓭𝓮 𝓼𝓮𝓹𝓽𝓲𝓮𝓶𝓫𝓻𝓮 𝓭𝓮 𝟏𝟗𝟑𝟗
Ah, Heike, a veces te extraño tanto…
Unos días más que otros, es verdad, pero me molesta en gran medida tener cosas que afrontar sin ti a mi lado. Cuando me da miedo, me preocupo o, inevitablemente, me adueño de una culpa que, muy seguro estoy, tú dirías que no me pertenece.
Pero es que no sé como deshacerme del sentimiento, nunca he sabido como hacerme ajeno al uso de la conciencia, a las consecuencias de que me importe.
Vi a Imma hace unos días, y ni siquiera me molesté en preguntarle por las marcas amarillentas en sus muñecas. No la había visto desde la cena con Anneliese, y no porque no la hubiese buscado, sino porque existía renuencia a verme. Ya no llama, menos nuestra madre. Puedo tener una perfecta imagen de lo que ocurrió en casa después de que nos marchamos, así como en mi cabeza existe una recreación exacta de lo ocurrido antes de que el General volviese a marcharse. Imma me lo contó, y no entiendo porque el afán de hacerlo, si todo va a seguir igual.
Al parecer, la época actual en la mansión Frieder no dista mucho de aquellos años en los que aún estabas, porque las golpizas para ambas han sido el pan de cada día, completamente injustificadas, consecuencias del estrés acarreado por la guerra, me imagino, pero no, no lo justifico. Ella incluso me contó que, la última noche, escuchó algo en la habitación de nuestros padres que… Bueno, tú sabes bien de lo que hablo, Heike. Es lo que siempre hace cuando se trata de humillar a madre.
Volví a ofrecerle que se mudara conmigo, lo que fue un completo despropósito, excusándose con aquello de que yo contraería nupcias pronto, que no quería ser un estorbo. Dijo también que le pesaba dejar sola a mamá. No tendría que hacerlo si el sentido común predominara en las dos, si por fin se decidiesen a dejarlo.
No insistí, de nada iba a servir. Pero hermana, me da culpa no poder ofrecerles otra cosa, porque la salida que les doy es lo único que tengo. Me da terror pensar en que, si las cosas no cambian, todo puede terminar de la peor forma posible.
Me gustaría que pudieras decírselos, recordarles que aún pueden poseer libertad si así lo eligen, que ellas no están solas como tú lo estuviste. Ellas no lo saben, no tienen ni idea de lo que en realidad ocurrió, pero aún así, tienen opción, Heike. Ellas no son tú.
Creo que la única esperanza a la que me aferro y, supongo que ellas también, es que el General no regrese de Polonia. Y yo sé, es demasiado que esperar, porque alguien en su posición difícilmente corre un riesgo real. ¿Pero en serio debería sentirme mal por desear la muerte de mi padre, Heike? Todos estaríamos mejor sin él.
Al menos puedo agradecer que ya no controla mi vida, ¿cierto? No sé si eso sea un consuelo.
Intento no darle demasiadas vueltas al asunto, prefiriendo concentrarme en cosas más felices, más… agradables. Ha funcionado hasta ahora y lo mejor es que ni siquiera me esfuerzo. Anneliese tiene esa maravillosa capacidad de ponerme la mente en blanco, de encerrarse conmigo en nuestro mundo de optimismo.
Esta semana estuvimos buscando lugares en donde vivir. Ella insiste en que no es necesario, que puede mudarse a mi piso sin problema alguno. Y yo sé que no lo dice por simple compromiso, de verdad no creo que le interese si nuestra maldita casa tiene una hectárea entera de terreno o simplemente dos pequeñas habitaciones. Ella dice que lo único que le interesa, lo único que realmente la ilusiona, es despertar conmigo en las mañanas y dormir juntos cada noche, que poco le importa el domicilio mientras fuera haya una pequeña placa en la que se lea “familia Frieder”.
Me da ternura, por supuesto, me gusta que ella esté tan dispuesta a compartir su vida conmigo, sea como sea. Pero vamos, Heike, ¿cómo me quito yo de la cabeza la imagen de tres críos jugando a las escondidas en un jardín inmenso?
Se supone que todo esto, además de ser la continuación de nuestra historia, también es un nuevo inicio. Al menos para mí.
Nos casaremos en octubre doce, en tu cumpleaños. No lo planee así, pero no me parece mala idea que uno de los mejores días de mi vida empate con el nacimiento de una de mis personas favoritas. Ya todo está arreglado, la señora Hertz ha sido muy diligente respecto a la planeación, y entiendo la razón, a Liese esas cosas no le llaman mucho la atención.
Fui a buscarla hoy por la mañana, y vaya sorpresa me llevé al llegar a recogerla, porque la dirección que me dieron en su casa era nada más y nada menos que la tienda de novias en el centro. Hubieras visto el pánico en los ojos de Emma y mi futura suegra, casi queriendo sacarme a rastras cuando me vieron cruzar esa puerta. Ya sabes, la superstición esta de que el novio no debe ver el vestido, que es de mala suerte, según dicen. Pero mientras Raina me tomaba de la mano y me arrastraba al parque al otro lado de la calle, para que le comprara un helado, alcancé a darle un vistazo a mi preciosa prometida por el escaparate de la tienda.
Se veía preciosa, Heike, y aunque no alcancé a verla a detalle, te aseguro que mi imaginación no deja de darle vueltas a esa efímera imagen. Solo espero no desmayarme cuando la vea aparecer por ese pasillo, porque si así logró robarme el aliento, no me imagino lo que será de mí cuando la tenga de frente, cuando descubra ese bello rostro quitándole el velo.
Fuimos a ver una casa en venta que encontré por mera casualidad. Es un barrio decente y, muy oportunamente, no queda lejos del hospital. Tiene un vasto jardín y cuatro habitaciones. Una apariencia bastante pintoresca, la verdad. Me agrada. Y sé que a Raina también porque no dejó de dar saltitos por ahí, ignorando por completo los regaños de Anneliese pidiéndole que se quedase quieta.
No tuve oportunidad de charlar con Liese al respecto de camino a su casa, porque Raina no paraba de hablar, y no pude quedarme mucho tras aparcar. Pero sé que le gustó, sobre todo por la parte esa en la que alimentó las fantasías de Rai al decirle que podrían sentarse bajo ese viejo roble en las tardes de verano, jugando con el perro que, obviamente, vamos a tener. Fue idea suya, y yo solo estoy para complacerla.
#2543 en Otros
#408 en Novela histórica
#659 en Relatos cortos
romance y tragedia, alemania nazi guerra mundial, cartas y confesiones
Editado: 23.06.2025