Devorador de Emociones

Perros de Caza

     Hace una semana que Aquiles me había echado del apartamento, Su mirada y la rabia que cargaba en ella me hicieron comprender lo serias que eran las cosas. En algunas ocasiones, los hombres de aquella organización llamada “El Credo” estaban cerca, podía sentirlos, pero con el pasar de los días estas presencias desaparecían. ¡Yo puedo cuidarme sola! Además, si de verdad soy una Deidad, como dijo Kristian… podría usar mis poderes como arma ¿pero cómo?

     Las cosas iban bien en la escuela de danza, eso y que llegaron muchas invitaciones para nuevas presentaciones, en clubes, otras escuelas de danza y el teatro que Brenda había inaugurado. Kervin por su parte estuvo un tiempo alejado de mí, supongo que estaría ocupado por el trabajo, lo llamaba pero siempre me decía que no podía hablar, una vez escuche una voz familiar al fondo de la conversación mientras hablábamos por teléfono pero no le preste atención. En fin, las cosas se habían normalizado lo suficiente, Aquiles y los extraños sucesos quedaron atrás después de aquella bofetada que le di, se la merecía.

     Iba pensando en eso mientras caminaba por la Av. Tamanaco, en dirección al teatro en horas de la mañana, según la carta que recibí, la confirmación de la presentación debía ser personalmente por que debía firmar unos papeles. Y mi teléfono comenzó a sonar Lo saque de mi bolso y vi la pantalla. Un número desconocido.

-         ¿Aló?

-         ¿No sabes lo vulnerable que estas en este momento verdad? – Reconocí la voz casi inmediatamente, Era Aquiles.

-         Ashh!! ¿Acaso novas a dejar de molestar? ¿Cómo conseguiste mi teléfono? Estoy ocupada ahora ¿Qué quieres?

-         Solo quiero que colabores con nosotros no solo te ayudaremos, sino que podríamos lograr algo más…

-         ¡Yo se cuidarme sola! – Lo interrumpí – Estas bien equivocado si crees que voy a seguir metida en el rollo ese de…de ¡Devoradores! y lo demás, ¡Déjame en paz!

     Justo en ese momento escuche la moto pasar cerca del oído en el que sostenía el teléfono y sentí como me lo arrancaban de la mano, lancé una exclamación ahogada cuando mire mi teléfono en la mano del copiloto de la moto, estaban montados en la acera. A los pocos metros, la puerta del piloto de un Mazda negro que estaba aparcada en la misma acera se abrió de golpe, Era Aquiles, vestido con aquel traje que usó en el teatro, iba caminando de lo más normal, viendo la moto pasar, pero cuando esta estuvo a su alcance, simplemente alzo el brazo y se trajo consigo al copiloto de la moto, haciéndolo caer de espaldas en el suelo. Tomó mi teléfono y cerró la puerta del auto, volvió junto al sujeto en el suelo y sujetándolo del cuello de la camisa lo levanto y lo empujó hacia la moto, que había frenado cerca.

ooooooooo

-         Solo quiero que colabores con nosotros, no solo te ayudaremos, sino que podríamos lograr algo más…

-         ¡Yo se cuidarme sola! Estas bien equivocado si crees que voy a seguir metida en el rollo ese de…de ¡Devoradores! y lo demás, ¡Déjame en paz!

     Vi como el sujeto de la moto le arrancaba el teléfono mientras hablaba con ella, No me pareció extraño, Caracas es tan peligrosa como hermosa, y esta no iba a ser la excepción. Salí del auto y cuando tuve al desgraciado a mi alcance lo derribé de la moto. El piloto derrapó varios metros más adelante mientras que el copiloto luchaba por recobrar el aire perdido cuando lo estampé de espaldas contra el pavimento.

-         ¡¿Te dolió verdad?! – Dije mientras tomaba el celular de entre sus dedos y volvía al auto a cerrar la puerta – Te va a doler más si no te vas… ¡YA!

     No tendría ni veinte años siquiera, lo sujete del cuello de aquella camisa verde fango y lo levante para luego empujarlo hacia la moto. Le lance una mirada al tipo de la moto, este no dijo nada, su rostro estaba oculto bajo unas gafas de sol y un grueso bigote. Suspiré y camine hacia Ivanna, colgando la llamada. Su cara al verme parecía de sorpresa, vestía una blusa blanca con manchas azules y un pantalón blanco junto con su cabello lacio y negro. Alcé la mano con el teléfono entre mis dedos índice y pulgar.

-         ¿Qué parte de Vulnerable no entendiste? – Iba a gritarle, pero no lo vi necesario.




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