La noche cayó y Jorge y yo seguíamos en casa de Ivanna, Jorge me había traído una chaqueta blanca y lo que parecía un mono deportivo negro y tenis blancos, ahora parecía más un deportista lesionado que alguien que acababa de ser atacado por cinco perros que expedían Ira por los poros. Me gusta como Ivanna decoró su casa, y aquella pila de libros junto al sillón frente a la gran estantería. Jorge veía la televisión sentado en el sillón, veía las noticias y revisaba su celular. Algo olía bien, Ivanna estaba metida en la cocina, se había cambiado de ropa, colocándose un mono negro ajustado, zapatillas del mismo color y una blusa de tirantes Azul, atándose el cabello en un nudo en la cabeza. La hacía ver casi tan idéntica como cuando la conocí. Olía a pasta sal, y pimienta… pero parecía que se estuviera quemando. Me acerqué a la cocina para ver que estaba haciendo.
- ¿Que estas cocinando? – Dije recostándome en el mesón que esta tras ella, veía las hoyas que había sobre el fuego
- Tengo un hambre atroz y lo mejor que sé hacer es pasta con salsa blanca – Me dijo, sin dejar de revolver lo que había en la cacerola más pequeña, supuse que era la salsa.
- Mmm… - Me dirigí hacia el refrigerador y lo abrí examinando lo que había en el interior.
- ¿Se puede saber que estás haciendo?
En el refrigerador encontré jamón y cilantro, tome un poco de cada cosa y me dirigí al mesón junto al fuego, tomé una tabla de cortar y un cuchillo. Ivanna me miraba extrañada.
- ¿Quieres darle más gusto a la salsa blanca? Añádele esto – Comencé a cortar el jamón en pequeños cuadritos.
- ¿Ahora eres chef?
- Cuando vives en España… – Dije mientras cortaba – Y estas entrenando para controlar tu ira, lo primero que piensas después de un largo día de entrenamiento es… - Tomé un trozo de jamón y lo comí - “tengo hambre, ¿que hay para comer?” y Sanders me decía “Un verdadero hombre debe saber hacer su propia comida chaval, si quieres comer tienes la cocina para ti solo”
- Me imagino que vivías en un apartamento de dos habitaciones sala cocina y un baño.
- Error – Le Dije tomando otro trozo de jamón y cortándolo en cuadritos – El Chalet de Sanders era espacioso, y la cocina era enorme, había todo lo que quisieras, pero no había quien preparara la comida. Así que me tocó defenderme solo en la cocina, encontré varios libros de recetas y comencé desde la gastronomía española hasta la italiana.
- Vaya, un Reaver que además sabe cocinar… muy conveniente.
- ¿Para ti? Se te está quemando la crema – Dicho esto bajó el fuego llamando a dios en voz baja y le echó un poco más de leche – ¿No eres muy dada a la cocina verdad?
- ¡Cierra la boca!– Dijo sonriendo, al menos pude hacerle algo de gracia – Déjame cocinar en paz.
- Bien – Comencé a picar ahora el cilantro, me costó un poco sostenerlo con el brazo vendado, pero al final quedaron pequeños trocitos, nada mal para trabajar con una sola mano –Cuando empiece a hervir de nuevo echas el jamón y el cilantro, y después...
- Si señor chef, le pongo sal y pimienta al gusto – Dijo sonando fastidiada – ¿algo más?
- No, nada.
- Bien, ahora Fuera de mi cocina.
- Como Ordene, madame.
ooooooooo
Por un momento me pareció haber escuchado al Aquiles de hace cinco años, risueño y algo de payaso. No me molestaba que ese Aquiles estuviera por ahí, pero si iba a estar encima de mi otra vez, acosándome… prefiero que siga siendo el hombre serio y distante que era hace unas horas. Fue una buena idea lo de condimentar la salsa, al menos tendría mejor sabor y yo tenía un hambre voraz. Se quedó ahí, detrás de mí, mirándome, tomó una manzana del tazón de frutas y comenzó a comerla.
- Al menos pide permiso para tomar las cosas ¿estás en casa ajena sabes? – Le dije, pero obtuve otro mordisco a la manzana como respuesta.
- Pensé que existía algo de confianza y… ¿por qué no dijiste eso cuando tome las cosas del refrigerador?
Confianza, ¿confiaba en Aquiles? Supongo que sí, pero hace tanto tiempo de eso… ¿podría confiar en el Devorador de Emociones que estaba detrás de mí y que tiene como misión devorar mi ira? Estaba de mi lado, eso era obvio, y quería protegerme pero… había cierto grado de mentira en lo que decía. Cuando me di cuenta no le había respondido.