No recuerdo precisamente lo que pasó, cuando Aquiles salió corriendo fuera del edificio aquella tarde hace cinco años, todo paso tan rápido… El pánico que sentí cuando miré sus ojos aquel día me hizo caer de rodillas en el suelo, estaba muy cansada y por el rabillo del ojo podía ver a Kervin con la cara ensangrentada a un par de metros de mí y todo se fue oscureciendo poco a poco. Después de eso solo recuerdo haber despertado en la sala de emergencias de un hospital, mi hermano estaba ahí y cuando desperté me contó lo que había pasado, alguien había llamado a urgencias, supuse que fue la madre de Kervin. Él también estaba en el hospital, su cara estaba toda hinchada, llena de cortes y moretones. Mi hermano me dijo que iban a denunciar a Aquiles por agresión, pero nadie sabía dónde estaba, ni su familia siquiera. Así pasaron los días, mi don seguía ahí, seguía sintiendo las emociones de los demás, y casualmente a Aquiles jamás lo volví a sentir, supuse que estaba fuera de mi “rango de visualización” así que simplemente olvidé como era sentirlo. Kervin seguía cerca de mí, nos graduamos juntos del bachillerato y continuamos siendo novios, decidimos olvidar lo que había pasado y continuar nuestra vida juntos. Cada quien comenzó su carrera en la Universidad, yo en la UNEARTE una gran escuela de Arte, música y Danza en el centro de Caracas, y Kervin estudió Electrónica. Así pasaron los años, trabajo y estudio. Cinco años después, me convertí en una maestra de danza contemporánea y en una bailarina… famosa a mi parecer. Luego aparecieron estos hombres, me vigilaban, podía sentir sus miradas sobre mí y siempre habían sido una constante muy molesta en ocasiones porque no podía concentrarme. Y todo se volvió un caos cuando El Reaver del Miedo, Black Star hizo aparición, acompañado de Kristian, una Soledad un tanto peculiar… y Aquiles, la Ira. Y desde ese momento mi vida se convirtió en una película de ciencia ficción.
El día siguiente después del ataque de los “perros negros” Me dispuse a dar clases, ya tenía tres días sin abrir la escuela porque tenía que hacer varias diligencias y dando clases podría relajarme, demasiadas cosas extrañas habían ocurrido en muy poco tiempo y necesitaba algo de “normalidad” por así decirlo. Fue genial abrir la escuela para volver a ver a mis alumnos, enseñarles el arte de la danza a jóvenes y niños, incluyendo a mis consentidas, me ayudaba a relajarme, todo en mi propio salón. Tres de las cuatro paredes estaban cubiertas por espejos, toda la extensión de la pared que media dos metros de altura y alrededor de 15 metros de largo y 10 de ancho. Todo el lado este del salón es un enorme ventanal francés del techo al suelo, que dejaba entrar la luz del sol durante casi todo el día, y la luz de la luna a mitad de la noche. Me puse ropa ligera, una licra negra y una falda lisa verde aceituna. Cuando me disponía a abrir el salón para dar clases, Aquiles estaba de pie junto a la puerta, al menos se dignó a esperar a que yo abriera y no como hizo Black el día anterior, que entró por la ventana. Estaba viendo hacia la calle, recostado a la pared junto a la puerta, parecía vigilar algo, aunque yo no sentía la presencia de nadie desde que desperté. Vestía de forma informal, calzado con botas negras, jeans azules holgados y una sudadera negra ajustada, no lo veía vestido así desde hacía mucho tiempo, tenía doblada sobre su hombro derecho una chaqueta que parecía de nylon negro. Con las manos en los bolsillos, como siempre.
- ¿Qué haces aquí? – Pregunté, cruzándome de brazos frente a la puerta. El giró el rostro para mirarme cuando le hablé. Pareció haberle sorprendido que lo haya descubierto ahí de pie, estaba muy distraído.
- Si quieres me voy – Dijo levantándose de la pared.
- ¿No tienes nada mejor que hacer?
- Hubo un pequeño cambio de planes – Dijo, aun con las manos en los bolsillos – Así que por ahora la mañana prácticamente es tiempo muerto – Dijo encogiéndose de hombros.
- ¿Y…?
- ¿Tanto te molesta que esté aquí?
- Yo no he dicho eso, simplemente pensé que entrenaríamos hoy en la noche.
- Ese es el cambio de planes – Dijo cambiando el peso de su cuerpo de una pierna a la otra – ¿Puedo pasar?
Aun cruzada de brazos me aparté de la puerta, dejándolo pasar, hizo una pequeña reverencia y pasó frente a mí. La puerta que da en dirección a la sala del apartamento estaba cerrada, pero Aquiles se dirigió a las escaleras que llevan al salón.