- Entonces... ¿cuando comenzamos? - Pregunté abriendo el obsequio de Brenda
- Eh... hay un pequeño problema - Dijo Ivanna mordiéndose el labio inferior - Tengo que volver a casa.
- ¿Qué? - Le preguntó Kristian - ¿por qué?
- Por si se les olvida, yo tengo una vida - dijo señalándose a sí misma – No he hablado con Keyla, ni con Lorelys y ellas estaban en casa cuando fueron a buscarme, deben estar más que extrañadas de no encontrarme en casa.
Estaba más que apenado, había sacado a Ivanna de su casa por culpa de lo que estaba sucediendo, me llevé una mano al rostro negando suavemente, debía planear cómo sería la rutina de entrenamiento sin obstruir su tiempo y sin levantar sospechas.
- Por si no te has dado cuenta… - Comenzó a hablar Jorge - …este asunto es mucho más importante.
- No - Le respondí a Jorge - Ella tiene razón, debemos hacer esto con la mayor discreción posible y lo sabes - Jorge se acercó a mí, sus ojos denotaban urgencia.
- Te quedan cinco días.
- No pienso molestar la vida de Ivanna por la ausencia de la mía - le refute, alce la voz, pero tenía razón y Jorge lo sabía - Planearemos un horario de entrenamiento para que Ivanna pueda venir sin sentirse presionada.
- No te preocupes mucho por eso - Dijo Ivanna - De todos modos estoy de vacaciones, y no abriré la escuela hasta Enero.
Ivanna trataba de sonar tranquila, pero su tono de voz temblaba más de lo normal, estaba preocupada, igual que todos. Escuché a alguien carraspear a mi lado, era Brenda que me miraba con ojos ansiosos y las manos juntas, señaló la caja que tenía entre mis manos. La miré y esbozando una media sonrisa terminé de abrir la caja. Era una pulsera, o más bien una cinta elástica, era negra y opaca, no reconocí el material.
- ¡Póntela! - Dijo con apuros.
La miré extrañado, pero accedí, tomé la pulsera y me la coloqué en la muñeca izquierda, su tacto al tocar mi muñeca fue extraño, como sedoso, la cinta que era curiosamente gruesa comenzó a moldearse y desdoblarse alrededor de mi muñeca, adhiriéndose como si fuera parte de mi piel, entonces tomó un brillo de color rojo iridiscente, que se volvía negro en los lugares en los que no le daba la luz, era interesante y muy llamativo.
- ¡vaya! – Dije alzando el brazo para ver la cinta detenidamente – ¡Gracias!
- ¡Sabía que te gustaría! - dijo con voz aniñada - tengo unas cositas que hacer - me dio un fuerte abrazo - te veo más tarde - y se alejó caminando.
Otra persona a la que podía sentirle el nerviosismo, tomó a Kristian de un brazo y lo sacó a rastras de la habitación.
- Lleva a Ivanna a casa por favor - le dije a Jorge.
- La próxima vez vendré yo misma en mi auto.
- Eso sería contraproducente - le dijo Jorge
- ¿Qué? - se cruzó de brazos, sonaba molesta - ¿y eso, por qué?
- ¿Por qué crees tú? - dijo cruzándose él también de brazos mirándola a los ojos.
- Ivanna... - le respondí - El credo ya te siguió una vez y pueden hacerlo de nuevo, Jorge puede perderlos en caso de que quieran seguirlos la próxima vez.
- Entonces me convertiré en su niñero - dijo señalándola y mirándome a mí. Su rostro denotaba fastidio.
- Son sólo 5 días -le dije palmeando su hombro - además eres el mejor soldado que conozco.