Devorador de Emociones

El Despertar, Segunda Parte

Jorge fue quien me llevó de vuelta a casa desde el aeropuerto. Cada vez que teníamos que detenernos en un semáforo bajaba el vidrio de la puerta, miraba el retrovisor, sacaba la mano por un par de segundos, volvía a meterla y volvía a subir el vidrio. Cuando le pregunté el por qué hacía eso, me dijo que me daría cuenta durante el funeral de Kervin. Fue grande mi sorpresa cuando, a las cuatro de la tarde en el cementerio, cuando el ataúd de Kervin descendía a su tumba. Un día que parecía pintar con un cielo azul se tornó gris, pero la lluvia que cayó esa tarde, fue tan suave y fresca que en vez de hacer el momento más triste de lo que ya era, lo convirtió en un gran consuelo. Trayendo alivio a los que estaban ahí conmigo.

Cayó la noche y estaba de regreso en casa. Me acurruque sobre mi pequeño sillón azul y estuve ahí hasta altas horas de la noche. No podía pensar sino en los últimos momentos que pasé con Kervin. Justo en el momento en el que habíamos salido del teatro y había comenzado a hablar sobre un cliente muy quisquilloso, contratado para construir armas en contra de Aquiles y los demás. Él lo sabía, sabía que Aquiles era un Reaver y por culpa de su viejo rencor por lo sucedido hace cinco años terminó por aceptar el trabajo. Ojala lo hubiera detenido. A pesar de todo lo que había ocurrido supe el verdadero origen de mi “don”, Era una Deidad. O eso es lo que Kristian había dicho. Aprendí a dominar mis poderes y ahora debía usarlos para salvar la vida de Aquiles, y obviamente salvar la mía, todo a causa del contrato que Aquiles llevaba en su brazo.

Ya basta de pensar, estaba quedándome dormida en el sillón cuando la mano de Keyla me despertó, avisándome de que debía irme a dormir a la cama. Mañana debía levantarme temprano también. No hubo sueño, solo cansancio, el día siguiente llegó casi sin que me diera cuenta. Podía sentir a Jorge afuera, su camioneta estaba ahí. Así que simplemente me vestí y me preparé para ir al aeropuerto. Era algo que tenía que hacer, me gustara o no. Aquiles contaba conmigo.

El primer día fue agotador. Aquiles prácticamente me enseño a paso apresurado todo lo que tenía que saber sobre cómo sobrecargar mi cuerpo para resistir la mayor cantidad de energía posible. Todo con los ejercicios de respiración que me había enseñado al principio. Me sentía como una batería al recargarse, ahí de pie con los ojos cerrados y mis manos frente al vientre, donde sentía como la energía se acumulaba. Si, Exploté un par de veces, el único que salió disparado a las paredes de cristal que Kristian creaba fue Aquiles, todos los demás veían el entrenamiento desde afuera, Jorge con los brazos cruzados, me miraba con impaciencia cada vez que algo salía mal. A Brenda la veía muy pocas veces, sino estaba metida de cabeza en lo que Neithan menciono como “la biblioteca”, estaba con un montón de archivos desperdigados sobre el suelo en frente de la jaula, parecía estar resolviendo un rompecabezas que solo ella podía entender. Kristian era otro que veía solo cuando entrenábamos, creaba las paredes de cristal y desaparecía repentinamente. Podía sentirlo cerca por su esencia pero... su presencia se debilitaba poco a poco. Parecía agotado cada vez que terminábamos un entrenamiento. Aquiles siempre estuvo ahí, me mostraba con detalle varias posiciones, la forma en la que debía respirar, como enfocar los objetivos y disparar la energía hacia un solo punto. Pero lamentablemente no sabía cómo controlar la cantidad de energía que él quería que manejara. Podía sentir perfectamente cómo se controlaba cada vez que algo salía mal. Admiraba esa parte de él, podía llevar sus emociones de la mejor manera posible. Pero cuando ya no soportaba más, explotaba y su rabia se hacía notoria. El segundo día fue, lección de puntería. Kristian hizo una especie de objetivos geométricos que flotaban en el aire a varios metros de distancia dentro de la Arena de Entrenamiento que Aquiles había improvisado. La ejecución fue fácil. La energía se movía bien dentro de mi mente pero a la hora de apuntar, no encontraba la manera de acertar en el blanco. Mi respiración fallaba y Aquiles lo sabía. Aun así no dijo nada, “tu energía está bien, puedes acumular la energía suficiente” decía… claro, no sin repetirme la frase “otra vez” como si fuera un disco rayado durante toda la sesión de tiro al blanco. El tercer día… solo quedaban dos días para que el contrato llegara a su fin. Hicimos el primer simulacro del contrato. Aquiles quería intentarlo y yo… la verdad me sentía preparada para controlar toda la energía posible para que este contrato se diera. Pero no dejar de pensar en lo sucedido los primeros días cada vez que terminábamos los entrenamientos era difícil. Y el miedo que me daba cada vez que venía a mi mente la Imagen de Kervin… muerto.

Aun así estaba ahí, de pie frente a la jaula y Aquiles dentro de ella. Llevaba ropa cómoda, unos Leggin de color blanco y una blusa de tirantes negros. Descalza para sentir como la energía subía desde mis pies hasta mi centro. Aquiles llevaba jeans azules y una sudadera negra con botas del mismo color, estaba serio, igual que yo.

  • ¿Por qué tienes que estar dentro de la Jaula?
  • Es por precaución – Dijo Neithan por los altavoces – Al igual que nosotros, observaremos desde aquí adentro en caso de algún inconveniente.
  • Sinceramente… - Habló Kristian -…no quiero salir volando.




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