—¿Te tengo que dejar ir? —pregunté conociendo la respuesta, incapaz de soltarla.
—Solo para vestirnos. No voy a hablar hoy con Omar, los niños nos esperan.
Sonreí a la mención de mis hijos, solo recordar su existencia me calentaba el pecho.
—Lo tenés comiendo de tu mano, Ana.
La frase me recordó la presencia de Tamara, pude reconocer en sus ojos que compartíamos el pensamiento.
—¿No me vas a preguntar por ella?
—Nada bueno debe haber hecho para estar a dónde está. Sé que sos una persona justa que no dañaría a nadie.
—Si no hubiera sido yo quien estaba detrás de todo este plan, les hubiera hecho mucho daño.
—Fue ella quien les entregó la información de nuestras transacciones. —necesité reafirmar.
—Cantaba como un pajarito ante cada pregunta de Pierluigi. —Me observó uno segundos, quizá analizaba si convenía o no realizar la siguiente pregunta— ¿Querés que la libere? —inquirió al fin.
—No la quiero cerca de mi familia ni un segundo más. Nunca la amé, pero siempre tuve un respeto hacia ella que en ningún momento fue recíproco.
—Dice que te ama.
—Vos pudiste haberme delatado en más de una ocasión con Méndez y nunca lo hiciste.
—¡Jamás lo hubiera hecho!
—Eso es amor —repliqué dando por terminado el tema.
—Esa escoria de Méndez, trabajaba para El Tío ¿Lo sabías?
—No.
—Nos encargamos de hacerle llegar todas las pruebas a la prensa, mañana va a aparecer su rostro en todos los portales. Lo mantenemos vigilado por si intenta escaparse antes de que lo apresen.
—No has dejado ningún cabo suelto, me siento muy orgulloso de vos.
—Trabajamos los tres a la par.
Asentí queriendo salir del tema que despertaba mis celos.
—¿Cómo hiciste para atrapar a El Tío? —pregunté acobardado ante la respuesta que sabía escucharía.
—Le ofrecí el paradero de una niña que él creyó haber mandado a asesinar muchos años atrás.
—¡Ana! —volví a estrecharla entre mis brazos—. ¡Me muero si te sucede algo, amor mío!
—En un principio esta es la vida que nos tocó, Danilo pero de un tiempo hasta hoy, es la vida que elegimos. ¿O vos querés seguir los pasos de Miguel y abandonar la organización?
La alejé de mí para encontrar sus ojos.
—Esa es una pregunta recurrente en mí y te aseguro que no hayo la respuesta.
—Sí, conocés la respuesta, el problema es que no querés aceptarla.
—Mocosa, —cambié el tono por uno más jocoso— ¡Te llevó trece años al pedo! ¡Es injusto! ¡Vos cada día más hermosa y más sabia, yo en cambio, cada día más viejo y más bruto!
Revoleando los ojos desestimó mi broma. Una vez más, la voz del italiano resonó del otro lado de la puerta.
—Ana, “tuo padre” está insoportable.
—Dudo que sea más insoportable que él —me quejé.
Ana rió divertida. Me hizo sentir muy bien que, a pesar de las presiones externas de Omar y de Pierluigi, no se alejara de mí ni abandonara ese pequeño refugio que conformaban nuestros cuerpos al desnudo.
—¿Crees que Omar va a aceptar mi propuesta? —fue agradable que se interesara en mi opinión.
—No le has dejado opción, Ana, lo tenés acorralado.
—No quiero que Pierluigi pierda su lugar frente a su padre y su tío, lo han maltratado muchísimo.
—Eso si es algo que no sé cómo va a terminar, los hermanos Carenzos no se conocen por ser piadosos, exactamente.
—¡Merda, Ana! Almeno rispondimi. —tronó desde el otro lado.
—¡En diez minutos salgo! —gritó risueña ante el exabrupto del italiano.
—Dieci minuti! Dieci minuti! —se alejó renegando Pierluigi.
—¿Se llevan bien? —pregunté lo obvio.
—Es un buen amigo, tan divertido como gruñón.
—Ha sido más que un amigo —insistí en el punto que me molestaba.
—Sí, pero él conoce mis sentimientos hacia vos.
—¿Y vos querés seguir siendo su amiga?
—Claro que quiero, lo aprecio mucho.
—¿A dónde quedo ubicado yo en semejante embrollo?
—No hay ningún embrollo. Si vos querés que nosotros tengamos una nueva oportunidad, yo estoy dispuesta a trabajar a la par para que nuestra familia funcione. Pierluigi sería parte de la sociedad con mi padre, como también Berni si es que Omar mantiene su puesto como abogada.
—¿Y a vos eso no te molestaría? —le pregunté interesado en conocer su opinión.
—Mientras no se propase con vos y ocupe su lugar, no me voy a negar ni me voy a interponer en su camino.
—Yo no me acosté con ella.
—Hubiera sido el colmo, considerando lo larga que es tu lista. Además, Pierluigi nunca fue tu mejor amigo.